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Un país dividido y en crisis: así es el Reino Unido que hereda Carlos III

Son muchísimas las generaciones de británicos y británicas que no conocen a otro jefe de Estado que no sea la reina Isabel II. Con la muerte de quien ocupó el trono durante setenta años el país entra en un cambio de época y será el nuevo monarca, Carlos III, el que asuma los innumerables retos que se le presentan al Reino Unido para el corto, medio y largo plazo. Son tiempos convulsos, de crisis, y con brechas abiertas a nivel político y social con las que la figura del rey, tantas veces vista como meramente institucional, tendrá que lidiar. Brexit, pandemia, guerra en Ucrania, crisis y los retos territoriales. La lista para Carlos III es muy larga.

"Es un momento de catarsis nacional", explica a 20minutos Guillermo Íñiguez, doctorando en la Universidad de Oxford, que, en cambio no anticipa "una crisis institucional" tras la sucesión, pese a que la reina era el "pegamento" en la sociedad británica. Carlos III no es una figura tan consolidada como lo era su madre, pero goza de buenos niveles de valoración (superiores al 60% según las últimas encuestas). Se ha convertido en el heredero que llega al trono con más edad, a los 73 años, pero según Íñiguez es "una quimera pensar que pueda delegar" en su hijo: "Guillermo no va a reinar mientras su padre esté vivo". Así, los cálculos dejan un reinado, ateniendo a los precedentes, de más de una década en la que el país podría afrontar giros relevantes.

Carlos III hereda un país sumido en una profunda crisis. El Reino Unido sufre los estragos de la inestabilidad energética y económica, con la inflación disparada y problemas de suministros a causa del brexit mayoritariamente. Además, acaba de cambiar de primer ministro tras unos meses muy convulsos, con la caída de Boris Johnson y la llegada de Liz Truss a Downing Street. El Reino Unido, es, hoy por hoy, un país dividido, que duda de su salida de la UE (sobre todo si se atiende a las opiniones de las generaciones más jóvenes) y que ha tenido tres líderes diferentes en los últimos seis años.

En ese sentido, Carlos III tendrá que desarrollar la misma labor de cohesión que trató de desempeñar su madre en otros momentos clave de la Historia para el país. Por ejemplo, cuando el Reino Unido entró en la UE en 1973 ella ya llevaba más de dos décadas en el trono y en 1992 pronunció un discurso en el Parlamento Europeo en el que abogó por "dar respuestas comunes" ante las incógnitas que se avecinaban. Cuarenta años después, fue el elemento de unión cuando el brexit fue efectivo. Ahora su hijo tendrá que lidiar con las consecuencias.

Además, como otros países del mundo, el Reino Unido encadena crisis tras crisis desde hace más de una década. A la gran recesión del 2008 se unió la pandemia y ahora un nuevo golpe económico derivado de la invasión rusa de Ucrania. Con una población desgastada y hastiada, Isabel II se convirtió -como se ve en su despedida- en el punto de encuentro de todos. "Era más importante la propia reina que la monarquía en sí misma", expresa Íñiguez. El testigo que coge Carlos III no tiene que ver solo con el trono, sino con convertirse en una referencia.

¿Un nuevo referéndum en Escocia?

Otro de los frentes que encuentra abiertos el nuevo monarca es el relativo a Escocia, que parece encaminarse hacia un segundo referéndum de independencia. "La muerte de su majestad, la reina Isabel es un momento profundamente triste para el Reino Unido, la Commonwealth y el mundo. Su vida fue una de extraordinaria dedicación y servicio. En nombre del pueblo de Escocia, transmito mi más sentido pésame al rey y la familia real", escribió en redes la ministra principal, Nicola Sturgeon. 

Mientras, su programa electoral ya incluyó una nueva votación para el 2023, aunque la crisis podría cambiar los planes. No obstante, incluso abrió la puerta a que esta se celebre de forma unilateral, es decir, sin el pertinente 'permiso' de Londres. Tanto Boris Johnson en su momento como, todo parece indicar, Liz Truss, cerrarán la puerta a una consulta pactada. La fecha prevista, con todo, sería el 19 de octubre del año que viene. 

"¿Debería Escocia ser un país independiente?", es la pregunta elegida para el referéndum, la misma que se utilizó en el 2014, cuando el 'no' a la independencia ganó con un 55% de los votos. Hay que recordar también que en cuanto al brexit Escocia e Irlanda del Norte fueron los únicos territorios que votaron mayoritariamente por la permanencia en la UE. "Estoy decidida a asegurar un proceso que permita al pueblo de Escocia, a través de su sí, de su no o de su indecisión, expresar su visión en un referéndum legal y constitucional, para que la decisión de la mayoría pueda establecerse de un modo justo y democrático", avisó Sturgeon.

La sombra de una posible reunificación irlandesa

En una situación parecida a la de Escocia se encuentra Irlanda del Norte, donde la cuestión de la reunificación ha ganado peso en los últimos años, sobre todo después de que el país votase en contra del brexit. Así, según los últimos sondeos más de la mitad de los norirlandeses están a favor de que se convoque un referéndum sobre esta reunificación. La llama se ha reavivado además con el Protocolo de Irlanda, una de las partes más importantes del acuerdo Londres-Bruselas, que asegura que no haya frontera física entre las dos Irlandas y que, por lo tanto, mantiene en pie los Acuerdos del Viernes Santo, que llevaron la paz a la isla en 1998.

El secretario de Estado para Irlanda del Norte, con todo, tiene la orden de convocar un referéndum siempre que "parezca probable" que hay una mayoría a favor de la reunificación, aunque ese concepto sea muy difuso. Para curarse en salud, Liz Truss ha nombrado para el cargo a Steve Baker, uno de los brexiters más firmes del partido conservador. Además, tienen que cumplirse otras dos condiciones para el referéndum: una mayoría de católicos entre la población y una mayoría nacionalista en el Parlamento norirlandés, algo que no se da incluso pese a la victoria del Sinn Fein en las últimas elecciones. Pese a todo, la posición de la UE es clara: si se da la reunificación, Irlanda del Norte entraría directamente en el bloque al 'unirse' a la República de Irlanda, que ya es Estado miembro.

El futuro de la Commonwealth

¿Y qué pasa con la Commonwealth? Cuando Isabel II llegó al trono, en 1952, era la máxima autoridad de 32 naciones. Su hijo, el nuevo rey Carlos, hereda solo la jefatura de Estado en 15 países, incluidos Australia y Canadá. Pero el escenario es volátil. En Canadá, donde existe cierto sentimiento republicano, aunque sin organización política, y en Australia, que en 1999 celebró un referéndum que ganó la monarquía con el 55% de los votos, el cambio de rey puede reabrir el debate. De hecho, el actual primer ministro australiano, el laborista Anthony Albanese, asumió el poder en mayo con un mensaje claro: "La república será una realidad", aseguró.

Más allá de que Australia haya reabierto la cuestión, incluso pese a que la monarquía ha gozado siempre de cierto respaldo en el país, es en el Caribe donde se podrían dar los principales cambios. Sin ir más lejos, Carlos acudió como príncipe en 2021 a la ceremonia en la que Barbados pasó a ser una república. En Jamaica, además, los príncipes Guillermo y Kate fueron abucheados durante su gira también el año pasado por la región, por lo que no es descartable que con el cambio en el trono otros países sigan la senda barbadense.

Isabel II fue un símbolo de estabilidad. La transición del Reino Unido de imperio a nación fuerte estuvo capitaneada por la persona que ocupó el trono durante siete décadas. Ahora el cambio ha llegado, y Carlos III se sentará en Palacio con el deber de mantener a la monarquía como un punto de cohesión de una sociedad que, con sus matices, pasa por unos años muy delicados. Un cambio de época en una época de (muchos) cambios.

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