![Rosalía presenta "Motomami" en Barcelona](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2022/07/23/rosalia-presenta-motomami-en-barcelona.jpeg)
Dicen que todo está inventado. Hasta los conciertos sin músicos. Rosalía no es la primera ni será la última que actúa sin una banda en directo. Los más puritanos del lugar pueden criticarlo, están en su derecho, pero su show está en otro punto: es un espectáculo creado por y para la era de la multipantalla en la que vivimos.
Motomami Tour, o Motomari Tour como rebautizó Ana Blanco en directo en el Telediario, entrega al público un concierto en el que todo el protagonismo recae en Rosalía. Su voz desnuda, su voz vestida, su baile, su espontaneidad medida e incluso su cara preparada para generar memes.
Rosalía es una artista de la viralidad. Su música experimenta con raíces analógicas, la tecnología digital y narrativas de las aplicaciones móviles. De hecho, el concierto está diseñado para la catarsis de un público que danza mirando la pantalla de su móvil. Así también se consume música ahora y el escenario de la gira es un juego donde una autopista blanca, en la que todo se puede proyectar, está custodiada de dos pantallas verticales de Led por las que ver mejor el espectáculo. Un cámara persigue sin pudor en escena a Rosalía y Rosalía saca un móvil gigante con el que autograbar al personal cuando se pasea al lado del público.
La música de la actualidad ya no la descubrimos sintonizando la radio, la encontramos bailando treinta segundos con el teléfono en la mano".
El show de Rosalía no sólo está pensado para bailarse in situ, sino también para reverse a través de los móviles de los asistentes. En el día a día, pensamos que interactuamos con los artistas de tú a tú gracias a la cercanía de sus redes sociales. En los conciertos queremos sentir esa misma espontaneidad sin intermediarios, pero multiplicada porque está realmente frente a ti. Así que ya no vale con ver al artista en la lejanía. Reto logrado por el equipo de Rosalía, que evita que la cantante se quede perdida entre objetos decorativos. Su propuesta estética se focaliza en solo, solo y solo ella.
Hay un ballet pretendidamente modernícola, sí. Pero la gira es la de su consolidación como la gran estrella española internacional y el escenario consigue esa predisposición estética que potencia su aureola de diva única. Todo está planificado para verla y vivirla como protagonista absoluta. No sólo con tus propios ojos, sobre todo con los de las pantallas gigantes. Y vibrar. Y danzarlo. Y gritarlo. Y, también, grabarlo. Grabar la grabación que graba el cámara que está junto a Rosalía. Suena hasta absurdo, paradojas de esta época, pero el arte de Rosalía, que es mucho, se amplifica por obra y gracia de entender cómo asistimos a la música en la realidad superprocesada digitalmente de la actualidad.
Un universo que el equipo motomami ha conseguido transmutarlo al ADN de su gira donde cantas, bailas y además grabas para sentir y constatar que has estado presente allí, con Rosalía. Porque, guste o no, la música de la actualidad ya no la descubrimos sintonizando la radio, la encontramos bailando 30 segundos con el teléfono en la mano.
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