Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El debate que todo lo debate silenció al periodismo

Lo debatimos todo, pero todo no es debatible.

Todo es mentira
Todo es mentira
Cuatro
Todo es mentira

Hubo un tiempo en el que el debate escaseaba en televisión. Había voces que incluso pronosticaban el peligro de abusar de la tertulia, pues podía disfrazar la especulación como información. Sin embargo, el cambio de la forma de consumir los medios de comunicación ha propiciado que el debate sea el gran contenido diario de las cadenas tradicionales. 

La televisión tradicional se diferencia de las plataformas bajo demanda como ventana en directo a lo que sucede en el mundo. Los programas con tertulia son perfectos para este cometido: son baratos al poder rellenar un largo tiempo de programación con mismos protagonistas, son efectistas porque juegan con la tensión de la indignación fruto del choque de ideas y, además, cuentan con un punto de imprevisibles porque se alimentan del frenesí del directo.

El debate se puede enfocar de muchas maneras, pero las cadenas de televisión han ido interiorizando que la tertulia que funciona es aquella que se nutre del espectáculo de la controversia. Da igual el conocimiento sobre el tema de aquellos que hablan, lo crucial es el enfrentamiento de posicionamientos ideológicos estereotipados para que, así, sean fáciles de remover la atención del espectador. Que sea complicado perderse, aunque no se siga el hilo del show.  

Incluso la tertulia política ha aprendido del reality de los antiguos programas del corazón. Cada vez es más habitual que se utilicen las mismas dinámicas de formatos de entretenimiento liviano a temas de actualidad decisivos para la convivencia social. En la pantalla ya cualquier asunto se pueden polemizar con idénticas artes escénicas.  Sea un desamor de Ortega Cano que una vulnerabilidad social.

Esta semana, ha sobresaltado el tratamiento de la cruda realidad del cambio climático en Todo es mentira de Cuatro, espacio que mezcla actualidad, denuncia, humor y políticos. Explosiva suma de elementos. Fue invitado un experto en la materia, Javier Peña, e intentó dar datos sólidos y contrastados sobre el calentamiento global que no están a debate. Son así. Pero da igual, la tele lo pone todo a debate. A veces, hasta los derechos humanos. Trágico. Y, en esta ocasión, la ciencia fue rebatida por dos políticos, Javier Hervías y Esperanza Aguirre. Dos contra uno. No aportaban argumentos, sólo pinchaban. Porque para eso son requeridos por el programa, para azuzar ideológicamente en una tele que ha interiorizado que todo es opinable. La verdad es indiferente, ya lo dice el nombre del propio programa Todo es mentira. De hecho, el espectador parece que ni castiga los embustes. 

Estamos naturalizando colocar al mismo nivel los negacionismos fanfarrones y el conocimiento contrastado. Lo importante es el entretenimiento fruto de las chispas del enfrentamiento que, dicen, suben la audiencia. Aunque el tema sea tan sensible que olvida que está en juego el futuro de todos. En la cortoplacista e individualista egolatría del espectáculo, qué más da el futuro si quizá cuando llegue ya seremos pasado. La curva de share manda, los bulos crecen con los relámpagos de los maestros del eslogan y, al final, debatir todo, todo el rato, silencia el periodismo.

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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