Estrés, presión y asombro de los brigadistas por la virulencia de los incendios: "Nos meten en la boca del lobo vendidos por mil euros"

Bomberos trabajando en el incendio de Losacio.
Bomberos trabajando en el incendio de Losacio.
Bomberos trabajando en el incendio de Losacio.

Hace apenas unas horas que Irene ha vuelto a su casa en Sanabria y no consigue conciliar el sueño. Regresa tras cuatro días luchando contra el fuego originado en Losacio, que ha calcinado unas 27.000 hectáreas en la provincia de Zamora apenas un mes después del dramático incendio de la sierra de la Culebra. El estrés, la tensión y el nerviosismo generados sobre el terreno no han desaparecido todavía y no le permiten descansar, por lo que su mente retorna repetidamente a las agónicas imágenes contempladas ante las llamas.

"Dormir es muy complicado, porque vienes nervioso, con mucha tensión. Vuelves mal. Es impresionante, muy duro. Has visto quemarse casas, animales... y llegas con mucha inquietud. Es un trabajo de mucha presión. Nunca pones en peligro a tu gente, pero es tu obligación apagar el fuego e intentas hacerlo lo mejor que puedes y lo antes posible", explica a 20minutos esta capataz de cuadrilla de tierra, al frente de un equipo de diez personas, que ya trabajó en el incendio de la sierra de la Culebra.

Su organización consiste en un sistema rotatorio en el que cada integrante del grupo trabaja durante cuatro jornadas seguidas y libra dos. Lo hace junto a seis compañeros, mientras otros tres esperan para darles el relevo. Ahora Irene acaba de comenzar sus días de descanso tras emplearse "incansablemente" en la lucha contra el fuego y no sabe dónde se reincorporará el sábado, ante la buena evolución del fuego en Losacio y el preocupante avance de las llamas en otras zonas. "Tengo que esperar a recibir órdenes", dice.

Irene, capataz de cuadrilla de tierra de Sanabria.
Irene, capataz de cuadrilla de tierra de Sanabria.
CEDIDA

En la extinción de ambos incendios zamoranos ha participado también Manuel, nombre ficticio de un miembro de la Asociación de bomberos forestales en lucha Castilla y León. "Nosotros estuvimos en el pueblo de Sesnández de Tábara. Lo vimos todo ardiendo, todo calcinado por dentro, la verdad es que impresiona mucho. Tres o cuatro de los compañeros de aquí de Zamora fueron ingresados por intoxicación de humo", cuenta.

Con "frustración y tristeza", ha contemplado desde Losacio cómo sus "dos pueblos", Candelario y Las Batuecas, eran pasto de las llamas 200 kilómetros al sur, en Salamanca. "Me toca muy dentro saber que han estado ardiendo, mientras aquí observamos a la gente desalojar sus casas, correr, gritar, increparnos, intentar salvar animales y dejarse la vida en ello. Ves las casas ardiendo, a los compañeros con ataques de ansiedad, de pánico...", relata.

Incendios "nunca antes vistos"

No obstante, el de Zamora y el de Salamanca no son los únicos fuegos que han asolado el país en la última semana. España se quema y lo hace como nunca antes. Las llamas han convertido la geografía nacional en un auténtico infierno y han devorado miles de hectáreas en Ourense, León, Cáceres, Barcelona y Zaragoza. En varios de estos puntos ha trabajado Juan, bombero de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) del Ministerio de Transición Ecológica, y afirma que el de Losacio supera "todo lo visto hasta ahora".

"Dormir es muy complicado, porque vienes nervioso, con mucha tensión. Vuelves mal. Es impresionante, muy duro. Has visto quemarse casas, animales... y llegas con mucha inquietud"

"La verdad es que el comportamiento que ha tenido el incendio de Zamora ha sobrepasado lo que hasta ahora conocíamos. Se han quemado unas 20.000 hectáreas en un día, en algo más de 24 horas. Nunca se había visto algo así, lo que se está viviendo este año no tiene precedentes en cuanto al número de incendios y a lo grandes que se hacen", detalla, antes de añadir que una de las características "más peligrosas" de estos fuegos son los repentinos cambios de viento. Con él concuerda Irene, que recalca las dificultades para programar las intervenciones ante estas variaciones inesperadas.

No obstante, el viento no es el único factor que está dificultando la actuación ante estos incendios, que Juan califica como "de quinta generación". A él se suma una "enorme sequía desde hace meses", la ola de calor y humedades relativas muy bajas, que hacen que sean "muy peligrosos para la integridad de los combatientes, de las personas de los pueblos y, en general, de todos", ahonda. Además, influye el "abandono rural", que aumenta el combustible (vegetación) y completa el "cóctel perfecto" para que ocurran estas desgracias.

Algunas de estas circunstancias obedecen al cambio climático, pero no todas, y el brigadista llama a la prevención en invierno con cortafuegos y limpieza en los alrededores de los pueblos. "Los profesionales de los incendios forestales llevamos años avisando de que este tipo de incendios podían ocurrir en España. Estos comportamientos, como el de Zamora, solo lo habíamos visto en Portugal y Grecia dentro de Europa y en California y Australia, sin llegar a lo que viven allí", destaca. 

Condiciones complicadas

Estas difíciles condiciones de trabajo de los bomberos forestales se agravan, afirma Manuel, a causa de la "desorganización, la descoordinación y la falta de comunicación". "Venimos quejándonos de esto desde siempre y, en este tipo de incendios, se nota más. No hay nadie que tome decisiones rápidas y claras. En Zamora, nosotros estuvimos sin hacer nada dos horas porque no nos daban indicaciones. Los vecinos nos cuestionaban, nos increpaban y nos pedían que salváramos sus pueblos, pero somos solo el último eslabón", recuerda.

"El comportamiento del incendio de Zamora ha sobrepaso lo que hasta ahora conocíamos. Se han quemado unas 20.000 hectáreas en un día, en algo más de 24 horas. Nunca se había visto algo así"

No son, sin embargo, los únicos problemas que estos profesionales afrontan. En algunos de estos enclaves han recibido avituallamientos "precarios", debido al "retraso, la poca variedad y la escasez", según denunció la Asociación Sindical Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León. "Normalmente nos dan un bocadillo, una pieza de fruta y agua, nada más. Eso si llega", apunta, y reconoce que, a veces, el abastecimiento puede resultar complicado, pero que debería mejorar.

Además, critica "la precariedad y la temporalidad", lo que redunda en una "brutal falta de profesionalización": "Nos están metiendo en la boca del lobo vendidos por mil euros. Tenemos compañeros, profesionales muy formados, que se marchan en busca de otro trabajo por motivos económicos y son sustituidos por gente muy joven. Estos chavales reciben una formación de 16 horas y, sin haber cogido nunca una mochila de 17 kilos o hecho una marcha, se enfrentan a incendios de estas dimensiones".

Por todo ello, desde la Asociación piden a la Junta una mejora en la gestión y un marco normativo que regule las condiciones laborales y los derechos de los bomberos forestales (catalogados en Castilla y León como "peones") en una suerte de estatuto básico, para garantizarles una mayor seguridad en su ejercicio profesional.

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