Las empresas privadas tardaron menos de 15 días en posicionarse ante la guerra de Ucrania, convirtiéndose en una pieza importante en el juego de fuerzas en este conflicto. Desde el trágico incendio de una fábrica textil en Bangladsh en 2013 o la dramática simulación de la relación entre minerales y conflictos armados de la película Diamantes de sangre, no es un secreto para nadie el impacto que pueden llegar a tener algunas empresas sobre las personas y el planeta, en su compleja cadena de valor.

Desde entonces, los consumidores nos hemos vuelto más exigentes sobre lo que se esconde tras la marca de los productos que compramos. A su vez, los inversores, cada vez están más preocupados por el impacto sostenible que puedan generar los fondos, cada día más verdes y comprometidos. Incluso algunas empresas tienen una motivación real por reducir su impacto en el medioambiente y mejorar las condiciones laborales de las personas más vulnerables, introduciendo mejoras importantes en la manera como hacen negocios.

Una ley 'made in Spain' que garantice unos productos libres de explotación de las personas y del planeta

Sin embargo, el juego debe tener unas reglas claras y seguras, las prácticas (buenas y malas) no pueden estar sujetas únicamente a la voluntad de las empresas. Las trabajadoras precarizadas, las comunidades afectadas, las víctimas de explotación deben poder acceder a la justicia. Quien consumen debe tener la seguridad que lo que hay detrás de esos códigos de barras está controlado y es ético y respeta los derechos humanos.

El Gobierno español tiene una oportunidad de sacar adelante una ley made in Spain que garantice unos productos libres de explotación de las personas y del planeta lo antes posible.