![Algunos bumers, millennias y centennials caminan por la calle.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2022/06/13/pexels-ingo-joseph-9816.jpeg)
El proceso de etiquetado semi industrial que exige la sociedad en la que nos ha tocado vivir está logrando que las diferentes generaciones que conviven en el mundo se dividan cada vez más en compartimentos separados. Existe una expresión horrible llamada “taxonomía de generaciones” que nos encajona a cada uno en una serie de vivencias, hábitos, gustos y aficiones. Por supuesto, las generaciones se denominan con palabras inglesas, no vaya a ser que nos volvamos idiotas por utilizar alguna vez nuestro idioma.
Si naciste entre 1946 y 1964 eres un boomer. Si viniste al mundo entre 1965 y 1979 perteneces a la Generación X. Los famosos millennials son los que vienen después, entre 1980 y 1999, también se les llama Generación Y. Los que aparecieron por este valle de lágrimas a partir del 2000 son la Generación Z. Después del año 2010 viene la Generación Alpha. Antes de los boomers, por cierto, están los niños de la posguerra, los abuelos y bisabuelos de ahora, a los que han llamado Silent Generation. A estos últimos casi no hace falta ni citarlos.
Hay una tendencia a unificar comportamientos y a hacer una definición global por generaciones. Si viviste la posguerra eres una persona austera, trabajadora y sacrificada. Si eres un baby boomer, entonces ya tuviste vacaciones y te fuiste del campo a la ciudad. Si eres de la Generación X estarás toda tu vida dando la paliza con la EGB y su tropa de estéticos amantes de Espinete y Naranjito. Si eres un millennial, estás conectado y eres global. La sociedad te ama, pero empiezas a estar caduco. La generación Z es emprendedora, irreverente y autodidacta. La Alpha está todavía en el parque. A ver por dónde sale.
"El concepto de grupo modelado por experiencias similares que nos quiere vender la sociología vendida al marketing asusta un poco y debemos combatirlo"
Más allá del interés sociológico de este reparto, me niego a admitir una separación y un etiquetado tan facilón, una suerte de horóscopo al por mayor. No todo se justifica con la pertenencia a una generación. La identidad es algo más profundo. Las virtudes humanas se aprenden, sobre todo por emulación, y se perfeccionan en la familia. El concepto de grupo modelado por experiencias similares que nos quiere vender la sociología vendida al marketing asusta un poco y debemos combatirlo.
Todo esto suena a diferentes edades de crecimiento y engorde de las ovejas antes de llegar al matadero. Es preciso volver a lo individual, rebelarse, conocer mundo, conocerse a uno mismo y hacer cosas propias de otras generaciones. La libertad real supone ya un desafío: ser una persona diferente, consciente del panorama, sabia como los viejos, hambrienta como los jóvenes y alérgica a las etiquetas que te pone un algoritmo.
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