Johnson salva la moción de censura de su propio partido pero ve cómo su futuro político se tambalea

Boris Johnson, abandonando la casa de los Comunes este mismo lunes tras votar.
Boris Johnson, abandonando la casa de los Comunes este mismo lunes tras votar.
EFE
Boris Johnson, abandonando la casa de los Comunes este mismo lunes tras votar.
Boris Johnson, abandonando la casa de los Comunes este mismo lunes tras votar.
ATLAS

Boris Johnson ha salido bien parado del que hasta ahora ha sido el mayor ejercicio de presión sobre él desde que se destapó el partygate, el escándalo sobre las celebraciones que se dieron con políticos conservadores, entre ellos el propio primer ministro, en plena pandemia. El primer ministro británico ha salvado este lunes la moción de censura presentada contra él por su propio partido precisamente para enterrar el caso de las fiestas y abrir una nueva etapa. Y sí, Johnson se ha librado, pero su futuro político está cada vez menos claro, asolado por los polémicos eventos, algunos de los cuales se dieron incluso en Downing Street y por los que ha sido multado.

Lo cierto es que Johnson mantiene todavía la confianza de una parte suficiente del grupo parlamentario tory y la moción se ha saldado con 148 votos a favor cesarle y 211 en contra (los 'síes' necesarios para la destitución eran 180), por lo que , de momento, seguirá en el cargo. Lo que no se sabe es por cuánto tiempo, pues más del 40% de los diputados le ha dado la espalda. La presión es alta y los precedentes no le invitan al optimismo. Theresa May (2018) y antes Margaret Thatcher (1990) salvaron estas bolas de partido y aún así tuvieron que dimitir. Ni la Dama de Hierro se salvó de las maniobras conservadoras: dicen las malas lenguas que si el partido quiere que te vayas... te acabas yendo. De hecho, tanto May como Thatcher recibieron mayores respaldos que Johnson.

La moción fue lanzada tras alcanzarse las 54 firmas necesarias para ello, es decir, un 15% de los miembros del Comité 1922, que no es otra cosa que el observer del Gobierno. El Gran Hermano que vigila a Johnson y que cada vez está más descontento con su gestión, mientras el partygate empieza a ser la gota que colma el vaso. Este comité está formado por los diputados tories que no tienen responsabilidades en el Ejecutivo y a quien por ello se les considera más independientes.

El propio Johnson celebró el resultado y considera que el nivel de apoyo que ha recibido es "convincente" para "seguir adelante" y olvidar el caso de las fiestas. Además, ha descartado las elecciones anticipadas. "Lo que debemos hacer ahora es unirnos, como gobierno y como partido", sostuvo el primer ministro.

Algunas de las reacciones no se hicieron esperar y el que fuera ministro del Brexit, David Davis, aseguró que no se trata de una victoria política y avisó de una posible "parálisis" del Gobierno. "Podemos acabar con una especie de gobierno populista, en el que todo lo que hacen está pensado para ganarse el favor de un sector u otro de la población, y eso es bastante peligroso. Ahí es donde los gobiernos se equivocan", expresó. Por su parte, Theresa May no quiso revelar el sentido de su voto y otros como Sir Charles Walker aseguró que el problema está en el riesgo de que ahora haya "una guerra civil dentro del grupo parlamentario".

Tardó poco en pronunciarse también el líder laborista, Keir Starmer. "La elección está más clara que nunca: unos tories divididos que apoyan a Boris Johnson sin ningún plan para abordar los problemas a los que te enfrentas o un Partido Laborista unido con un plan para solucionar la crisis del coste de la vida y restaurar la confianza en la política", escribió en las redes sociales.

¿Y ahora qué?

Tras el resultado de este lunes, los diputados no pueden convocar otra moción de censura durante al menos un año, aunque caben dos posibilidades: que se cambien las reglas para repetir la operación o que, como ha sucedido en anteriores ocasiones, la presión siga por otras vías hasta que el primer ministro caiga. Antes de la votación Johnson defendió rápidamente su gestión y pidió un cierre de filas. "Ya sabéis la fuerza increíble que podemos ser cuando estamos unidos. Quienes están en esta sala lograron la mayor victoria conservadora en 40 años... bajo mi liderazgo", destacó, en referencia a su gran resultado electoral de hace tres años.

Boris Johnson, en todo caso, no es nuevo en estos escenarios, aunque cuando estuvo implicado lo hizo desde el otro lado. El todavía premier británico fue uno de los más activos en los movimientos para destituir a Theresa May por su gestión del brexit; él era el favorito para sucederla. El tiempo hizo que esa jugada le saliera bien y acabara siendo lo que aún es: el inquilino de Downing Street. Ahora, eso sí, ha visto cómo quienes suenan para sustituirle se han posicionado de su lado. Es el caso de la responsable de Exteriores, Liz Truss, y del Secretario del Tesoro, Rischi Sunak. También se maneja el nombre del moderado Jeremy Hunt, antiguo ministro y secretario de Sanidad, que ya perdió las primarias conservadoras frente a Johnson en 2019.

Un informe demoledor

La realidad es que el informe del partygate es demoledor con Johnson, pese a que él haya insistido una y otra vez en que no piensa dimitir. "Los líderes de más alto nivel, tanto política como administrativamente, deben asumir la responsabilidad por esta cultura", expresa en referencia a las fiestas y el alcohol Sue Gray, a cargo de la investigación por la que Scotland Yard ha impuesto numerosas multas, entre ellas las de Johnson y su mujer. Y el verdadero problema no fue el cómo, sino el cuándo, pues muchas de las celebraciones se dieron en lo peor del confinamiento por la pandemia.

La investigación englobó en torno a una veintena de fiestas, aunque siguen saliendo imágenes con el paso de los días, y las conclusiones de Gray son demoledoras. "Algunos de los comportamientos descritos no tienen excusa, pero es importante señalar que la mayoría de los empleados junior asistieron a estos actos porque sus superiores estaban presentes, o incluso los habían organizado directamente", incluye, hablando de "faltas de respeto y de decoro" con el personal de Downing Street. En un escenario tan complicado, Johnson solo se ha limitado a pedir perdón.

Las críticas le han llegado al primer ministro por varios frentes. Desde la oposición como desde sus propias filas le han llovido los reproches y las peticiones para que asuma responsabilidades. "Hemos llegado a un punto en que el primer ministro ha degradado la institución y ha perdido toda su autoridad, no solo en su partido, sino en todo el país. Es de interés nacional que se vaya", sostuvo el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, en el inicio del caso. Después ha acusado a Johnson de usar la guerra de Ucrania "como cortina de humo" para no asumir responsabilidades. Los laboristas, no obstante, se han aprovechado del desgaste del primer ministros y llevan meses liderando las encuestas. Así, abren otro motivo para que los tories hagan caer a Johnson: puede que ya no sea rentable electoralmente.

Boris Johnson es un líder político al brexit pegado. La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha sido lo que ha dado sentido a su carrera política, pero ese afán por despegarse de Bruselas lo fraguó siendo corresponsal en la capital belga. Como periodista allanó el terreno para años después defender el referéndum y el abandono del proyecto comunitario. Fue además el fracaso de May en las negociaciones con la Unión lo que le aupó al sillón de mando. Él sí cerró del todo el pacto de divorcio (así como el referente a las relaciones futuras) pero nunca ha ocultado su intención de modificarlo, en último término al no estar conforme con el llamado Protocolo de Irlanda, que evita una frontera física entre las dos Irlandas para, en definitiva, no volver a un escenario de guerra. Johnson parece en un camino casi sin salidas; quizás las que le queden sea adelantar las elecciones o irse por la puerta de atrás.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento