"Una motomari ensaya aunque estemos a 40 grados", escribe Rosalía en sus 'stories' de Instagram. Nada de 'Motomami', ella ya es una 'Motomari'. Así la rebautizó por error Ana Blanco el otro día en el Telediario. 'Motomari' fue lapsus de tantos que suceden a diario en la tele, pero esta vez este traspiés verbal atesora la esencia de cómo la periodista de TVE se ha convertido en la presentadora que más años consecutivos ha presentado un informativo. 

Ni los cambios políticos ni los constantes cambios de directivos de Televisión Española, que remueven la programación cada vez que aterrizan, han podido con la credibilidad de Ana Blanco al frente del TD. Es referente de honestidad tranquila, pues explica las noticias al espectador con una naturalidad que está por encima de modas, retintines o tendencias. 

Cuando dice 'Motomari' Ana Blanco, en realidad, está representando a todos esos espectadores que nunca han entendido muy bien el nombre de lo nuevo de Rosalía. Ni lo entenderán. A veces, no hay que entenderlo todo. Twitter ha sonreído con el error, en la tele no se ha notado tanto. Porque el desliz representa la proximidad en pantalla de Blanco.

El fin del presentador de televisión

A menudo, cuando se habla de carisma a la hora de comunicar se piensa en la excentricidad de lo exagerado. De engolar la voz, de sobreactuar, de hacerse notar. Ana Blanco es la representación perfecta de carisma y, en cambio, no tiene nada que ver con esos equívocos estereotipos. 

Ana Blanco no estudió periodismo, es licenciada en pedagogía. Y ese punto didáctico se nota cada día en las noticias de su informativo. No necesita caminar por el plató hacia ninguna parte para retener la atención. Tampoco efectismos de gráficos y sonidos. Basta con su narración mirando a cámara. Hasta cuando se equivoca, habla consiguiendo que la entendamos. Tanto, que ha acuñado un nuevo término popular. Y Rosalía ya lo ha hecho suyo. Porque si lo ha dicho la voz de la credibilidad de Ana Blanco, tendrá que ser así.