Cómo se comunican y qué hacer para favorecer que perros y gatos se lleven bien

Imagen de archivo de un perro y un gato durmiendo juntos.
Imagen de archivo de un perro y un gato durmiendo juntos.
Ian Kevan / PIXABAY
Imagen de archivo de un perro y un gato durmiendo juntos.

De la misma forma que nosotros nos comunicamos con los animales con nuestro lenguaje, es decir, hablando, nuestras mascotas se relacionan con otras especies con su propio idioma lo que puede llegar a ser un problema cuando queremos convivir con dos animales de diferentes especies, como es el caso del perro y el gato.

"Se llevan como el perro y el gato", este dicho popular que hace referencia a una mala relación, viene de que estos dos animales tienen un lenguaje corporal en algunas ocasiones contrario, por lo que, hasta que se entienden, hay un periodo de adaptación lleno de tensiones. 

Por ejemplo, si un perro se acerca a un gato, éste mirará fijamente al primero, por lo que el perro, con la cola levantada, verá que el gato no desvía la mirada y lo interpretará como una amenaza. A su vez, el felino verá el peligro en la posición de la cola del can, por lo que erizará el lomo para hacer ver al perro lo grande que es.

Pero esto no significa que perros y gatos no puedan llevarse bien, lo contrario, pasado un periodo de adaptación y ambos aprendiendo el lenguaje del otro, pueden llegar a ser grandes amigos. Mireia Berenguer, especialista en conducta felina por la Sociedad Internacional de Medicina Felina (ISFM por sus siglas en inglés) y educadora canina en Kireba, nos cuenta más en profundidad como es esta comunicación interespecie.

El idioma canino y el idioma felino

"Los gatos y perros que conviven aprenden a leer la comunicación el uno del otro, igual que hacen con nosotros", explica. "No solo son grandes observadores, si no que disponen de mucho tiempo para hacerlo (mientras nosotros vemos la tele, ellos están pendientes de nosotros), además de que, al no tener la comprensión de nuestro lenguaje verbal, que muchas veces no va en consonancia con nuestro lenguaje corporal, no disponen de esa interferencia".

Más que hacer hincapié en las diferencias comunicativas, Berenguer destaca que ambas especies disponen de señales llamativas para comunicar que el otro se aleje. "Los gatos se arquean, erizan su pelo, gruñen o bufan; mientras que los perros gruñen o ladran. En ambos casos, si éstas no funcionan, aumentarán en intensidad", añade.

"Depende del temperamento, socialización y experiencia previa de cada uno de ellos que lo comprendan antes o que sean más precavidos. En cualquier escenario, intentarán evitar la pelea", asegura la especialista en conducta felina y educadora canina.

"Tanto gatos como perros tienen señales muy llamativas de comunicarle al otro que se aleje"

A la hora de introducir un miembro más en la familia, tenemos que tener en cuenta la situación en la que nos encontramos y determinar si va a ser algo positivo. "Para introducir un gato o un perro debemos hacerlo ligeramente diferente en función de cuál de los dos es el residente, ya que, por ejemplo, al gato le estresan mucho más estos cambios", detalla.

Cómo introducir un gato en una familia perruna

Si tenemos un perro en casa y queremos aumentar la familia adoptando un gato, deberemos hacernos varias preguntas antes. "Primero debemos pensar si nuestro perro va a ser capaz de convivir con un gato en cuanto al nivel de energía, la raza o su comportamiento en general, es decir, si trata de cazar gatos en la calle o no, si es muy posesivo con sus recursos, etc.", explica Berenguer.

"También debemos valorar si en nuestra casa es viable tener todos los recursos que necesita el gato y de la forma que los necesita, respetando a la vez el entorno del perro", comenta.

Si todo está a favor y decidimos introducir a un nuevo miembro, lo mejor es que sea un gato cachorro o bien un gato que ya sepamos que ha convivido de forma positiva con perros anteriormente. "No es que no podamos introducir otro tipo de gato, si no que estos son los elementos que pueden facilitar el proceso y que nos darán mayor probabilidad de éxito", añade la experta.

Ampliar la familia felina con un perro

En el caso contrario, si tenemos un gato y queremos introducir un perro, además de hacernos las mismas preguntas que en el caso anterior, tendremos que tener en cuenta el carácter territorial de los gatos y lo mucho que les estresa los cambios. "Las características del gato y del perro también influirán en todo el proceso de introducción, pudiendo ser más fácil y rápido o más complejo y lento", afirma Berenguer.

"Como pautas muy generales, cuando el residente es el gato y vamos a traer un perro a casa, debemos preparar la llegada y hacer que los cambios sean de forma progresiva", aconseja la especialista en comunicación felina. "Por ejemplo, si hay que hacer algún cambio en sus recursos (como mover su comedero de sitio para que el perro no lo alcance".

También podemos ir colocando los enseres del perro antes de su llegada, para que el gato los acepte como parte de la casa; o colocar difusores de feromonas felinas, ya que ayudan a que el animal se relaje. "Relacionado con esto, también se puede hacer un intercambio de mantas unos días antes, para que vayan reconociendo su olor e indirectamente el gato vaya formando un olor comunitario", añade la experta.

"Si observamos señales de rechazo es que estamos corriendo mucho en el proceso de adaptación y debemos dar un paso atrás"

"Es importante tener preparado un recinto temporal para el perro, de forma que el gato pueda decidir cuándo y cómo acerarse sin riesgo a ser perseguido", recomienda. "Y cuando estén el uno en presencia del otro, podemos darles comida muy rica para que hagan una buena asociación".

En cualquier caso, lo más importante que debemos hacer como dueños responsables en estas situaciones es "no forzar jamás a que se encuentren (poniéndolos uno en frente del otro), respetar los tiempos y tener en cuenta que los procesos de introducción y adaptación pueden ser muy largos, y nunca llegar al punto en el que se sientan afectados negativamente por la situación".

"Si observamos señales de que están a disgusto o que se rechazan (o peor aún, señales de amenaza o agresión) es que estamos corriendo mucho en el proceso y debemos dar un paso atrás", concluye la especialista en comunicación canina y felina.

Inés López
Colaboradora '20minutos'

Soy Inés López García. Me formé en la Complutense con la intención de acabar informando sobre animales y medioambiente. Tuve mi primera oportunidad laboral en el medio local 'Madridiario'; luego entré en '20minutos', donde pude escribir sobre cine, series y videojuegos, mis tres hobbies. Me mudé a Londres para mejorar el inglés y escribir sobre el Brexit y el covid en la distancia. En la actualidad escribo sobre lo que siempre quise, animales, en la sección Animaleros de '20minutos'.

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