Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

El hijo de Leonor

Princesa Leonor
Princesa Leonor
GTRES
Princesa Leonor

"¡No, con Paquita, no!"- de esta guisa respondió Isabel II cuando le comunicaron que su futuro marido iba a ser su primo el infante Francisco de Asís. Fue el rey francés Luis Felipe el que tuvo la feliz y absurda idea. Y es que la República vecina no cejaba en su intento histórico de acabar con España. Si la invasión de inicio de siglo había resultado estéril, qué mejor fórmula para acabar con el viejo imperio que no dar satisfacción a las pulsiones uterinas de una Reina a la que no había mozo que se le resistiera. El rey de Francia presupuso que el elegido, un reconocido homosexual, no sería capaz de dar un sucesor a la Corona española. Sin embargo, la bravura incontenible de Isabel II no quedaba confinada en la estrechez sexual del lecho conyugal. Muy al contrario, era huésped de otros tálamos menos lúgubres que el de su infausto marido, y pudo cubrir sus ansiedades sin riesgo de consanguinidad. El fracaso del urdidor francés fue clamoroso porque del vientre de nuestra Reina nacieron 12 vástagos, de uno en uno, y teniendo a Francisco de Asís como testigo impávido de la fuerza copulativa y copuladora de su esposa.

A Isabel II le siguió en la línea de sucesión el Rey Alfonso XII, fallecido con veintisiete años pero con una prole nada despreciable a esa edad de tres hijos. Luego llegaría el Rey Alfonso XIII con 7, Juan de Borbón con 4, el Rey Juan Carlos I con 3 y el Rey Felipe VI con dos hermosas hijas, Leonor y Sofía. En pleno debate sobre el momento idóneo para que la futura Reina de España haga su juramento programático en sede parlamentaria, en este instante de nuestra historia, nadie sabe si tendrá descendientes. Y nadie lo sabe porque es ciencia incierta e infusa la que versa sobre el amor y sobre la fecundación. De continuar la flecha del cuadro de descendencia de la Familia Real española, la tendencia irreversible sería la del advenimiento del unigénito. Tampoco hay que exorcizar ningún maleficio patrio, porque la proyección de natalidad de la Corona española es muy similar a la de las Familias Reales de Japón, Inglaterra o Marruecos.

Recientemente el Instituto Nacional de Estadística ha hecho público un informe en el que revela que la natalidad en España ha caído al nivel más bajo desde 1941. Hace ochenta y tres años que terminó la Guerra Civil, noticia que ha pasado muy desapercibida entre algún currutaco de la nueva generación de políticos en nuestro país. En aquellas oscuras horas, se alumbraron los niños de la Guerra, muchos de ellos fallecidos tristemente en los tiempos de la peste de nuestros días. Pues bien, terminada la Guerra se concibieron un 25% más de bebés que en la España contrita de 2020 y 2021, con una población actual con veinte millones más de habitantes. Vendrán a decir algunos ingenuos complacientes que la escasa natalidad está asociada a las penurias y a la falta de recursos de las familias en la actualidad. No dudo de que haya una parte que sea así, pero no dudo tampoco de que hay un factor más profundo que nos hace ser muy diferentes a aquella generación de españoles de la hambruna de posguerra. Se llama hedonismo.

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