Pablo Echenique Portavoz del grupo Unidas Podemos en el Congreso
OPINIÓN

El PSOE votó en contra del impuesto a las grandes fortunas por error

El portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, en una sesión plenaria.
El portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique.
Europa Press
El portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, en una sesión plenaria.

El pasado martes llevamos al Congreso de los Diputados un impuesto a las grandes fortunas de más de 10 millones de euros para reforzar el estado del bienestar y acabar con los paraísos fiscales interiores como la Comunidad de Madrid. Lamentablemente, el PSOE votó en contra junto con el PP, Vox, Ciudadanos y el PNV —entre otros— y la ley cayó. He estado reflexionando mucho estos días al respecto y he llegado a la conclusión de que el voto negativo del PSOE tiene que haber sido un error.

Hubo quien dijo que nuestra ley tenía defectos, que estaba redactada con una mala técnica legislativa. Pero esto es mentira. La ley ha sido redactada con la ayuda de los mejores expertos de nuestro país, es pública, cualquiera la puede ver y cualquiera la puede remitir a su experto en fiscalidad favorito. Por lo tanto, este no puede ser el motivo del voto en contra del PSOE. Tiene que ser otra cosa.

También hubo algún grupo de los que votaron en contra que nos acusaron de intentar establecer una doble imposición con nuestra propuesta; algo que no se puede hacer en materia fiscal. Pero esto también es mentira. Precisamente para evitarlo, la nueva tasa complementa al impuesto de patrimonio y, de su base imponible, se reduce lo contribuido a este. Además, no puede haber doble imposición en Madrid donde no se paga nada. Así que este tampoco puede ser el motivo del voto en contra del PSOE, porque sería un motivo falso.

Lo que sí hacemos es descontar de la tasa estatal lo que ya se ha pagado de la tasa autonómica

Muchos dijeron también que esta nueva tasa invade competencias autonómicas. De nuevo, no es verdad. La realidad es que deja el impuesto autonómico de patrimonio intacto y lo complementa con una tasa estatal, de modo que CCAA pueden seguir haciendo con el impuesto de patrimonio lo que quieran. Lo que sí hacemos es descontar de la tasa estatal lo que ya se ha pagado de la tasa autonómica. De esta forma, allí donde no se paga nada, como en Madrid, la tasa estatal es más alta, lo cual desincentiva los paraísos fiscales interiores. Incluso suponiendo que el PSOE fuera muy escrupuloso con las competencias autonómicas, en este caso, no hay objeción posible que pudiese explicar un voto en contra.

Tampoco puede ser por el argumento de que habría que hacer una reforma fiscal integral de la que este impuesto pudiera —quizás— formar parte. Este razonamiento tampoco pasa el test de veracidad, puesto que ya se ha tocado, en esta legislatura, el impuesto a las transacciones financieras, la tasa Google o el impuesto de sociedades; cada uno por su cuenta y sin hacer una reforma integral.

Y tampoco puede explicar el voto en contra del PSOE la mentirijilla piadosa de que, supuestamente, el Gobierno ya habría dado importantes pasos en la dirección de la justicia fiscal. Apenas se ha hecho, en dos años, lo del párrafo anterior y alguna cosita más. Tres o cuatro reformas con un aumento de la recaudación bastante modesto y sin tocar significativamente los privilegios de los millonarios.

Alguno ha dicho también que el PSOE se habría opuesto a poner un impuesto a las grandes fortunas de más de 10 millones de euros por ser esta una competencia exclusiva de María Jesús Montero al frente del Ministerio de Hacienda. Pero claro, decir esto la misma semana que el Grupo Parlamentario Socialista presenta una ley para prohibir el proxenetismo —algo que es competencia directa de Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdadno se sostiene ni cinco minutos. Es evidente que la explicación al voto en contra del PSOE no puede estar ahí.

Durante estos años de pandemia y de crisis, lejos de sufrir o pasar dificultades, las grandes corporaciones han tenido más beneficios que nunca

Tampoco funciona —y quizás es uno de los argumentos más falsos de todos— decir que aumentar los impuestos podría frenar la recuperación económica. Todas las estadísticas indican que, durante estos años de pandemia y de crisis, lejos de sufrir o pasar dificultades, las grandes corporaciones han tenido más beneficios que nunca y los multimillonarios no han parado de aumentar en número y en patrimonio. Lo que sí podría frenar la recuperación económica es que el Estado no tuviera fondos para proteger a las familias, a la gente trabajadora y a los sectores más vulnerables, y eso e hiciera que se desplomara el consumo interno, gripando así la economía.

Por último, tampoco puede ser que el PSOE haya votado en contra del impuesto a las grandes fortunas porque tenga una voluntad de proteger los privilegios de los millonarios. Esto es absolutamente imposible y completamente inverosímil desde el punto y hora en el que la O de PSOE significa "obrero" y, al menos, yo no conozco ningún obrero que tenga más de 10 millones de euros de patrimonio.

Así pues, y habiendo eliminado todas y cada una de las explicaciones plausibles, solamente queda una opción: el PSOE se equivocó votando. Como el diputado Alberto Casero, pero de forma masiva, los 120 diputados y diputadas del PSOE votaron lo contrario de lo que querían votar por error. Puede parecer muy extraño, pero es la única explicación posible… y no deja de abrir una puerta a la esperanza. La esperanza de que, cuando volvamos a traer al Congreso una ley parecida, voten a favor.

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