Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

Venderse por un trozo de pan

Unicef reparte equipos de protección invernales en Siria y Afganistán
Imágenes en un campo de refugiados
Europa Press
Unicef reparte equipos de protección invernales en Siria y Afganistán

Con la vuelta al poder de los talibán en Afganistán, la pobreza y el desempleo no paran de crecer. Los afganos deambulan en busca de comida y ni siquiera pueden alimentarse a sí mismos ni a sus familias. Hoy en día, la mayoría de las personas han llegado al punto en que están dispuestas a vender partes de su cuerpo e incluso a sus hijos por un trozo de pan.

Tras la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN, todo se vino abajo. Las capitales fueron destruidas y los inversores huyeron, provocando el desplazamiento de miles de personas. El mercado laboral ha sido destruido, la ayuda exterior se ha detenido y los afganos no tienen dinero para sostener a sus familias.

Once meses después de que los talibán llegaran al poder, la pobreza y el desempleo no cesan. Algunos han recurrido al robo, asesinan o secuestran para conseguir comida. Otros venden a sus hijos para que no se mueran de hambre o se queden sin hogar.

Mohammad Asrar Akbari estudió Ingeniería en la Universidad de Balkh y se licenció "con mil ilusiones y sueños". Sigue inventando cosas, pero sus sueños "se han esfumado de golpe". Antes de la caída del régimen, era empleado del Ministerio de Energía y Agua. Ahora, a sus 25 años, trabaja duramente en una granja avícola para poder alimentar a los 10 miembros de su familia, pero el dinero que gana no es suficiente. "A un joven le duele mucho dejar atrás todos sus sueños para tratar de alimentar a su familia hambrienta. Fantaseaba cada día con ser un reconocido ingeniero en el mundo y servir a mi país y mi gente, pero me despidieron. Si no trabajo, ¿quién le dará el sustento económico a mi familia? ¿Quién le dará el pan a mis hermanos?", asegura con un nudo en la garganta.

Creo que los talibán no entienden cuánto dinero era necesario para financiar el gobierno y la economía del país. El 40% de la producción bruta del país se abastecía del exterior. Estados Unidos y otros países pagaron para mantener al ejército y a la policía. Y el 70% de los servicios en Afganistán eran financiados por una ayuda externa que se ha frenado de golpe. Un choque devastador motivado por un sistema bancario paralizado y problemas directos en los pagos, a lo que se le suma ahora una terrible sequía en las zonas rurales. En las ciudades, en el pasado, la gente recibía un salario y podía usarlo para recibir servicios. Ahora no hay control sobre el precio de las materias primas, que aumenta cada día, así como el precio de los alimentos en los mercados.

"No sé a dónde ir ni a quién recurrir"

Shima tiene 6 hijos y se encuentra en una encrucijada. Vive en una casa de alquiler que no pueden pagar desde hace seis meses. Además, uno de sus hijos enfermó hace poco y tampoco pudo pagar los honorarios del médico. En el horror diario, narra que si uno de sus familiares "no hubiera buscado ayuda, su hijo podría haber muerto". "¡Hasta cuándo va a seguir esta situación, no sé a dónde ir ni a quién recurrir!", relata. Su esposa desvela que él está desempleado y que pasa los días sufriendo: "Es muy difícil no saber qué decir a mis amigos", apostilla Shima.

Shabana es otra mujer que, como miles de afganas, sustenta a toda su familia. Enviudó y, tras la caída del régimen, perdió su trabajo de maestra. Relata que muchas enviudaron; otras, perdieron a sus hijos en los ataques suicidas de los talibán; están también las que perdieron la pista de sus hijos y no saben de su paradero; y las miles de personas que también perdieron partes de su cuerpo en los contantes ataques.

Madina solía trabajar en el Ministerio de Hajj y Awqaf. Ahora está desempleado en su casa, tiene cinco hijos y, por los problemas económicos que atraviesan, uno de sus hijos sufre desnutrición. Vive con el recuerdo del día en que varios de sus compañeros fueron asesinados en un atentado suicida a manos de los talibán. "Mi marido es funcionario, pero como no sabe pashto (idioma oficial en Afganistán), los talibán lo acosan", afirma su esposa mientras clama por la llegada de las organizaciones de ayuda al país: "Mis ojos y esperanzas están puestos en ellas".

Los talibán ante las expectativas de la gente

En su regreso al poder, los talibán se han hecho cargo y, a diferencia de su primera etapa en la década de 1990, la gente tiene grandes expectativas.

Aunque la guerra ha terminado por completo, el grupo ISIS todavía está allí. La 'paz' reina en el país porque los talibán ya no están involucrados en la guerra, sobre todo en las zonas urbanas, que era donde se producían sus ataques, y también en las zonas rurales, donde se acechaban desde el aire o por las noches. Este periodo de paz puede ser una ayuda para los negocios, para que circulen los materiales comerciales y las personas puedan reubicarse en el país. Pero estos puntos positivos no compensan el grave problema económico en el país.

La gente naturalmente dice que ha llegado la paz, pero no tenemos para vivir porque los precios se están disparando, dejando una situación muy desagradable a las puertas de un invierno que suele ser muy duro para muchos.

Quiero decir que los afganos han experimentado muchos problemas en el pasado, pero la situación ahora es más difícil que en los 90. Durante aquel período, la población era menor y la gente tenía acceso a la tierra para el cultivo. Un grupo que no tenía sustento en ese momento, tenía un terreno para sembrar trigo. Muchos se cuestionan ahora dónde está la comunidad internacional y las organizaciones de socorro que siempre expresan preocupación por la situación. ¿Por qué no toman medidas? ¿Dónde está el organismo de control de los Derechos Humanos? La gente se está muriendo de hambre y la ayuda que llega no se reparte entre todos de la misma manera. La situación está empeorando.

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