OPINIÓN

El rey que supo esperar

El rey Carlos III de Inglaterra, tras el féretro con los restos de su madre, la reina Isabel II, en Londres.
El rey Carlos III de Inglaterra.
TOLGA AKMEN / EFE
El rey Carlos III de Inglaterra, tras el féretro con los restos de su madre, la reina Isabel II, en Londres.

Destinado a ser rey por nacimiento, el príncipe Carlos ha tenido que esperar 73 años para que el papel que le tenía reservado la historia se cumpliera.

Solo hay un antecedente similar en la larga trayectoria de la monarquía británica. Su tatarabuelo Eduardo VII, el primogénito de la muy longeva Reina Victoria, llegó al trono a los 60 años. Precisamente, oh casualidades de la vida, este antepasado suyo fue el amante de la bisabuela de Camila, como esta se encargó de informar al príncipe Carlos en la primera ocasión que tuvo cuando fueron presentados.

Carlos y Camila, como se sabe, se apresuraron alegremente a seguir aquella tradición antes y después del matrimonio del príncipe de Gales con Diana Spencer.

Lo que ni el más osado de los visionarios se hubiera atrevido a pronosticar el día de la fastuosa boda en la Catedral de San Pablo era que la radiante novia nunca llegaría a ser reina y que la amante que ocupaba un discreto lugar entre los invitados a la ceremonia, cuarenta y un años después, sería la destinada a ocupar el trono como consorte.

Carlos ha demostrado aguante y firmeza al defender su amor por Camila y ella, paciencia y buenos modos en estos largos años de espera que a punto estuvieron de costarle la Corona.

Ahora es su momento. No sabemos cómo pasará a la Historia, quizá Carlos III el Paciente, el Rey que supo esperar.

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