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Calviño se viste de presidenta en el Congreso y saca la artillería para defender a un Sánchez centrado en la Cumbre de la OTAN

La vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño.
EFE

Cuando, en noviembre de 2019, el presidente Pedro Sánchez anunció que Nadia Calviño sería su vicepresidenta si ganaba las elecciones, justificó su decisión en la "reputación nacional e internacional en el ámbito económico" de quien había sido una alta funcionaria europea desconocida entre el gran público hasta que Sánchez la eligió como ministra. Tres años después, ese perfil ha quedado anticuado. Desde hace unos meses, Calviño ha ido ganando peso político en un Gobierno no demasiado sobrado de figuras fuertes tras la remodelación que tuvo lugar el año pasado, y se ha convertido en una de las principales espadas del presidente a la hora de bregar con la oposición.

Solo hace unos días, la vicepresidenta se negaba a hacerse fotos en las que fuera la única mujer. Pero este miércoles en el Congreso fue la más fotografiada, sin necesidad de dejarse acompañar por nadie.

Ese es el perfil que salió a relucir este miércoles en la Cámara Baja. Con un Sánchez centrado en la cumbre de la OTAN y acuciado por la agenda internacional de España y la crisis abierta por las muertes en la frontera de Melilla, Calviño fue la máxima autoridad del Gobierno presente en la sesión de control, y tuvo que tomar las riendas de la respuesta del Ejecutivo a otro tipo de frentes, estos no militares: la dimisión del presidente del INE, Juan Rodríguez Poo, y sobre todo el hecho de que la inflación haya superado el 10% por primera vez desde 1985.

La imagen de Calviño y su jefe no podía ser más diferente para un espectador no demasiado atento a la actualidad que hiciera zapping entre canales. Sánchez tuvo una mañana triunfal de protagonismo: abrió la cumbre de la OTAN pidiendo "unidad", aseguró que "el mundo nos está mirando", y presumió del "gran orgullo" que le produce que Madrid acoja la cumbre de la Alianza Atlántica. Hasta se permitió dirigirse directamente al presidente ruso Vladímir Putin -a unos cuantos miles de kilómetros del Kremlin- para espetarle un "no vas a ganar".

Mientras Sánchez y la OTAN mostraban músculo ante Rusia -la única concesión en la cumbre fue la ensaladilla que se vendía en la cafetería a ocho euros la ración-, a Calviño le tocaba defenderse en el Congreso de los ataques de la oposición… con excusas que, también en su campo de batalla, miraban a Putin. Si el presidente defendía que el aumento de la capacidad defensiva de la Alianza "exigirá financiación", una manera poco directa de decir que la pagarán todos los ciudadanos, la vicepresidenta afirmaba que la subida disparada de los precios tiene mucho que ver con el "recorte de las exportaciones de gas y petróleo de Rusia" después de que PP, Vox y Cs disparasen sus cañones en esa dirección.

La presencia de Sánchez en la cumbre de la OTAN con el resto de los líderes aliados también le salvó de enfrentarse a un asunto mucho más mundano, como es la dimisión de Rodríguez Poo del INE, que la oposición aprovechó para insistir en la caricatura de un Gobierno que, aseguran, quiere asaltar las instituciones. PP, Vox y Cs espetaron a Calviño -que ha tenido sus más y sus menos en los últimos meses con el ya expresidente del INE- de haber presionado a Rodríguez Poo hasta forzar su renuncia para disimular los pésimos datos relativos a la subida de los precios.

La vicepresidenta, obviamente, lo negó "para que no quede ninguna duda". "Este es un Gobierno que respeta y apoya a las instituciones", aseguró Calviño, en su papel de número 1 interina, que insistió en que no ha tenido nada que ver con el cese de Rodríguez Poo. En mitad del rifirrafe, también se llevó un pescozón de propina el director del CIS, José Félix Tezanos, cuando el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, aventuró que el Gobierno "acabará colocando a otro Tezanos cualquiera, a alguien que no le importe perjudicar el buen nombre de otra institución", al frente del INE.

La vicepresidenta, no obstante, no estaba para bromas ni quizá para demasiadas fotos después de una mañana bregándose con la oposición. "Le pediría que no haga chistes ni critique a los funcionarios ni a los trabajadores del CIS y del INE", contestó a Espinosa de los Monteros. Y es que el Gobierno quiere ir cerrando frentes para garantizarse un final de curso político medianamente tranquilo, aunque en el horizonte ya se atisba un asunto que va a volver a tensar la relación del Ejecutivo con los socios: el pacto alcanzado para que EEUU amplíe su presencia militar en la base naval de Rota, que tendrá que aprobar el Congreso. Pero ese será el siguiente capítulo.

Redactor '20minutos'

Redactor de Nacional. Me hice mayor en Infolibre y llegué a 20minutos a finales de 2019. Sigo a Sumar y a Podemos y me paso la vida en el Congreso, donde también me encargo de la crónica parlamentaria. Cosecha de 1993.

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