Mercè Perea Diputada del PSC en el Congreso y portavoz de la Comisión del Pacto de Toledo del GPS
OPINIÓN

Sacar del callejón a las víctimas de la violencia de género

Una niña con un cartel que reza 'A sociedad machista educación feminista' en la manifestación del 8-M.
Una niña con un cartel que reza 'A sociedad machista educación feminista' en la manifestación del 8-M.
EUROPA PRESS
Una niña con un cartel que reza 'A sociedad machista educación feminista' en la manifestación del 8-M.

Si existe un reto asumido por los socialistas desde su inicio en el siglo XIX fue la igualdad. También entre hombres y mujeres.

Decía Adriana Lastra que la causa de las mujeres tuvo en el PSOE, desde su origen, un referente indiscutible pues su causa es la defensa de la libertad, de la igualdad, de la justicia y del progreso social. No puede entenderse el feminismo sin el socialismo, ni viceversa. Son términos indisociables. Ambos contienen los valores democráticos.

Parafraseando a Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT: "el feminismo y el socialismo son dos corrientes de pensamiento que comparten los mismos enemigos que son la explotación, la desigualdad y la injusticia".

Hablar, por tanto, de igualdad es hablar de feminismo como seña de identidad en su acción política, en la forma de ser y de hacer de los y las socialistas.

Hoy hay un reto acuciante. La lacra que nos arrastra y nos sangra, literalmente, como sociedad: la violencia de género. Aquella violencia que se ejerce sobre la mujer por ser mujer.

Las políticas llevadas a cabo por los gobiernos progresistas de José Luis Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez fueron y son referentes globales. Muchos países han seguido el ejemplo de estos gobiernos de progreso.

Nos centraremos en el aspecto sociolaboral. La política de empleo es uno de los mecanismos con los que se puede garantizar los derechos y libertades de las personas a fin de que lleven a cabo su proyecto vital. Pues con mayor motivo en el caso de las mujeres que sufren violencia de género.

La independencia económica es clave en estas mujeres que sufren circunstancias dramáticas en su vida y que afectan a descendientes e, incluso, ascendientes.

Desde 2004, fundamentalmente desde 2005 con la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de protección integral contra la violencia de género, son ingentes las políticas desplegadas y los recursos destinados por los gobiernos progresistas para atajar la violencia de género que, si bien aún no son suficientes para acabar con esta tragedia, nos pone de manifiesto la importancia de la perseverancia de los esfuerzos llevados a cabo en esta lucha; demuestra que solo desde la obstinación y la tenacidad seremos capaces de ganar esta guerra, aunque sea batalla a batalla.

Un ejemplo es el programa de inserción sociolaboral para mujeres víctimas de violencia de género, cuya finalidad es ayudar a estas mujeres a acceder al mercado de trabajo; un programa de suma importancia pues es el primer paso para romper su dependencia económica con el agresor.

Pero podríamos enumerar otras medidas como la propuesta del grupo parlamentario socialista en el Parlament de Catalunya para la creación de un servicio de formación pre-laboral pensado para personas muy vulnerables. Concretamente mujeres que sufren peores condiciones para desarrollar un proyecto de vida autónomo. Mujeres de baja o nula titulación académica, sin experiencia laboral, con escaso dominio de las lenguas, o con falta de habilidades sociales y, desde luego, con baja autoestima.

Esta oficina tiene como objetivo empoderar a estas mujeres vulnerables, proporcionándoles herramientas para salir del callejón de la violencia.

Esta es una iniciativa. Hay otras más. Pero mientras no se acabe con esta lacra los poderes públicos nos hemos de sentir compelidos a perseverar.

Un reciente estudio de UGT explica que "la dependencia económica de la víctima en relación con el agresor dificulta la salida de las situaciones de violencia. El 71% de las víctimas destaca el desempleo y las situaciones de precariedad como los principales frenos para denunciar. Y la precariedad económica (72%,3%) y la baja autoestima (56,3%) son dos de las situaciones con las que más se sienten identificadas las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia en la pareja o expareja. El 85% encuentra dificultades para llegar a fin de mes".

El empleo es clave en la recuperación integral de la mujer. El empleo es una pieza fundamental para salir del círculo de los malos tratos. La obtención de este permite sortear múltiples dificultades y posibilitar que las mujeres recuperen su confianza y su autoestima, tan dañada.

Hay programas que están dando resultado. El programa de formación e inserción con compromiso de contratación para mujeres víctimas de violencia de género o de trata y explotación sexual es un ejemplo, pues está posibilitando que 23.200 mujeres completen un itinerario personal de capacitación e inserción profesional. No consiste solo en formar en términos profesionales o laborales, sino que lo combina con la recuperación emocional de las participantes; el diagnóstico de su empleabilidad y su formación es ajustada a las vacantes para su acceso a un trabajo digno. La empleabilidad se pone de manifiesto con el dato de que el 50% de las mujeres continúan trabajando seis meses después de acabar el programa.

Este es un ejemplo de tantos que, como dice Salvador Illa, "materializa las ideologías". Esto es poner nombre y apellidos a las políticas públicas, en este caso las dirigidas a sacar a las personas víctimas de violencia de un callejón sin salida donde hay que derribar sus muros. Políticas socialdemócratas, en definitiva.

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