Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Tomatina o Cipotegato: cuando el marketing devora a la tradición

Zaragoza.- El Ayuntamiento de Tarazona abre este jueves el plazo de inscripción para el sorteo del Cipotegato
El Cipotegato de Tarazona y el tomatazo de ser un segundón
AYTO. TARAZONA
Zaragoza.- El Ayuntamiento de Tarazona abre este jueves el plazo de inscripción para el sorteo del Cipotegato

Nuestra cultura es amplia en fiestas, celebraciones, juergas diversas y cachondeo. Tenemos algunas costumbres realmente bizarras que, año tras año, ocupan su cuota de protagonismo. Durante estos días, dos localidades españolas dedican un día de sus fiestas a realizar una batalla campal de tomates. Por supuesto, aparecen en los informativos de las cadenas de televisión y ocupan el espacio de esa noticia amable y divertida reservada para el final del verano.

El Cipotegato de Tarazona se celebra el 27 de agosto y algunas teorías sitúan su origen en el siglo XVII. Tiene, en cualquier caso, documentados en el archivo municipal pagos por sus servicios a principios del siglo XX. El lanzamiento de los tomates vino más adelante. Entre los diferentes estudios destaca el del historiador Javier Bona que lo relaciona con el “Pellexo de Gato”, que era un personaje que ahuyentaba a los niños para que no molestaran en la procesión del Corpus Christi. En Tarazona hay 10.500 habitantes y el ayuntamiento aporta cinco toneladas de tomates para el festejo.

¿Por qué se habla tanto de la Tomatina y tan poco del Cipotegato?

La Tomatina de Buñol tiene su origen en agosto de 1945. Hay una teoría, que no aparece en la web de la fiesta, que dice que un habitante de Tarazona llamado “El Deivi” importó la idea del Cipotegato a Buñol. Otra teoría habla de una tradición surgida a través de una batalla campal espontánea de verduras surgida entre jóvenes. Buñol tiene 9.500 habitantes. El ayuntamiento de la localidad aporta 130 toneladas de tomates.

¿Por qué se habla tanto de la Tomatina y tan poco del Cipotegato? La tradición, el emplazamiento, el interés del personaje, el nombre tan sonoro y castizo darían una teórica ventaja a la fiesta aragonesa. Sin embargo, no es así. La Tomatina, que tiene un nombre blandengue, un emplazamiento más difuso y una puesta en escena mucho más sencilla, con un grupo de jóvenes tirando tomates desde un camión, se lleva la mayor parte de la atención.

Comparación de las búsquedas de ambas fiestas en la herramienta Google Trends
Comparación de las búsquedas de ambas fiestas desde el año 2004
Google Trends

¿Por qué sucede esto? Por mérito de unos y torpeza de otros. Los políticos de Buñol confiaron la promoción de su fiesta a una empresa de marketing de Valencia con un nombre divertido y un talento evidente. Los resultados saltan a la vista. La localidad aragonesa, por su parte, sigue sin enterarse de nada. Es un caballo ganador que no ha escuchado el pistoletazo de salida. 

El mundo se mueve de otro modo y la Tomatina, con su página web, aplicaciones, logotipos, agencia, contacto, prensa y hasta juegos de realidad virtual, es más conocida y relevante que el Cipotegato, que tiene una información algo cutre en la página web municipal. Si yo fuera habitante de Tarazona, estaría muy enfadado. Si fuera de Buñol, estaría orgulloso. Y si estuviera en la corporación municipal de Tarazona me pondría a trabajar para no dar tanta pena. Bienvenidos al siglo XXI. 

Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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