Barcelona

El acusado de dejar morir a su mujer en Manresa alega que no avisó al médico porque ella se negó

El acusado de haber dejado morir a su mujer en 2018 en Manresa (Barcelona), sentado en el banquillo de los acusados.
ACN

El hombre acusado de dejar morir a su mujer en Manresa (Barcelona) en 2018 ha alegado este lunes en el juicio oral que, a pesar de que veía a su esposa deteriorarse, no avisó al médico porque ella no quería. 

El acusado ha relatado al tribunal del jurado que él y su mujer se “abandonaron”, que el piso se les llenó de suciedad y malos olores y que, por vergüenza, su mujer no quería que nadie accediese a la vivienda para ayudarla a pesar de que su estado de salud empeoraba y no podía ni levantarse de la cama. El acusado ha añadido que la alimentaba tres veces al día. La asistenta social que les atendió seis meses antes de la muerte de la mujer ha confirmado que ella no quería ser atendida y que él obedecía todo lo que su mujer le ordenaba.

El 15 de diciembre de 2018, una mujer llegó en ambulancia al hospital Sant Joan de Déu de Manresa en mal estado de salud, muy sucia y con la ropa incrustada en la piel. Su marido había llamado a emergencias unas horas antes diciendo que su mujer no se encontraba bien. La mujer, en realidad, presentaba un fallo mulitorgánica y falleció.

El estado deplorable que presentaba la mujer hizo iniciar una investigación policial para conocer cómo había llegado a aquella situación. Pocos días después se detuvo a su marido, de 64 años, como presunto autor de un delito de homicidio imprudente y de omisión del deber de socorro. La policía sospechaba que había sido consciente del deterioro de su mujer y que la había dejado morir.

"Nos abandonamos"

Este lunes se ha celebrado en la Audiencia de Barcelona la primera sesión del juicio oral del caso. El primero en declarar ha sido el acusado, que en todo momento ha mantenido una actitud apocada y ha respondido con lentitud.

El hombre, que solo ha contestado a las preguntas de su abogado, ha comenzado el relato de los hechos explicando que se casaron en 2008, que él no trabajaba por una invalidez que le había provocado un accidente laboral y que su mujer repartía panfletos por los buzones de Manresa.

“Nos abandonamos”, ha explicado cuando su abogado le ha preguntado cómo llegaron a esa situación. "No teníamos trato ni con la familia de uno ni con la del otro, casi no salíamos de casa y tampoco teníamos muchos ingresos", ha declarado. A esta situación se añadió la falta de higiene: "Yo intentaba limpiar el piso pero me cansaba y nunca podía acabar de hacerlo”, ha dicho el acusado, que ha añadido que su mujer no colaboraba. Además, un día sufrieron un cortocircuito y parte de la casa se quedó sin electricidad.

La asistenta social que les atendió seis meses antes de la muerte de la mujer ha confirmado que ella no quería ser atendida y que él obedecía todo lo que su mujer le ordenaba

La pareja se dio cuenta de que necesitaba ayuda y acudieron a los servicios sociales. Pero cuando dos asistentas sociales se presentaron en el domicilio para hacerles una primera entrevista, la mujer no les dejó pasar: “Le daba vergüenza que viesen cómo estaba la casa y el olor que hacía”, ha comentado el acusado.

Una presunta doctora

Además, en ocasiones ella se encontraba mal y pasaba épocas en la cama. “Yo le decía que fuese al médico, pero ella decía que no hacía falta porque era doctora y ya sabía gestionarse”, ha expuesto el acusado.

No obstante, la mujer no había trabajado nunca como doctora. Su hermano, que ha declarado como testigo, ha dicho que tenía muchas dudas de que realmente su hermana fuese médico: “Con la mano en el corazón, creo que no lo fue nunca”.

En una ocasión en la que la pareja se trasladó hasta las oficinas del ayuntamiento, los servicios sociales les recomendaron que ella visitase a un médico, pero se volvió a negar alegando el mismo motivo, según ha explicado la asistenta que les atendió.

"Primero va la vida que la vergüenza"

Según ha manifestado su marido, lo que le provocaba a la mujer permanecer en la cama eran problemas respiratorios -asma- y circulatorios. A finales del verano de 2018, la mujer volvió a la cama. Pero esta vez ya no salió hasta el día en el que fue trasladada al hospital por su empeoramiento, poco antes de morir.

El hombre ha declarado que no fue consciente de su empeoramiento: “Pensaba que saldría como lo había hecho otras veces”. "¿No veía las llagas que se le estaban formando a su mujer?", le ha preguntado su abogado, y él ha respondido que "no". 

“Al final, Susana no podía comer sola y yo la ayudaba a hacerlo. Le daba de comer por la mañana, al mediodía y a veces también por la noche”, ha precisado.

Como ella no se levantaba de la cama, se hacía sus necesidades encima y también se vomitaba encima. “No pedí ayuda por vergüenza. Ella no quería que avisase a nadie”, ha relatado, manteniendo en todo momento un tono bajo y triste.

El 15 de diciembre, ella empeoró y él decidió llamar al hospital. “Vi que había perdido la viveza de los ojos y le dije: ‘¿Susana, te encuentras bien?’ Y no me respondía. Le dije: ‘He de avisar al médico, que no estás bien. Primero va la vida que la vergüenza’”, ha explicado. Su mujer no se tomó nada bien que llamase. “Cuando lo hice me dijo que la había traicionado”, ha añadido.

Los servicios médicos no pudieron sacarla de la cama porque después de tres meses en ella tenía unas llagas que le provocaban dolor con cualquier gesto. La tuvieron que sacar los bomberos por la ventana.

En el hospital intentaron reanimarla, pero su deterioro era tan grande que fue imposible. Murió por una sepsis, una infección debida a las heridas que tenía y que provocó que sus órganos vitales dejasen de funcionar.

Restos de vómito y de larvas en su cuerpo

Según los testimonios de la jefa de urgencias que veló por la vida de la mujer y de los médicos forenses que hicieron el levantamiento del cadáver y la autopsia, el estado de la mujer era extraordinariamente malo. “No había visto una cosa igual en toda mi vida”, ha dicho al jurado popular la jefa de urgencias. “He visto cadáveres en mejor estado que aquella señora, que estaba viva”, ha dicho, por su parte, uno de los médicos forenses que vio fotografías del su estado al llegar al hospital Sant Joan de Déu de Manresa.

He visto cadáveres en mejor estado que aquella señora, que estaba viva”, ha dicho, por su parte, uno de los médicos forenses que vio fotografías del su estado al llegar al hospital Sant Joan de Déu de Manresa

Al haber estado en la cama tres meses sin levantarse, se le habían generado llagas muy grandes en la parte anterior de las piernas. Como estaba sentada, en la parte de la pierna que reposaba sobre el borde de la cama, le había aparecido una llaga tan profunda que, según la doctora forense, dejaba entrever los tejidos y le llegaba al hueso.

Bajo los pechos tenía larvas de mosca. “Las larvas son propias de los cadáveres, pero no de una persona con vida”, ha añadido la forense.

Sobre todos estos datos, el acusado ha dicho que ella no se quejó nunca de dolores y que, por fuera, no se veía nada. Ha añadido que intentó moverla muchas veces, pero que no lo había conseguido porque era obesa.

Luis no tenía "ni voz ni voto"

La pericial psicológica, explicada al jurado por los médicos que la llevaron a cabo, ha concluido que el acusado no sufría ningún trastorno psicológico. “Su respuesta es lenta, pero responde bien. Tiene capacidad crítica y un nivel intelectual dentro de la normalidad”, ha declarado la doctora. “Es una persona tímida, con baja autoestima y poca relación con  su entorno social. Pero forma parte de su personalidad”, ha completado.

De hecho, dos testigos más han apuntado a que ella era autoritaria y que él era sumiso a ella. “Ella llevaba la iniciativa y él callaba. Hacía lo que le decía Susana. Si ella decía que sí, él asentía. Si ella decía que no, negaba”, ha explicado la asistenta social que les trató.

“Luis -el acusado- no tenía ni voz ni voto”, ha dicho el pastor de la iglesia evangélica a la que ambos pertenecían. Ha explicado que conocía al acusado desde hacía más de 40 años y que siempre había sido sucio y dejado. Ha explicado que un día, cuando la pareja ya no salía de casa, los fue a ver y después de insistir para entrar accedió y se la encontró en un estado muy precario: “El olor era increíble, no se podía soportar. En la cocina, las zapatillas se me pegaban al suelo. En la nevera todo estaba podrido y el agua del fregadero era verde. Entre diversos hermanos de la iglesia fueron a limpiarles el piso y tardaron dos días en hacerlo”.

La sesión de este lunes ha permitido realizar todas las pruebas testificales y periciales. Han quedado para este martes la prueba documental, los informes finales y el derecho a la última palabra del acusado.