Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

A la intemperie

Voluntarias de Arrels hablando con un sintecho.
Voluntarias de Arrels hablando con un sintecho.
ACN
Voluntarias de Arrels hablando con un sintecho.

Un calor asfixiante se ha apoderado de la atmósfera de la ciudad. A escasos metros de las puertas de un lujoso hotel dormita un hombre sobre un viejo colchón. A sus pies un hatillo de no se sabe muy bien qué, junto a sus manos un recipiente con cuatro monedas. Dos calles más allá el transeúnte se encuentra con una estampa similar. 

Cuentan las entidades y los servicios sociales de la municipalidad, que son casi 2.000 los sintecho que duermen al raso y deambulan por las calles de la ciudad. Para algunas almas de cántaro el fenómeno es un tema estético y de imagen que las autoridades deberían solucionar con contundencia. Para muchos otros, afortunadamente, es un problema social y humanitario que urge remediar con suma sensibilidad. 

Para algunas almas de cántaro el fenómeno de los sintecho es un tema estético y de imagen que las autoridades deberían solucionar con contundencia. Para muchos otros, afortunadamente, es un problema social y humanitario que urge remediar con suma sensibilidad

Cuenta la Fundació Arrels que a lo largo de estos dos últimos años el número de personas viviendo en la calle ha aumentado significativamente. La crisis no perdona, está ahí. A pesar del esfuerzo de algunas entidades y ayuntamientos, la situación no mejora sino que se agrava y, el plan que pretende impulsar la Generalitat contra el sinhogarismo, aun no es una realidad. 

Dicen los expertos que conviene, en este tema, intervenir pensando a medio y largo plazo; obvio, pero urge actuar también cuando afloran los problemas puntuales. Vivir a la intemperie en plena ola de calor es desesperante y peligroso. Perdonen mi enfermiza subjetividad pero creo haber visto más gente que nunca durmiendo sobre las aceras en condiciones extremas e insalubres, ergo...

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