OFRECIDO POR TURISMO DE TARRAGONA
La Cartoixa d’Escaladei.
La Cartoixa d’Escaladei.
CEDIDA/JOAN CAPDEVILA

Descubre los rincones excepcionales de la Costa Daurada

  • Envueltos en el azul del Mediterráneo y el paisaje montañoso, disfruta de la belleza de sus edificios singulares y atalayas.

Explorar los parajes de gran belleza con los que cuenta la Costa Daurada con sus vertiginosas cornisas, terrazas incrustadas en las rocas y miradores espectaculares esculpidos por la propia naturaleza o por la mano humana es un placer a tu alcance. Edificaciones emblemáticas como ermitas, faros, campanarios o monasterios se transforman en puntos idóneos para observar todo el territorio. Algunas de estas construcciones pertenecen a rutas establecidas; otras, son joyas aisladas que sorprenden al visitante. Todas ellas permiten inmortalizar las espectaculares vistas de la Costa Daurada y son una magnífica forma de recorrer la orografía del territorio y dejarte atrapar por este destino.

Rutas recorriendo el mar

Entre playas, calas y parajes recónditos solo accesibles a pie, las cristalinas aguas bañan la Costa Daurada a lo largo de 81 kilómetros. El itinerario puede comenzarse en cualquier punto, pero es recomendable realizarlo bordeando la costa de sur a norte. En primera línea de mar se encuentra la comarca del Baix Camp, con municipios como L’Hospitalet de l’Infant o Mont-roig del Camp-Miami Platja. La ruta de esta comarca está articulada por una veintena de municipios y gestionada por el Consell Comarcal del Baix Camp.

Espectáculo natural en sus montañas

En l’Hospitalet de l’Infant y Vandellòs, el mirador se sitúa a pie de carretera, antes de llegar al núcleo de Masboquera, desde donde puede vislumbrarse las montañas de Tivissa-Vandellòs confluyendo con el océano, siendo todo un ejemplo de la esencia más pura del paisaje mediterráneo.

A unos diecisiete kilómetros se sitúa Mont-roig del Camp, un municipio que cuenta con un punto de observación en el núcleo de Miami Platja junto a un torreón. La construcción es circular de nueva planta con almenas y aperturas y se sitúa entre la cala de las Sirenes y la del Solitari. Su fachada marítima y sus bellos paisajes invitan a detenerse en este punto.

Pratdip debe su nombre a los ‘dips’, perros salvajes, lobos o el mismo demonio.
Pratdip debe su nombre a los ‘dips’, perros salvajes, lobos o el mismo demonio.
ALBA MARINÉ

Múltiples leyendas en este paraje

Inserto en el Baix Camp y dentro de la ruta de miradores encontramos Pratdip, puerta de entrada a la Sierra de Llaberia desde la Costa Daurada, con unas vistas inmejorables. Esta localidad se denomina así debido a unos perros salvajes llamados ‘dips’. La leyenda cuenta que los agricultores hacían referencia a un lobo o, incluso, al mismo demonio, que dejaba la marca de sus colmillos en sus víctimas, normalmente animales de ganado. Desde este momento, el pueblo pasó a ser conocido como el prado de los dips, y cada año tiene lugar una recreación en el Día de Todos los Santos.

También perteneciente al Baix Camp se halla La Mussara, en el término de Vilaplana, conocida por su belleza paisajística, sus fantasmas y sus vías de escalada. Abandonado desde hace más de medio siglo, su persistente niebla dio pie a innumerables historias sobrenaturales, desde apariciones divinas y desapariciones hasta puertas a otra dimensión.

Historia y biodiversidad esculpida a pie de playa

Volviendo a primera línea de mar, la localidad de Salou ofrece 23 miradores que conforman un bello paseo entre cultura y biodiversidad bajo la propuesta de su Ayuntamiento.

Dentro de las posibilidades que ofrece Salou destaca el mirador de la Platja Llarga, donde se combinan bosque mediterráneo, playa y mar; el de Mar i Pins, por la forma en la que las montañas de Salou se entierran en el mar, y el de las Roques Puntxoses por su riqueza geológica.

Mirador de Mar i Pins, en Salou.
Mirador de Mar i Pins, en Salou.
PATRONAT MUNICIPAL DE TURISME

Además de las múltiples opciones que te ofrece la naturaleza de este lugar, sus espacios también hablan de historia, bandoleros y piratas. Los corsarios frecuentaban el puerto de Salou, que era uno de los epicentros del comercio marítimo en los siglos XVI, XVII y XVIII. Para disuadir a estos piratas, emergieron las torres de defensa y, en la actualidad, el Mirador de Cala Morisca es idóneo para recrear el momento de tan terrible llegada.

Retrotrayéndonos todavía más en el tiempo, el Mirador del Antic Moll remite al Rey Jaume I el Conquistador y a toda su flota, con el que partió desde Salou a la conquista de Mallorca en el siglo XIII, momento en el que estaba en manos musulmanas. El lugar exacto desde donde emprendió su marcha es la actual Cala de les Ferreries, las mismas costas que registraban los antiguos íberos hace 2.500 años en búsqueda de conquistadores. El Mirador de Kal•lípolis rinde homenaje a este pueblo, del que se conservan restos, concretamente de una antigua ciudad ibérica en el Cabo de Salou donde habrían convivido comunidades de griegos, íberos y cartagineses.

El Modernismo dejó huella

La Costa Daurada está plagada de joyas modernistas que invitan a disfrutar de la historia y del arte; un gran ejemplo de ello es el Museu del Celler de Vila-seca, una población a escasos cinco kilómetros de Salou. El edificio actual aúna tecnología y tradición a través de una innovadora experiencia sensorial, visual y virtual de cinco minutos de duración. De esta forma, los visitantes pueden adentrarse en el proceso de la primera construcción del edificio por parte de su arquitecto Pere Domènech i Roura hace un siglo. También es un espacio de promoción de la cultura, con una programación habitual de espectáculos y exposiciones.

Museu del Celler de Vila-seca.
Museu del Celler de Vila-seca.
TURISME VILA-SECA

Ya en la comarca del Tarragonès, aunque alejada de la línea del mar, encontramos en Els Pallaresos la majestuosa Casa Bofarull, obra del tarraconense Josep Maria Jujol, uno de los máximos exponentes del Modernismo y discípulo del reusense Gaudí. Este edificio es una antigua masía agrícola anterior al siglo XIV que, gracias a este arquitecto, se convirtió en lo que es hoy día. Este genio comenzó su intervención en 1913 y la finalizó veinte años después. La torre está descubierta y desde ella se pueden disfrutar diversas panorámicas de los alrededores.

El poso de la Antigua Roma

Solo 12 kilómetros hacia el norte y siguiendo la línea de playa se llega a Tarragona, la capital de la Hispania Citerior en la época del Imperio romano y actual capital de la Costa Daurada. La Catedral de la ciudad se ubica en la parte alta, en el antiguo templo del emperador Augusto. Consagrada en el siglo XIV, su campanario alcanza una altura de 70 metros y guarda 19 campanas fundidas entre 1250 y 1867, con una clara protagonista: Capona, la mayor de todas ellas. Desde el campanario se puede disfrutar una privilegiada vista tanto de la propia ciudad como del horizonte, con barcos mercantes aguardando a entrar al puerto.

El faro, la atalaya humana

Otra de las atalayas más representativas realizadas por el ser humano es la de Torredembarra, 20 kilómetros al norte, con su imponente faro. Diseñado por Josep Maria Llinàs, fue el último construido en el Estado español el siglo pasado, y entró en servicio el 1 de enero del año 2000. El faro de Torredembarra es el que posee la torre más alta de todos los faros de Cataluña, con una altura sobre el nivel del mar de 58 metros; hoy en día, es posible conocerlo en visitas guiadas con reserva previa.

El faro de Torredembarra.
El faro de Torredembarra.
AYUNTAMIENTO DE TORREDEMBARRA

Múltiples vistas del litoral

Desde el faro, una de las posibilidades es dirigirse hacia la comarca del Baix Penedès, tierra de poetas, músicos, escultores y dramaturgos, de artistas de la talla de Carlos Barral, Apel•les Fenosa, Àngel Guimerà y Pau Casals. Allí puede seguirse la ruta que, desde primera línea de mar, pasa por municipios como Cunit, Calafell y El Vendrell, donde es posible empaparse de la cultura del territorio.

En este último, a 88 metros de altitud, se encuentra el Mirador del Parc de Sant Vicenç, perteneciente a Sant Vicenç de Calders, desde donde el visitante podrá deleitarse con las vistas de la sierra litoral catalana y parte de la Costa Daurada. Se puede identificar en paralelo a la línea costera la antigua Vía Augusta, que transcurría por el municipio del Vendrell y que se convirtió posteriormente en Camino Real.

Talaia de Calafell, un mirador en el Baix Penedès.
Talaia de Calafell, un mirador en el Baix Penedès.
TURISME BAIX PENEDÉS

En el Baix Penedés también merece la pena visitar la Talaia de Calafell, que ofrece una panorámica de 360 grados del litoral, con el Mediterráneo como protagonista desde el Cabo de Salou hasta el Macizo del Garraf. En lo alto se encuentran los restos de una torre antigua de vigilancia datada en el siglo XVI, de la que se conserva el pavimento del fondo de la torre y los muros de fundamentación.

Otra de las atalayas ubicadas en el Baix Penedés es la Giralda de l’Arboç, levantada por el vecino Joan Roquer Marí quien, tras su viaje de bodas a Andalucía, quiso reproducir la arquitectura árabe que se encuentra en el sur y que le dejó prendado. En el conjunto, datado en 1908, se levantó una réplica del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada y del Salón de los Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla.

La Giralda del Arboç, con una réplica del Patio de los Leones.
La Giralda del Arboç, con una réplica del Patio de los Leones.
PERE FERRÉ

Emblemáticas construcciones y cornisas naturales

La comarca del Priorat debe su nombre al prior de la orden monástica católica de la Cartuja. Fue justamente en un paraje enmarcado por la sierra del Montsant donde unos monjes llegados de la Provenza en el siglo XII fundaron la primera cartuja de la península ibérica, Escaladei -escalera de Dios-, porque un pastor había soñado que unos ángeles subían al cielo por una escalera apoyada en un pino. De aquella Cartoixa d’Escaladei, que sobrevivió hasta 1835, quedan hoy ruinas que todavía se pueden visitar, además de su parte exterior, con tres claustros, su iglesia y su refectorio, además de una celda reconstruida con todo lujo de detalles.

Santuario de la Mare de Déu de Montserrat, de Montferri.
Santuario de la Mare de Déu de Montserrat, de Montferri.
ALBA MARINÉ

Antes de dejar atrás el Priorat, es del todo imprescindible una visita a Siurana, un pueblo de cuentos y leyendas, de guerreros, princesas y de conquistas envuelto en un entorno encantador. Siurana fue el último reducto musulmán de Catalunya; cuenta la leyenda que la princesa, la bella Abdelàzia, prefirió lanzarse al abismo desde el acantilado antes de caer en manos enemigas. No obstante, su caballo, presa del pánico, intentó parar. Aunque no lo logró, su movimiento fue tan enérgico que una de las herraduras del animal dejó una marca en la roca que todavía hoy se puede apreciar. Se crea o no en estas fábulas y mitos, Siurana permite contemplar una de las más bellas vistas de todo el territorio.

Si Siurana es una vertiginosa cornisa en el Priorat, Forès es el mirador por excelencia de la Conca de Barberà. Recibe su nombre de su posición privilegiada, con una elevación natural que permite una vista espectacular de toda la comarca y de buena parte de la vecina, La Segarra.

La belleza histórica de Forès llevó a sus vecinos a decidir que las fachadas de sus casas se construirían únicamente en piedra natural, algo que aún hoy aporta un toque majestuoso y armónico. Este pequeño municipio rinde homenaje al gran poeta Joan Margarit, quien se refugiaba del bullicio urbano de Barcelona para alojarse en un emplazamiento de menos de cien habitantes. Margarit, con una imagen de Forès nevado, ilustró su libro póstumo, Animal de bosque.

El santuario de la Mare de Déu de Montserrat, de Montferri, es otro monumento perfecto para transportarse en el tiempo e interpretarlo desde nuestro prisma actual. Este templo, situado en la comarca del Alt Camp y levantado por Josep Maria Jujol a imagen y semejanza de las montañas del Montserrat, se empezó a construir en 1925, aunque sus obras se suspendieron por la Guerra Civil hasta 1989. Levantado a partir de ciento veinte arcos catenarios en la cima de la colina del Corralet, estaba inspirado en un barco orientado hacia Montserrat.

Estos monumentos, edificios y atalayas tienen algo en común: cincelados por el paso del tiempo y la mano del ser humano, todos guardan en su conjunto la leyenda e historia de la Costa Daurada, donde se entremezclan realidad y ficción. Accesibles caminando o en coche, permiten a cualquier visitante acercarse a la cultura de este territorio.

Más información en la web

https://costadaurada.info/es/experiencias/miradores-de-mar-y-montana-en-la-costa-daurada

  • REALIZADO POR BLUEMEDIA STUDIO
    Este contenido ha sido elaborado por BLUEMEDIA STUDIO, unidad Branded Content de Henneo.