Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

La noticia apareció hace unos días en algunos medios de comunicación. El alcalde de Madrid ha colocado como asesores a dos jóvenes miembros de las Nuevas Generaciones de su partido. Cobrarán cincuenta mil euros anuales. Tienen veintidós años y apenas han trabajado. Uno de ellos ha hecho prácticas y colaboraciones. El otro entra en el mercado laboral con la montera en la mano, como los toreros debutantes.

No es nada nuevo, por desgracia. El Partido Popular lleva tiempo realizando esta práctica tanto en Madrid como en varios gobiernos autonómicos y municipales. La persona que lidera las Nuevas Generaciones de cada cortijo sabe que tiene muchas posibilidades de entrar a trabajar en alguna institución como becario de lujo. Además, no solo se hace cuando se gobierna, también se hace en la oposición.

"Esta forma de entender la figura del asesor es una perversión del sistema y hace un flaco favor a la democracia"

Esta forma de entender la figura del asesor es una perversión del sistema y hace un flaco favor a la democracia. Se aprovecha la laguna legal e interpretativa que dejan las diferentes leyes en torno a las funciones del llamado personal eventual. Las juventudes de los partidos, con ciertas excepciones, suelen aglutinar a pelotas relamidos, adictos al concurso de debate de la facultad de Derecho, que buscan medrar cuanto antes, sin aportar nada a la sociedad y sin ganarse la vida por su cuenta ni siquiera un año.

Estos pegacarteles son dóciles, hacen el trabajo sucio, rebuscan porquería o la esconden, revisan facturas del rival, se encargan de las redes, arrastran a otros incautos y están siempre al servicio del amo. Asesoran poco porque no tienen bagaje, pero sí tienen una fidelidad incondicional al jefe que les garantiza el sueldo. Nos quejamos de la clase política y decimos que es un reflejo de la sociedad, pero el sistema funciona como funciona.

Estas organizaciones juveniles son un reflejo primario de los partidos políticos. Ahogan el talento, exigen militancia incondicional, colocan a sus miembros una mochila ideológica que no abandonarán hasta la jubilación y ofrecen un futuro si se sabe meter codazos y hacerse un hueco. Con decisiones como la de Almeida esto no cambiará nunca y los mejores, como ocurre desde hace ya un tiempo, saldrán huyendo de la política.