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Sánchez se reconcilia con sus socios, pero Unidas Podemos y ERC le exigen más

Era el inicio del Debate sobre el estado de la Nación, pero en algún momento llegó a parecer el comienzo de la luna de miel de la coalición que firmaron PSOE y Unidas Podemos en enero de 2020. El giro a la izquierda en forma de batería de medidas sociales del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le reconcilió con el ala morada del Ejecutivo, que la semana pasada estalló tras la aprobación casi secreta de un crédito de 1.000 millones de euros para Defensa. Eso sí, las felicitaciones trasladadas al presidente no cayeron en la complacencia, pues desde Unidas Podemos pidieron más. También desde ERC, con cuyo portavoz, Gabriel Rufián, Sánchez tuvo un duro enfrentamiento parlamentario.

Moncloa llevaba días avanzando que el presidente iba a tomar la iniciativa. No defraudó, a juicio de una de sus personas cercanas. Sacó del armario su traje más progresista dejando atrás el de la gestión y se puso a enumerar: dos nuevos impuestos extraordinarios -uno que afectará a los beneficios de las empresas energéticas y otro que gravará los resultados de las grandes entidades financieras-; la gratuidad de los billetes de varios viajes para los trenes de Cercanías y Media Distancia; o 100 euros más para los becados mayores de 16 años. 

Después, fuentes de Moncloa hicieron hincapié en la "carga ideológica" de un discurso que da "profundidad" a la legislatura, que termina en diciembre de 2023. Eso sí, el propio Sánchez defendió que no existió tal giro -mismo argumento que utilizó respecto a la nueva posición española sobre el Sáhara Occidental- al señalar que el Gobierno "siempre" ha tomado medidas de izquierdas que "trascienden" de ideologías. "Subir el salario mínimo interprofesional (SMI) a 1.000 euros es una medida que también gusta a votantes de otras formaciones políticas", dijo.

Las citadas fuentes restaron importancia al efecto que tuvo en las cotizaciones en Bolsa el anuncio de los nuevos impuestos a energéticas y grandes bancos, con caídas generalizadas. Desde Moncloa lo califican de "sobrerreacción" y defendieron estos tributos -con los que esperan que se recauden unos 7.000 millones de euros en dos años- porque van contra los beneficios extraordinarios que van a obtener por la actual situación económica.

Los colaboradores del presidente no fueron los únicos que celebraron su discurso. Tanto la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, como la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, festejaron lo que, a su juicio, suponía "reorientar" el rumbo del Ejecutivo de coalición después de semanas de tensión con el PSOE por la política migratoria o el rechazo de los socialistas a poner en marcha una reforma fiscal completa. Ni Díaz ni Belarra valoraron las medidas concretas, pero sí plantearon, en una primera opinión tras el discurso de Sánchez, que iban "en la buena dirección", aunque señalaron que el Gobierno debía ir más allá de lo ya anunciado.

"Como pedimos desde hace semanas, hoy se empieza a concretar el cambio de rumbo del Gobierno: recuperar el ritmo de avances sociales y acabar con los privilegios de las grandes empresas para estar a la altura de la gente", señaló en un hilo de Twitter la ministra Belarra, mientras la vicepresidenta Díaz insistió en que "las medidas son positivas para que no paguen los de siempre". El Ejecutivo, aseguró la dirigente, "hará lo que tenga que hacer frente la inflación", y el reflejo de esas medidas se verá en los próximos Presupuestos Generales del Estado, que a juicio de Díaz "serán decisivos para determinar quién paga la factura de la crisis".

La vicepresidenta segunda, no obstante, planteó que "desgraciadamente" se van a tener que tomar "muchas más medidas" por la gravedad de la crisis. Entre ellas, pidió singularmente que se aborde ya una "reforma fiscal" completa y puso en el punto de mira de cara a poner en marcha nuevos impuestos a "las grandes corporaciones que cotizan en Bolsa y tienen beneficios muy importantes".

Tal fue la buena sintonía entre socios de coalición que en un momento dado Sánchez defendió a Díaz. Lo hizo frente a Rufián que, como acostumbra, utilizó un tono crítico contra la presidenta. Tras enumerar votaciones del Gobierno salvadas por los republicanos y poner la presión política en el nuevo espacio de Díaz, Sumar, el portavoz independentista criticó la reforma laboral que salió adelante por el fallo de un diputado del PP, Alberto Casero. "Prefirió hacerse una foto con la CEOE que con ERC", le espetó. "Qué obsesión tiene con la señora Díaz, que no se puede defender -no podía intervenir en el debate-. Nos hicimos una foto con la patronal y con los sindicatos", le replicó Sánchez.

El tono del intercambio de intervenciones entre el presidente y el diputado fue casi como si no existiera el reencuentro, lema bajo el que se reunirá Sánchez con el president catalán Pere Aragonès el viernes. Y es que, tal fue la dureza de Rufián que llegó a exhibir tres cartuchos de bala para denunciar la muerte de al menos 23 inmigrantes a manos de las fuerzas de seguridad marroquíes que ocurrió hace unas semanas en la frontera de Melilla. El gesto irritó al presidente, que recordó que el Congreso ya tuvo balas el 23-F, en referencia al intento de golpe de Estado de 1981.

El portavoz de ERC también tachó de "rácano" el desempeño del Gobierno por lo escaso, a su juicio, de las medidas que está poniendo en marcha para frenar la inflación. Y aseguró que es necesario poner en marcha medidas "estructurales" y no coyunturales y extraordinarias, como son las que anunció este martes Sánchez. Entre las iniciativas que, a juicio de ERC, son urgentes, Rufián destacó una: "Un nuevo sistema fiscal basado en la justicia, porque la justicia ni es temporal ni extraordinaria, la justicia o es permanente o no es".

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