Muchos conocimos a Ana Rosa Quintana en Veredicto (Telecinco, 1994). Un programa de esos que pueden salir muy bien o muy mal, pues venía a ser un juicio retransmitido por la tele. Sin ninguna validez legal, por supuesto. Acudían dos personas con un conflicto de andar por casa y Ana Rosa, desde la barrera, presentaba el percal. Y los dilemas morales enganchaban, había que quedarse hasta el final para ver quién era declarado, con el mazo, inocente o culpable. Daba igual que a veces los testimonios fueran tan sobreactuados que era difícil creerlo.
Pero Ana Rosa salió ilesa de aquello. Es más, salió querida por parte de la audiencia. No sólo ejercía de periodista lazando preguntas, sino que además mostró su capacidad para una inteligente ironía que desengrasaba el programa. Su lúcido humor en directo quitaba hierro en el punto perfecto a aquel arbitraje retransmitido y conectaba con la complicidad del público. Esa inteligencia para desdramatizar y diferenciar lo realmente importante de lo superficial con una sonrisa, evidenciaba que la televisión estaba descubriendo a una comunicadora de largo recorrido. Así fue.
Tres largas décadas después, Ana Rosa Quintana se ha convertido en una de las profesionales más influyentes de la televisión en España. Después de Veredicto llegó el impulso de Extra Rosa junto a Rosa Villacastín, después se independizó con el magacín Sabor a ti y, más tarde, regresó a Telecinco con el matinal El Programa de Ana Rosa. Imparable en una de las franjas más vitales para cualquier cadena, ya que marca el ritmo de la actualidad diaria.
Este fin de semana, tras siete largos meses de baja por un cáncer, Ana Rosa Quintana ha reaparecido ante los medios. No ha sido en un plató, ha sido en la fiesta veraniega de su productora Unicorn. Arropada por las principales presentadoras de su empresa, salió a saludar a una agencia de prensa que esperaba a la puerta.
Y, de nuevo, sus palabras han retornado a aquella ironía, sabía ironía, de hace treinta años. Al hablar de su enfermedad, al hablar de su corte pelo, al hablar de todo, el humor removiendo los silencios y planeando como aliado para digerir y terrenalizar los duros tragos de la vida. Ese humor que no siempre se destaca, pero que es una de las claves para que Ana Rosa Quintana haya trascendido el propio éxito televisivo para convertirse en simplemente Ana Rosa.
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