Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La canción del verano ya no necesita a la televisión

Fue la canción del verano, no solo en España, sino también en muchos otros países europeos. El tema sigue siendo muy cantado hoy en día en todo tipo de celebraciones.
Fue la canción del verano, no solo en España, sino también en muchos otros países europeos. El tema sigue siendo muy cantado hoy en día en todo tipo de celebraciones.
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Fue la canción del verano, no solo en España, sino también en muchos otros países europeos. El tema sigue siendo muy cantado hoy en día en todo tipo de celebraciones.

Hay canciones que se convierten en éxito gracias a su sobreexposición mediática. Y, en este cometido, los programas de televisión tradicionalmente ejercían bien su función. De los viejos espacios musicales a los realities de Telecinco, escaparate para promocionar hits musicales en los vídeos que resumen la convivencia de los concursantes.

La música lleva utilizando el poder de masas de la televisión como trampolín de venta desde que la pantalla existe. Y eso nos ha traído canciones del verano que tal vez ni siquiera se lo merecían. Un buen ejemplo es 'La Bomba' de King África. Letra fácil, coreografía fácil, entonación fácil. Perfecto para ser machacada en las discotecas estivales.

Pero antes la tele hizo su trabajo. Crónicas Marcianas pegó un empujoncito a King África con un creativo emplazamiento publicitario. Cada vez que Javier Sardá introducía de manera orgánica en la conversación de su late show la palabra "bomba", se disparaba el estribillo de la canción de África en los altavoces del plató y todo el público se ponía a danzar. Lo magistral es que tal irrupción no se sentía como un anuncio, pues el presentador lo planteaba como un juego. Se podía hasta intentar adivinar cuándo iba a colar el tema musical de turno a colación de algo que sucediera en la mesa del programa.

Era una televisión muy imaginativa y, cada temporada, intentaban reproducir esta estrategia comercial para que calara en la sociedad un éxito musical. Y King África terminó concursando en 'GH VIP'. Ya era su hábitat natural.

La tele sigue siendo el gran medio de masas. La única plataforma que llega en el mismo minuto a públicos millonarios. Pero la industria musical ya no necesita a la tele como antes. En la actualidad, la destreza está en colocar un buen estribillo con su pegadiza coreografía en las redes sociales. Y que los usuarios reproduzcan la danza, una y otra vez, en los vídeos de sus perfiles para, así, sentirse validados por el mundo que les rodea. Listo, de esta forma, hay canciones que ni siquiera nos gustan a la primera que acaban siendo himnos indiscutibles. La propia Rosalía ha utilizado esta táctica. El videoclip de Chicken Teriyaki estaba diseñado para que la gente calcara el baile desde casa y la canción, que desconcertó en principio, se quedara en el imaginario colectivo. 

Las pantallas van evolucionando, pero la industria musical sigue utilizando las técnicas de sobreexposición de siempre. Ahora ya no sólo los medios tradicionales son el soporte publicitario, ahora somos nosotros mismos los que desde nuestras redes sociales nos hemos convertido en los protagonistas del anuncio. Picamos el anzuelo, replicamos los bailes que se nos ponen en la agenda y, para sentirnos parte de la sociedad, los compartimos ilusionados en nuestros perfiles a la caza del like cuando, en realidad, ya nos ha cazado a nosotros mismos el marketing de la industria discográfica. Nos hemos convertido en el nuevo emplazamiento publicitario. Y hacemos, felices, el spot gratis. 

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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