Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Japón no se libra

El ex primer ministro japonés, Shinzo Abe, yace en el suelo tras recibir un disparo durante un mitin en la ciudad de Nara (Japón).
El ex primer ministro japonés, Shinzo Abe, yace en el suelo tras recibir un disparo durante un mitin en la ciudad de Nara (Japón).
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El ex primer ministro japonés, Shinzo Abe, yace en el suelo tras recibir un disparo durante un mitin en la ciudad de Nara (Japón).

El asesinato del ex primer ministro japonés, Shinzo Abe, deja bien claro que el terrorismo político no tiene fronteras. Hasta ahora Japón era uno de los países donde daba la impresión de que la estabilidad era un ejemplo de convivencia a pesar de tratarse de una sociedad que ejercita la violencia como tradición y enfrenta diferencias sociales aunque actualmente no provocan conflictos graves.

Shinzo Abe fue el jefe del Gobierno que se mantuvo en el cargo más tiempo desde la posguerra en dos etapas y era considerado como un buen ejemplo del ejercicio de la política con tacto, habilidad y honradez. La oposición le acusaba, lógicamente, de actuaciones con las que no estaba de acuerdo, pero siempre con el reconocimiento implícito de su ejemplo y habilidad política.

En Tokio nadie podía imaginarse que dos años después de abandonar el poder, ejercido sin grandes problemas y ninguno personal, un mal día fuese tiroteado en plena calle. Murió pocas horas después dejando detrás un buen recuerdo y la convicción de que fue un político fundamental para la implantación del Japón actual, con su desarrollo y prosperidad.

La imagen internacional de Abe siempre ha sido excelente. Como representante de una de las siete grandes potencias, junto a los Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, siempre participó con una influencia decisiva aunque sigilosa en las grandes decisiones. Su carácter, ajeno a la polémica airada era muy apreciada.

Aunque en Japón hay, como en casi todas partes, grupos partidarios de la violencia callejera y en algún caso hasta terrorista, el asesinato de una personalidad tan respetada y fuera ya de toda actividad susceptible de enfrentamientos es contemplada como insólita y ha causado una sorpresa mundial junto a la alerta del riesgo que asumen los que protagonizan la actividad política o han dejado en su pasado malos recuerdos.

El autor de los disparos que segaron la vida de Shinzo Abe, que se hallaba apartado de la actividad política por problemas de salud – a pesar de ser oficialmente el líder honorario del partido que le mantuvo en el cargo hasta 2020 – fue un ex marino de 45 años, portador de un arma casera, quien según las primeras opiniones estaba insatisfecho por decisiones oficiales sobre la evolución de su carrera militar.

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