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Diez años del "inevitable" rescate bancario que llegó tarde y del que España aún debe pagar 27.721 millones de euros

El expresidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker bromea Luis de Guindos, entonces ministro de Economía de España, en marzo de 2012. Una imagen icónica de crisis del euro.
Olivier Hoslet / EFE

Tal día como hoy hace diez años, España solicitaba a la Unión Europea el rescate a su sistema bancario. En un contexto de profunda crisis económica, el Gobierno que presidía el popular Mariano Rajoy, con Luis de Guindos a los mandos de las finanzas, solicitaba a Bruselas un crédito de hasta 100.000 millones de euros para salvar al sistema financiero español. Aunque finalmente 'solo' serían necesarios 43.555 millones, de los que todavía quedan por devolver 27.721 millones.

Una década atrás, la situación era crítica. Cuatro años antes, la quiebra del gigante bancario Lehman Brothers había desatado un cataclismo mundial y puesto fin a una época de excesos en el sistema financiero. En principio, la banca española no estaba demasiado expuesta a los productos basura que hundieron a los bancos estadounidenses. Pero tenía sus propios problemas. Una burbuja inmobiliaria alimentada por una barra libre de crédito, en muchos casos de dudosa calidad.

"La situación era de un endeudamiento privado bastante elevado. La deuda de los hogares era alta, pero sobre todo lo era la de las empresas privadas. Y entre ellas destacaba la construcción, el urbanismo en general y sobre todo la promoción inmobiliaria", recuerda Antonio Sanabria, profesor de Economía Aplicada en la UCM.

"Había temor a que el agujero del sector financiero causado en parte por la crisis inmobiliaria y por el contagio de la crisis griega, que fue clave, llevara a España a una situación de incapacidad de financiarse en los mercados y que eso pudiera en peligro a la zona euro en su conjunto", explica, por su parte, Federico Steinberg, investigador en el Real Instituto Elcano. "En ese momento se toma la decisión", añade.

España se encontró en una encrucijada. No conseguía colocar deuda para financiarse y la que emitía era a costes muy elevados. "Era una situación extremadamente delicada no solo para las entidades financieras, sino para la situación de la financiación del conjunto del país. Las primas de riesgo llegaron a cifras récord", resume Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas.

En esta situación, el dinero que prestó Europa (es decir, el rescate), que llegaba con un interés mucho más bajo que el que ofrecían a España los mercados, evitó el colapso de la banca. Buena parte de los fondos se destinaron a salvar Bankia de la quiebra. Pero no todo se pagó con crédito europeo. Antes de que se pactara el rescate, el Gobierno ya había gastado miles de millones de dinero público -al principio en garantías y después en inyecciones directas- para tratar de salvar a los bancos. 

¿Por qué no se dejó caer a los bancos?

El Gobierno de Estados Unidos dejó caer a Lehman Brothers, pero finalmente tuvo que rescatar también su sistema financiero con dinero público. Sin embargo, España salvó Bankia, su 'gigante' financiero más en apuros. ¿Por qué? "Había que evitar un efecto cascada. Una vez que hubiera caído Bankia, muy probablemente hubieran caído otros bancos, ya sea por exposición o porque directamente hubieran tenido mucho más difícil obtener financiación", sostiene Sanabria. 

"Igual que no nos podemos permitir que el sistema eléctrico de un país colapse, tampoco nos podemos permitir que lo haga el sistema financiero" señala, por su parte, Steinberg. "El sistema financiero sabe que será rescatado", añade. Por ello, la regulación y el control para que evitar que situaciones como aquella se repitan son fundamentales, agrega.

"De no haberse hecho [el rescate], el país hubiera entrado en una peligrosa espiral con costes aún mayores para entidades financieras, ahorradores y, en general, para el contribuyente. Cuesta entenderlo, pero era necesario en aquel momento", zanja Santiago Carbó, de Funcas. 

El papel de la austeridad

Uno de los conceptos popularizados por aquella crisis y que más se recuerda todavía hoy es el de austeridad. Desde Bruselas se impuso una severa política de reducción de gasto para frenar la creciente deuda pública. Algo que, años más tarde, se considera por muchos como un error histórico. Sin embargo, el rescate per se no incluía ajustes fiscales obligatorios, aunque las finanzas españolas fueron vigiladas con lupa. 

"En el caso español no hubo una condicionalidad explícita sobre ajuste fiscal como si pasó en Grecia, Irlanda y Portugal. Pero [el rescate] vino acompañado de años de mayor austeridad", apunta Steinberg. La única condicionalidad, dice, fue "limpiar el sistema financiero". "El problema fue vincular el rescate con políticas de austeridad, auspiciadas también por Bruselas, lo que supuso fue una profundización de la crisis", señala Sanabria, quien considera que "hemos aprendido" de esa situación.

Se actuó tarde

La situación de la banca ya era delicada antes de que llegara el rescate europeo en junio de 2012. La necesidad de intervenir parecía evidente, pero nadie se atrevía a dar el paso. Algo que, a la postre, acabaría agravando la situación. "El miedo que había era mandar el mensaje de que había un problema, que las cajas y bancos no eran tan fiables", explica Sanabria. "El temor del Banco de España y del Gobierno era que ponerle coto pudiera suponer más mal de lo que se quería evitar", añade.

"En general, la sensación es que se tenía que haber actuado antes", dice Federico Steinberg, del Instituto Elcano. El experto cree que habría sido bueno explicar mejor a la opinión pública la necesidad del rescate. "No se quiso reconocer que se iba a poner dinero público y que ese dinero no se iba a recuperar".

"En muchas crisis financieras, los Estados llegan tarde porque hay una fase demasiado prolongada de negación. En España esta fase fue muy larga porque al comienzo de la crisis el sistema financiero no estaba afectado por los problemas de reputación de productos financieros estructurados. Sin embargo, se negó un problema de tanta o mayor envergadura: una crisis inmobiliaria de primer orden con un endeudamiento considerable", apunta Carbó.

Las consecuencias

Diez años después de pasar lo peor de la crisis bancaria, el sector ha cambiado bastante. El número de bancos se ha reducido drásticamente, se les vigila más de cerca y los desmanes previos a 2008 no se han vuelto a repetir. Sin embargo, el riesgo sigue ahí y el malestar que supuso invertir decenas de miles de millones de dinero público en un momento en el que proliferaban despidos, bajadas salariales y recortes sociales será difícil de olvidar.

"El lado positivo es que se paró una crisis que podría haber sido mucho más profunda", señala Sanabria. El negativo, que el Estado se endeudó sin perspectivas de poder recuperar jamás lo gastado, dice.

"A nivel bancario hemos pasado a una concentración tremenda del sistema. La mayoría de entidades desaparecieron. Desde el punto de vista más político a nivel europeo fue el principio de la unión bancaria. Y desde el punto de vista doméstico, el rescate permitió reestructurar el sistema y tener bancos más o menos solventes. Eso sí, a costa de un montón de dinero del sector público que se ha perdido y no se puede recuperar", concluye Steinberg. 

"Fueron años muy duros, pero de reformas importantes de las que ahora se beneficia la economía. De hecho, fueron las últimas grandes reformas de calado", defiende Carbó. "Fueron prácticamente diez o doce años de reducción de deuda y de retomar equilibrios financieros y fiscales. Y luego llegó la pandemia y habrá que retomar esos esfuerzos más pronto que tarde", zanja.

Redactor '20minutos'

Redactor de Economía y Datos desde 2021. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. En 20minutos desde 2019. Antes pasé por la sección de Internacional del diario El Mundo. Adicto al Excel y a la web del INE. En lucha constante por acercar el obtuso lenguaje de la economía a la realidad de las personas.

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