OPINIÓN

Fuga sin épica

Anna Gabriel, CUP
Anna Gabriel, CUP
EUROPA PRESS - Archivo
Anna Gabriel, CUP

Uno de los episodios más absurdos del procés, con todos mis respetos, fue la fuga de Anna Gabriel. Permanecer cuatro años alejada de tu país tras no personarte a declarar ante la justicia y que cuando te entregas, directamente te pongan en libertad, no tiene precio. Se podía intuir que ocurriera algo así, pero no por ello deja de ser surrealista. Desde un principio me pareció exagerado que la exdiputada abandonara España cuando el juez le citó a declarar por un presunto delito de rebelión, que finalmente derivó en desobediencia, pero sobre gustos no hay nada escrito.

Cargada de épica, la exdiputada llegó a declarar que sería Suiza la que decidiría qué hacer con ella e incluso llegó a plantear que en caso de extraditarla sería ilegal. Sin embargo, lejos de lo planteado, España optó por no emitir orden internacional de detención y entrega alguna, teniendo en cuenta que el delito del que se le acusaba no conllevaba penas de cárcel, aunque sí de inhabilitación y una multa, en todo caso menor que residir años en Suiza. 

La exdiputada permaneció en Suiza pese a que casi ya hace dos años una sentencia del TSJC, que condenó a cuatro miembros de la Mesa del Parlament por este delito de desobediencia, absolvió a una quinta persona, una diputada que al parecer estaba en un caso similar o parecido al de Gabriel.

Este no es el único episodio sorprendente del procés. Otro fue la huida de Puigdemont, dejando empantanados con la independencia a sus compañeros, y a quienes de una forma magnánima Junqueras llegó a comparar con los grandes de la filosofía. «Sócrates, Séneca y Cicerón también tuvieron oportunidad de huir y no lo hicieron», recordó. Casi nada. Esto lo dejo para otra.

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