Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Brasil, las elecciones más reñidas

El expresidente brasileño y candidato a la presidencia de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, y el actual presidente y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro.
El expresidente brasileño y candidato a la presidencia de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, y el actual presidente y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro.
SEBASTIÃO MOREIRA - ANDRÉ COELHO / EFE
El expresidente brasileño y candidato a la presidencia de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, y el actual presidente y candidato a la reelección, Jair Bolsonaro.

Imagino a los brasileños muy nerviosos esperando el resultado de las elecciones presidenciales celebradas este domingo en medio de bastante tensión. Con las diferencias horarias y las dificultades para hacer y transmitir el recuento de votos en un país tan extenso, con regiones mal comunicadas, todavía es pronto para conocer resultados y solamente podemos hablar de previsiones anticipadas por encuestas previas y las más recientes hechas a la salida de las urnas (en su mayor parte en las grandes ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo).

Todo anticipa que entre los siete candidatos que concurren (alguno de ellos bastante esperpéntico, como un falso cura ortodoxo) ninguno conseguirá la mayoría necesaria y el resultado final tendrá que dilucidarse dentro de cuatro semanas entre los dos que hayan obtenido los primeros puestos. En la espera nadie duda de que la presidencia acabarán disputándola los dos veteranos políticos, entre los cuales no es posible encontrar ningún punto de coincidencia: el actual jefe del Estado y ultraconservador Jair Bolsonaro, y su antecesor, veterano sindicalista e izquierdista moderado por el paso del tiempo, líder de las clases bajas y expresidiario bajo acusaciones nunca bien probadas de corrupción, Luiz Inácio Lula da Silva.

De partida es Lula da Silva quien parte como favorito, pero en un país tan fracturado y dominado por intereses, nunca se puede descartar que los poderes fácticos acaben consiguiendo que el voto final dé una vuelta a los pronósticos. El enfrentamiento brutal entre ambos candidatos mantiene dividido al país y a la opinión pública internacional, que sigue con interés y con la esperanza de que no termine en un golpe de Estado como se venía temiendo.

Bolsonaro, que cuenta un fuerte apoyo militar, carga con una imagen autoritaria y hasta sanguinaria que estimula el odio de muchos que sufren la represión que intenta imponer y pone en su contra a los defensores del medioambiente. Su permisividad, incluso estímulo, en el destrozo de la gran reserva natural del Amazonas y su desprecio por todo lo que implique defensa de la naturaleza y lucha contra el cambio climático y protección del medio ambiente, le estigmatiza como uno de los gobernantes más impopulares del mundo.

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