Entrevista

Jérôme Ruillier, autor de 'Por cuatro esquinitas de nada': "La inclusión en las escuelas es problemática"

  • Jérôme Ruillier es el autor del conocido cuento sobre diversidad y tolerancia y tiene una hija con síndrome de Down.
Jerôme Ruillier es ilustrador y escritor de nivelas gráficas y cuentos infantiles
Jerôme Ruillier es ilustrador y escritor de nivelas gráficas y cuentos infantiles
Editorial juventud / Cedida
Jerôme Ruillier es ilustrador y escritor de nivelas gráficas y cuentos infantiles

Ya hace 20 años que se publicó Por cuatro esquinitas de nada, un cuento tan sencillo como efectivo para hablar a los niños sobre diversidad y tolerancia. Su autor es Jérôme Ruillier, un conocido escritor e ilustrador de novelas gráficas y cuentos, también responsable de otros cuentos como El hombre de color o Papá, Mamá, Anita y yo. Padre además de una hija con síndrome de Down, todas sus obras, tanto los cuentos como novelas para adultos, reflejan valores como amistad y la multiculturalidad frente a los prejuicios y la xenofobia.

Ya han pasado muchos años desde que publicó ‘Por cuatro esquinitas de nada’, pero aún sigue siendo una referencia en los cuentos para niños dedicados a la integración, la diversidad… ¿Cómo se siente? ¿Le sorprendió el éxito?Sí, ¡ya hace 20 años! Y es cierto que fue un éxito, y lo es todavía. Elegir la simplicidad es a veces lo mejor pagado: círculos, cuadrados, pocas palabras, pero un tema fuerte, universal: la diferencia, la atención que ponemos en los otros… Y en cuanto al éxito -como el fracaso-, es siempre una sorpresa, no hay receta mágica, tantas veces me ha sorprendido el éxito de un libro… 

En otros cuentos como El hombre de color, sigue la misma línea, en contra de la exclusión social, la xenofobia… ¿Qué le llevó a escribir -y dibujar- este libro?Escuché este poema -de origen africano- en la radio, mientras trabajaba en mi casa en Grenoble. Estábamos en 1996 y escucharlo fue un shock, la forma narrativa era tan evidente… Me puse enseguida a dibujar un boceto, y el cuento finalmente resultó ser muy parecido a ese primer boceto que hice en una esquina de la mesa.
Este cuento funciona en dos niveles de lectura, una especie de libro de imágenes para los más pequeños y un poema que trata de racismo para los mayores. En aquella época, el proyecto fue rechazado por los editores que no querían ‘hacer política para los niños’. No fue hasta un año más tarde cuando el editor de Bilboquet me llamó buscando cuentos sobre temas fundamentales o importantes plasmados en imágenes. Yo no tenía, en la etapa de Por cuatro esquinitas de nada, la sensación de haberme repetido, pero después de 30 años ¡no dejo de rehacer el mismo cuento! 

La simplicidad es a veces lo mejor pagado: círculos, cuadrados, pocas palabras... y un tema universal: la diferencia, la atención que ponemos en los otros...

Por cuatro esquinitas de nada transmite valores como la amistad, la diferencia y la exclusión explicados de una manera muy gráfica y sencilla, con simples cuadrados y círculos. ¿Es más fácil de los que pensamos explicar y hacer entender estos conceptos a los niños?Sí, yo creo que sí. El hecho de teatralizar la realidad permite a los niños, que son muy permeables a las emociones, comprender más rápidamente cuáles son los pros y contras de la historia. 

¿Los entienden mejor que los adultos?Yo todavía me sorprendo del impacto que un cuento como Por cuatro esquinitas de nada tiene sobre el público adulto. "Creo en la abstracción en la que medida en la que nos permite acercarnos un poco más al mundo real", decía el famoso fotógrafo italiano Mario Giacomelli… En efecto, la simplicidad de las imágenes del cuento le permite ser más universal y, así, hablar tanto a niños como a adultos. Porque creo que importa poco si yo hablo de tal o cual persona, de la discapacidad o de otro tema, lo que me importa es que, aunque las circunstancias varíen de una historia a otra, los valores se queden. 

Tiene dos hijas, una de ellas con Síndrome de Down. ¿Cómo han influido ellas en su trabajo?Nuestras hijas influyen y enriquecen constantemente nuestra creación. Isabelle Carrier, mi compañera y madre de nuestras dos hijas, es la autora y la ilustradora de El cazo de Lorenzo, que trata también de la discapacidad, y también Où va Mona (‘Dónde va Mona’), que trata sobre crecer. Pero el mundo que nos rodea, fuera de esa temática u otra, influye también mucho en nuestro trabajo. 

¿Se comprometió más con la diversidad a raíz de ser padre o su compromiso era anterior?Era anterior, aunque el nacimiento de nuestras hijas nutrió aún más una sensibilidad que ya existía. De hecho, El hombre de color, es anterior, y también Jules et la pirogue, que trata de la riqueza y de la necesidad de la diversidad en el mundo. 

Está especialmente sensibilizado con el tema de la inmigración, has escrito mucho al respecto. ¿Por qué?La respuesta fácil sería: porque escribo sobre lo que veo, pero, evidentemente, es mucho más complejo porque, ¿qué veo y cómo lo veo ? “Creo que todo el mundo está comprometido políticamente, o lo está más o menos, y yo lo estoy, sin duda, más que otros”, escribió Gérard Fromanger (artista frances). La cuestión de la inmigración está directamente relacionada con las políticas de exclusión, el auge de la extrema derecha, las desigualdades… y podría seguir, porque la lista es larga. Yo vivo en este mundo, y mis hijas también, por tanto, me concierne y me implico en todo lo que pasa a mi alrededor, tanto como individuo, como padre y como autor. Pero mi trabajo es escribir novelas gráficas para adultos y cuentos para niños, así que tampoco me considero lo que algunos llamarían un autor comprometido.

Para nuestra hija, las cosas están mejor hoy, pero ¡cuántas veces hemos tenido que luchar contra el sistema, oír las cosas más horribles, apretar los dientes y continuar a pesar de todo…!

Tanto usted como su mujer impartían talleres de pintura en guarderías, escuelas, bibliotecas, con personas con discapacidad intelectual y otros proyectos destinados a personas con riesgo de exclusión social. ¿Qué les aportan sus talleres, con qué objetivo los hacen?Sí, Isabelle y yo iniciamos talleres de pintura para personas con discapacidad. Los talleres duraban una semana y la aventura se alargó cinco años, abordamos el autorretrato, la creación de libros… pero sobre todo, no les enseñábamos nada, no somos maestros, solo les ofrecíamos la posibilidad y los medios técnicos para crear, a su manera, sólo éramos el apoyo… La finalidad de estos talleres era permitir a estas personas expresarse a través de dibujo y la pintura, hacerles sentir válidos. Y qué fue lección para nosotros, tanto humana como gráfica, incluso.
Además, hemos hechos otras cosas, como la instalación de ‘siluetas sonoras’ en diferentes espacios públicos, como MJC (casas de los jóvenes y la cultura ), centros de acogida, en una Asociación de personas con síndrome de Down en Marruecos etc. en un festival de música de Grenoble… Estas experiencias son de una riqueza increíble, sacar la discapacidad o la inmigración de las instituciones e interpelar a la gente de la calle, relacionarse con ellos… me saca de mi trabajo de escritor, que además es extremadamente solitario.

¿Cómo ve el tema de la inclusión de las personas con discapacidad en Francia? ¿Ha mejorado desde que publicó Por cuatro esquinitas de nada?¡Ups! Francia va más atrasada que otros países. El tema es complejo y extenso y no me siento muy calificado para responder. La realidad es que, para nuestra hija, que ahora tiene 23 años, las cosas están mejor hoy, pero ¡cuántas veces hemos tenido que luchar contra el sistema!, contra molinos de viento, oír las cosas más horribles, apretar los dientes y continuar a pesar de todo… Por suerte, algunas personas magníficas sirven a veces de alivio a las familias, y ese ha sido nuestro caso. Por cuatro esquinitas de nada y El cazo de Lorenzo nacieron de todo eso…
Nosotros tenemos la suerte de haber encontrado alivio y ayuda en asociaciones eficaces y benevolentes. La situación parece adaptarse a nuestra hija y estamos más o menos tranquilos en cuento a su futuro. Pero todo es complejo y extremadamente frágil, las leyes cambian y las mentalidades evolucionan, pero al mismo tiempo, las condiciones de trabajo de los educadores se degradan y los hogares y los lugares de trabajo están más sujetos a cuestiones de rentabilidad y excluyen a un gran número de personas con discapacidad. Por las mismas razones, la inclusión en las escuelas es también problemática y sintomática de la problemática actual, por lo que tanto profesionales como padres se enfrentan a grandes dificultades de integración. 

La integración, la igualdad, la lucha por los derechos de las mujeres… todo está relacionado. Cuando se toca uno de estos derechos fundamentales, todo el edifico corre riesgo de derrumbarse

El mundo está muy revuelto últimamente… ¿Corremos el riesgo real de retroceder en derechos, de avanzar en igualdad, integración…?Los sentimientos identitarios están resurgiendo en todas partes y los derechos adquiridos son extremadamente frágiles, así que no soy muy optimista. Por suerte, siempre hay ‘bolsillos’ de resistencia y admiro a personas como Camille Etienne o Cyril Dion, militantes ecologistas en France, Greta Thunberg en Suecia… Los derechos ligados a la integración y a la igualdad, la lucha por los derechos de las mujeres, la ecología… todos están relacionados, cuando se toca uno de estos derechos fundamentales, todo el edifico corre riesgo de derrumbarse.
En 2017, escribí también Surfman, una pequeña novela gráfica contra la extrema derecha, cuya idea es incitar al lector a salir a la calle para que cuelguen el bonito cartel que encuentran en la novela y tapar así el feo cartel de La Vague (referencia a la época del movimiento de extrema derecha de Marine Le Pen). 

¿Cree que todos nosotros, en uno u otro aspecto, nos sentimos cuadrados alguna vez?Todos los días, porque una vez que cortamos los esquinas, una vez comprendemos que es nuestra manera de acoger lo que tiene que cambiar, el mundo cambia y que nunca jamás será como el de antes. Pero también es cierto que ‘las cuatro esquinitas de nada’ siempre volverán a crecer, y habrá que volver a empezar. Nada está conseguido, lo vemos hoy bien con lo que está pasando en el mundo. 

¿Qué proyectos tiene ahora?Acabamos de escribir el cuento juvenil Le petit monde de Nour, un libro sobre las diferencias. Y yo preparo un libro gráfico dirigido a los jóvenes sobre el delicado tema del consentimiento, y otro en el que, a través de testimonios, cuento lo que transmiten los padres migrantes a sus hijos, su historia, sus traumas…
Y esto es lo más significativo, porque también tenemos pensado salir a pasear por la montaña y por el mar, a escalar en las rocas... ¡y disfrutar del buen tiempo!

Cubierta de 'Cuatro esquinitas de nada'.
Cubierta de 'Cuatro esquinitas de nada'.
Editorial juventud / Cedida
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