El batallón ucraniano Shaman, los incursores de élite de Kiev que golpean a las tropas rusas en su propio territorio

Tropas ucranianas se preparan para tomar posiciones cerca de Kiev.
Tropas ucranianas toman posiciones cerca de Kiev.
EFE/EPA/STR
Tropas ucranianas se preparan para tomar posiciones cerca de Kiev.

Los chamanes están presentes en muchas culturas; desde las prehistóricas a las sociedades cazadoras y recolectoras de África, América, Asia y Oceanía. Se dice que el chamán tiene la capacidad de modificar la realidad o al menos la percepción colectiva de ésta. Al batallón de élite del Ejército de Ucrania le llaman Shaman precisamente por eso, por su capacidad casi mágica de infiltrarse en las posiciones del enemigo sin ser detectado.

Ese tipo de acciones de infiltración se hacen para sabotear al Ejército ruso. Es la especialidad del batallón Shaman, la 10ª División de Operaciones Especiales del Ejército ucraniano, que logra así golpear al otro lado de la frontera. Eso sí, el Gobierno de Zelenski casi nunca reivindica abiertamente estas operaciones.

En el proceso de selección hacen una marcha de 20 km con una mochila llena de arena mojada a la espalda

El batallón Shaman está formado por hombres de todos los estratos sociales y han sido seleccionados tras hacer, por ejemplo, una marcha de 20 kilómetros con una mochila llena de arena mojada a la espalda. Cuenta Corriere della Sera que entre ellos hay incluso un ex viceministro. Todos sus integrantes gozan de una excelente condición física y han recibido un entrenamiento avanzado de buceo, paracaidismo y escalada.

Acciones de inteligencia e incursión

Lo suyo son acciones de sabotaje en plena noche, técnicamente de inteligencia e incursión, como las que han llevado a cabo en Belgorod, Bryansk o Kursk. Allí han provocado explosiones en los depósitos de combustible y municiones, pero también en refinerías o infraestructuras de comunicaciones. El objetivo es deshacer la seguridad y la confianza de las tropas rusas.

La mayoría de las veces los rusos no pueden creer que hayamos conseguido visitarles"

Así lo hicieron, en el inicio de la invasión rusa, en la batalla del aeropuerto de Hostomel, donde habían aterrizado las tropas aerotransportadas rusas. Iban a acabar con el gobierno de Kiev y, en cambio, terminaron en una trampa de la resistencia. También estuvieron en Moshchun, al oeste de la capital. Los rusos llevaron a cabo una retirada táctica y los ucranianos les sigueron hasta la frontera con Bielorrusia.

"Estas operaciones en territorio enemigo son las más interesantes", asegura Adonis, seudónimo utilizado por un soldado del batallón, a The Times. "La mayoría de las veces los rusos no pueden creer que hayamos conseguido visitarles", comenta, aunque reconoce que últimamente están escaso de recursos, pero no de hombres. Dado lo extremadamente peligroso de sus acciones, los soldados son siempre elegidos de forma voluntaria.

En helicópteros a muy baja altura

Falta material. Pese a los envíos regulares que siguen haciendo especialmente Estados Unidos y Reino Unido, la sustitución de armas y equipos dañados es un problema casi diario. Es difícil moverse silenciosamente mientras se lleva encima el equipo completo y más si el clip de las gafas de visión nocturna está roto y uno tiene que sujetarlas como puede, cuenta a The Times otro soldado de Shaman, de nombre clave Veintidós.

Siempre estás disparando a las pelotas. Ahí no hay suficiente protección. Es mortal al cien por cien"

El batallón Shaman llega a territorio ruso en helicópteros que vuelan a muy baja altura para eludir las defensas antiaéreas. Eso mismo hizo Ucrania en Mariupol, para abastecer a los soldados del batallón Azov allí atrincherados.

"Nos ayudan a infiltrarnos y luego a exfiltrarnos. Son muy precisos y tienen planes que tienen en cuenta cada detalle", explica un comandante de Shaman a The War Zone. Luego, los soldaos se desplazan por tierra, colocando explosivos en los objetivos marcados.

Han pasado más de cuatro meses de guerra y el batallón sigue sorprendiendo a las tropas de Putin. Intentan enfrentarse a ellos a quemarropa para que la artillería no juegue papel alguno. "El primer tipo que me vio no nos esperaba. Le disparé desde unos siete metros de distancia, por debajo del chaleco antibalas... Siempre estás disparando a las pelotas. Ahí no hay suficiente protección. Es mortal al cien por cien", detalla Veintidós.

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