Los vecinos de Arganzuela se plantan ante los ruidos, las peleas y la basura en sus portales: "Cuando voy a trabajar, no sé qué encontraré"

La barra de la discoteca Shôko de Barcelona el pasado 8 de octubre.
Gente en la barra de una discoteca.
Marta Casado Pla / ACN
La barra de la discoteca Shôko de Barcelona el pasado 8 de octubre.

Los vecinos de la calle Cáceres en el distrito de Arganzuela de Madrid denuncian que llevan más de cinco años sin poder descansar por el ruido y las trifulcas que se generan a la salida de los bares de la zona a altas horas de la noche.

Sufren ruidos, gritos, y peleas desde las 23.00 horas que en ocasiones se prolongan incluso hasta las 15.00 de la tarde del día siguiente. Según su testimonio, esta problemática se debe a los tres establecimientos de ocio nocturno colindantes ubicados en un tramo muy pequeño de los bajos de un edificio residencial.

La música alta, los gritos de madrugada y la basura en sus portales mantiene a los vecinos en vilo y genera, en sus propias palabras, "cierta inseguridad". "Dormimos con las ventanas cerradas y, a pesar de eso, seguimos escuchando el ruido. Es una calle muy tranquila y los vecinos estamos cansados de que todos los días de la semana tengamos que soportar esto", comenta Ana (nombre ficticio), una vecina de la zona.

El pasado mes de mayo, uno de los 'after' de la zona fue escenario de una pelea multitudinaria que terminó con 11 detenidos y 7 heridos. "Un día estaba desayunando con la ventana del salón abierta y comencé a escuchar muchos gritos. Al asomarme pude ver a un hombre ensangrentado justo bajo mi ventana", relata Ana.

La presencia de la policía en la zona se ha convertido en habitual, los vecinos llaman cuando escuchan peleas o cuando el ruido es excesivo, pero los agentes no pueden hacer más que pasear delante de los establecimientos y cachear si fuera necesario. La problemática sigue persistiendo y, según esta residente de la calle Cáceres, "hay vecinos que han llegado a ser agredidos", una situación que provoca incomodidad, miedo e inseguridad. "Por la mañana cuando me voy a trabajar nunca sé qué me puedo encontrar: vomitonas, gente tirada en las escaleras, botellines, vasos de plástico... Da un poco de miedo", comenta Ana.

Los residentes de la zona y las comunidades de vecinos se han plantado ante esta situación para interponer denuncias y evitar así que los problemas que causan estos locales sigan interfiriendo en sus vidas.

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