OPINIÓN

En el alambre

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en la declaración institucional con motivo del quinto aniversario del 1-O, el 1 de octubre de 2022.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en la declaración institucional con motivo del quinto aniversario del 1-O, el 1 de octubre de 2022.
EP
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en la declaración institucional con motivo del quinto aniversario del 1-O, el 1 de octubre de 2022.

Desde el 17 de agosto, el gobierno de la Generalitat vive en el alambre. La orden de pasar a la acción debió partir de Waterloo.

Aquel 17 de agosto se recordará con vergüenza durante mucho tiempo: víctimas y familiares de las víctimas de los atentados islamistas en Barcelona y Cambrils de 2017 fueron insultados por descerebrados que a la vez vitorearon a su musa: Laura Borràs.

Cuando se suspendió a Borràs como presidenta del Parlament por tener asuntos pendientes con la justicia supuestamente relacionados con la corrupción, en la performance que la presidenta de Junts organizó se escuchó claramente cómo los hiperventilados que tanto la jalean llamaron “mora de mierda” a una diputada musulmana de ERC.

El 11 de setiembre, el brazo de agitación callejera de los que viven en países que no existen y que satisface a Waterloo, la ANC, organizó la ya tradicional manifestación de la Diada, esta vez en contra de los partidos, para no decir claramente en contra de ERC. Los republicanos lo vieron y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y otros altos cargos republicanos no fueron.

Pero lo más fuerte estaba por venir. Todo muy bien pergeñado y sin improvisaciones: en el Debate de Política General, los que obedecen al “militante de base” de Waterloo, pidieron que el presidente Aragonès presentara una cuestión de confianza, que es lo mismo que decir “ya te puedes ir si no me das lo mío”. Aragonès cesó al día siguiente a su vicepresidente, que es de Junts, por deslealtad.

Pocas horas después, en los actos del quinto aniversario del 1 de octubre organizados por Waterloo y con la actuación de Puigdemont, se volvió a insultar a todos los republicanos.

Y ahora estamos en si los de Junts salen del gobierno o se quedan. La voluntad de Waterloo es clara: si no manda el Consell per la República, es decir, Puigdemont, que salgan. Pues va a ser que no, que no va a mandar, vaya.

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