![Perros jugando.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2022/07/14/perros-jugando.jpeg)
El 10% de las adopciones no cuajan. Uno de cada diez animales adoptados, son devueltos a las protectoras de las que salieron y los problemas de comportamiento son la principal causa de estas devoluciones, traumáticas con frecuencia tanto para los perros y gatos afectados como para las personas que los introdujeron en su vida.
Cuando se miran los motivos por los que los animales son abandonados en primer término en el estudio de Fundación Affinity, el único serio que tenemos hasta que la Ley Nacional de Bienestar Animal vea la luz y comience a elaborar el que será el primero oficial en facilitar datos, los problemas de conducta también se encuentran en un lugar destacado.
Ansiedad por separación, tirones de correa, reactividad, estereotipias, destrozos, eliminaciones dentro de casa, agresividad... Pueden tener distintos desencadenantes y abordajes, pero contar con ayuda profesional lo antes posible es imprescindible. Y tardamos demasiado.
La educadora canina Sonia Losada lamentaba hace poco lo mucho que tardan los propietarios de perros en buscar su ayuda. Contaba que es habitual que lleven años con la problemática a cuestas, por lo que tratarla requiere mucho más tiempo y esfuerzo que en aquellos casos en los que los dueños acuden buscando ayuda al poco de manifestarse. He entrevistado a alguna que otra veterinaria etóloga que me ha manifestado lo mismo: personas que llegan con una situación enquistada pidiendo solución en tres sesiones. Milagritos a Lourdes, piensan los profesionales de la educación y la conducta animal. O a San Antón en este caso.
No tenemos interiorizada la urgencia; nos cuesta invertir tiempo y dinero con nuestros animales; creemos que buscar soluciones en Internet y aplicarlas a nuestra manera tendría que valer. Mientras tanto, el animal sufre, nosotros también, la convivencia se resiente y nuestra vida puede convertirse en un infierno por el comportamiento del animal que amamos, que en el peor de los casos acabará abandonado. Conviene leer, para entenderlo, el artículo de Patricia Gosálvez en El País: Se llama Lucas, pero yo ya le llamo Diazepam: así me ha sobrepasado que mi perro tenga ansiedad por separación.
Es verdad que es una realidad que está cambiando, que cada vez más propietarios de animales son responsables y buscan pronto ayuda, informándose para acudir a expertos actualizados, alejados de teorías desfasadas como la de la dominancia y que trabajan en positivo. Más rápido debería producirse esta transformación. Y más deberíamos acudir a los educadores y etólogos antes de que se despunten estos problemas; antes incluso de tener perro o gato, para conocer las pautas que seguir cuando ese animal llegue a casa, para sembrar a tiempo y recoger convivencias felices y plácidas.
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