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Patxi López, un hombre de consenso de la vieja guardia para relanzar al PSOE

Patxi López ha sido lehendakari y presidente del Congreso de los Diputados.
Patxi López ha sido lehendakari y presidente del Congreso de los Diputados.
Carlos Gámez
Patxi López ha sido lehendakari y presidente del Congreso de los Diputados.

En el 39 Congreso Federal que celebró el PSOE en Madrid en el verano de 2017, Patxi López aprovechó para aumentar su colección de merchandising socialista y se compró una taza con la mítica rosa. Mirándolo con perspectiva, ahora toma más sentido que nunca aquel refrán del chocolate y las dos tazas. Porque López vuelve a la primera línea política. Y lo hace de la mano de Pedro Sánchez, el hombre que entonces le derrotó en unas primarias en las que también concurrió la eterna candidata, Susana Díaz, apaciguada ahora en el Senado.

Elegido como nuevo portavoz del PSOE en el Congreso, la intención es dar al electorado dos tazas de socialismo. Este es el objetivo principal del presidente del Gobierno, quien, sabedor del ciclón electoral que será 2023, necesita un partido movilizado y en tensión, que olvide el enfrentamiento vivido en el partido en los últimos meses entre la ex vicesecretaria general Adriana Lastra y Santos Cerdán, secretario de Organización, y lograr que el grupo parlamentario potencie los logros legislativos del Gobierno.

La tarea de levantar el vuelo de un partido en horas bajas no será fácil, pero López está acostumbrado a que sus trabajos sean difíciles. Nacido en Portugalete el 4 de octubre de 1959, se impregnó de socialismo desde pequeño. Su padre, Eduardo López Albizu, fue un alto dirigente de la Unión General de Trabajadores (UGT) y por su casa pasaron durante la clandestinidad a la que el franquismo relegó a la izquierda dirigentes de la talla de Felipe González o Joaquín Almunia. También Ramón Rubial o Manuel Chaves.

Él se afilió a las juventudes en 1977, dos años después de la muerte del dictador Francisco Franco y apenas cumplida su mayoría de edad. Cinco lustros después fue nombrado líder del Partido Socialista de Euskadi (PSE) en sustitución de Redondo Terreros. Ahí comenzaron sus propias plusmarcas personales: en ese puesto se mantuvo 12 años, siendo el secretario general del PSE que más tiempo ha estado en el cargo.

No es para menos, porque tras su llegada, los socialistas vascos -siempre a la penumbra de PNV- lograron llegar a la presidencia de la comunidad autónoma. En 2005, la primera vez que concurrió como candidato, estuvo a punto de superar a Juan José Ibarretxe, de quien se quedó a un escaño en la sesión de investidura. Cuatro años más tarde tuvo más suerte y, gracias a los votos del PP y de UPyD, y aprovechando la ilegalización de la izquierda abertzale, fue investido como el primer lehendakari no nacionalista de la historia del País Vasco.

En su discurso de investidura destacó "su firme voluntad de diálogo y consenso", unos atributos que también subrayan de él personas que le conocen. En el puesto estuvo solo tres años -lejos de los diez que estuvo Ibarretxe y de los que cumplirá este año Íñigo Urkullu, lehendakari en activo-, pero en ese tiempo la banda terrorista ETA comunicó que abandonaba las armas. Es el hecho que más destaca de su mandato. Además, será un valor en su nuevo puesto como alto mando socialista, porque si la oposición sigue recordando a ETA cuando el Ejecutivo vuelva a pactar con Bildu -un movimiento que se está empezando a convertir en habitual-, López es visto como la persona perfecta para responder. 

Sus logros políticos no terminaron ahí. Tras dejar el País Vasco, fue nombrado responsable del Área de Acción Política y Ciudadanía en la primera Ejecutiva Federal del PSOE de Pedro Sánchez, que entonces se impuso a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias en las primarias. Dos años más tarde, logró concitar el apoyo de Ciudadanos y la abstención de Unidas Podemos para ser elegido presidente del Congreso de los Diputados -el primero vasco- en una legislatura que fue fallida porque los morados no aceptaron el pacto de los socialistas con los naranjas.

Lo demás ya es historia. Conforme la figura de Sánchez se iba apagando, su figura se iba diluyendo, al igual que su defensa -como lo hacía el secretario general- de que el PSOE no se abstuviera para llevar a Mariano Rajoy a la Moncloa. Una vez convocadas las primarias -que volvió a ganar Sánchez, dio la sorpresa al montar una candidatura con la idea de dar a los socialistas una tercera vía que evitara el choque frontal entre Díaz y el presidente. No lo logró, Sánchez arrasó y él quedó relegado a un tercer puesto -por detrás de Susana Díaz- en el que esperó su momento. Ha llegado ahora. El pasado siempre vuelve.

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