Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Tartazo de realidad

El cuadro La Gioconda, la pieza estrella del museo del Louvre de París y una de las obras de arte más famosas del mundo, sufrió este domingo el ataque de un visitante, que, disfrazado de anciana en silla de ruedas, le ha lanzado una tarta provocando el caos entre los que allí se encontraban.
El cuadro La Gioconda tras el tartazo
El cuadro La Gioconda, la pieza estrella del museo del Louvre de París y una de las obras de arte más famosas del mundo, sufrió este domingo el ataque de un visitante, que, disfrazado de anciana en silla de ruedas, le ha lanzado una tarta provocando el caos entre los que allí se encontraban.

Quien piensa que los museos son lugares aburridos donde no pasa nada, se equivoca. Esta semana un hombre ha arrojado una tarta a La Gioconda. Una obra acostumbrada a estas acciones: le han tirado una taza de té, rociado ácido, arrojado una piedra, incluso ha sido robada.

Para algunos, locuras absurdas que atacan el patrimonio, para otros, performances que critican realidades. Dentro del Museo Moderno de Nueva York hemos visto a la actriz Tilda Swinton durmiendo la siesta o a Marina Abramovic pasar 700 horas inmóvil o una orgía pública en el museo de Moscú como protesta contra el Gobierno, hoy, algo impensable.

La pasada semana, dentro del ciclo de performances feministas que lleva a cabo el Museo Thyssen a cargo de la comisaria Semíramis González, tuvo lugar Se hace camino una acción de la artista Verónica Ruth Frías, donde 9 mujeres ataviadas de distintos colores recorrían parte de las obras de mujeres que contiene la colección, en un ejercicio de visibilización de las mujeres artistas a lo largo de la historia.

Hoy día, 26 obras son las que cuelgan de sus paredes, un porcentaje nimio, producto del oscurantismo que ha envuelto el trabajo de las mujeres, pero también una cifra que crece paulatinamente cada año. Porque no olvidemos que no tenían acceso a la formación artística, y las que podían, estaban relegadas a tratar temas menores como bodegones florales o retratos.

Seguramente conozcan a Kandinsky, pero no a Popova o Stepanova, sus coetáneas. No, no son tenistas, son algunas de las artistas más importantes que fueron silenciadas, porque hasta hace muy poco las mujeres solo eran modelos y su papel en el arte era el de La Gioconda, posar y recibir un buen tartazo.

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