María José Agejas Comunicación de Oxfam Intermón
OPINIÓN

Hoy, Pakistán. ¿Mañana?

Una mujer junto a varios niños durante las inundaciones de Sukkur, provincia de Sindh, en Pakistán.
Una mujer junto a varios niños durante las inundaciones de Sukkur, provincia de Sindh, en Pakistán.
EFE / EPA / WAQAR HUSSAIN
Una mujer junto a varios niños durante las inundaciones de Sukkur, provincia de Sindh, en Pakistán.

Un monzón salvaje, desproporcionado, está causando un enorme sufrimiento en Pakistán. Las lluvias han inundado una tercera parte del país, y aún se espera que el nivel de las aguas siga subiendo durante el mes de septiembre. Familias enteras, expulsadas de sus hogares por la crecida, se han asentado a las orillas de las carreteras, o caminan hacia lugares menos afectados en busca de seguridad. Cosechas, casas, ganado, puentes… las pérdidas son descomunales. Pueblos enteros han desaparecido bajo las aguas.

La ministra de cambio climático de Pakistán ha descrito la situación como un desastre de proporciones épicas. Hay muchos factores que contribuyen a las inundaciones y la comunidad científica está ya realizando complejos cálculos para saber qué peso ha tenido el cambio climático en esta ocasión. Pero ya adelantan que el incremento de las lluvias, el deshielo de los glaciares que coronan las montañas del país o el aumento de las temperaturas son señales del calentamiento global que han precipitado la tragedia que vive el país. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, no alberga dudas: "Dejemos de caminar sonámbulos hacia la destrucción de nuestro planeta por el cambio climático", ha dicho. "Hoy es Pakistán. Mañana podría ser tu país".

Pakistán produce menos del 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y sin embargo está entre los diez países más vulnerables a los efectos del cambio climático.

Así es siempre: quienes menos contribuyen al cambio climático son sus principales víctimas. Y quienes menos contribuyen son las personas y los países más pobres. Dicho en números: el 1% más rico de la población mundial emite por sí solo el doble que la mitad más pobre de la humanidad. Dicho en un ejemplo: las emisiones que genera el vuelo de un milmillonario al espacio superan las que producirá una de los mil millones de personas más pobres del planeta a lo largo de toda su vida. La crisis climática también es, por tanto, una cuestión de desigualdad. Y es en esa clave en la que deben buscarse las soluciones.

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