Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

Días de anhelo

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: OTAN. Movilidad. Madrid. Tráfico. Autobuses EMT. Obras
La Gran Vía madrileña.
JORGE PARÍS
fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: OTAN. Movilidad. Madrid. Tráfico. Autobuses EMT. Obras

A veces siento que quiero volar a algún lugar lejano sin preocuparme por nadie. Pero la vida continúa y hay que seguir adelante.

Había participado en uno de los programas por los derechos de las mujeres afganas en Murcia y, a la vuelta, perdí el tren a Salamanca y tuve que hacer noche en Madrid. Era en marzo, arrancaba la primavera, hacía frío y no tenía a nadie a quién pedir ayuda. Tampoco conocía bien el idioma; apenas habían pasado unos pocos meses desde que llegué a España.

Había oído que la inmigración es difícil y esa noche probé sus penurias, esas que nos enseñan a ser más fuertes; cuando estás solo en una ciudad en la que hay millones de personas, pero te encuentras sola entre todos. Estaba muy cansada, no tenía dónde pasar la noche y lloré para mis adentros. Alguien me dijo que algunos inmigrantes que no tienen lugar en el que estar duermen en los parques. Pensé que no era posible que debía encontrar algún lugar al menos un poco cálido. Pero... ¿dónde? No tenía dinero para conseguir una habitación, ni siquiera sabía cómo conseguirla. 

Me dije a mí misma que debería esperar hasta la mañana. Entré en la estación y me senté en el suelo, en un rincón, pero se estaba haciendo tarde y la gente transitaba cada vez menos. Cuando cerraron los subterráneos vino un guardia y me dijo que debía salir, le contesté que no sabía español, que no tenía un lugar para pasar la noche, ¿a dónde debería ir?. Él no lo sabía y me invitó de nuevo a irme. Caminé durante horas, no sé por qué las noches cuando te enfrentas a un problema son tan largas. ¿Es que no va a llegar la mañana? Aquella noche fue eterna; recorrí todas las calles cerca de la estación; me sentaba un rato a descansar y luego continuaba mi camino. 

No sabía a dónde iba. Perdí el sueño y encontré el miedo. Me preocupaba cómo llegaría a casa. Esperaba con impaciencia el nuevo día, pero también lo temía. Y tenía hambre y frío. En esa situación recordé que me había prometido enfrentar cualquier dificultad para poder alzar la voz por las mujeres de mi tierra. Aquello me devolvió las fuerzas, olvidé momentáneamente el aire helado y el vacío de mi estómago. 

Las mujeres de mi tierra luchamos desde hace años contra diversos tipos de violencia y desigualdad. Las mujeres de mi tierra hemos sido las más perjudicadas por los distintos tipos de gobierno que hemos tenido. Cuando pienso que nuestras niñas no pueden ir a la escuela, mi corazón arde.

Llegó la mañana y entré en la estación; eran las cinco y media de la madrugada y mi teléfono móvil se había quedado sin batería. Encontré un lugar para cargarlo y buscar la manera de volver a Salamanca. La vida actual sin móviles no significa nada. A veces me pregunto cómo vivieron sin esta tecnología los que vinieron antes que nosotros a un país ajeno.

Había llamado varias veces a mi prima para pedir ayuda, pero no contestaba. Estaría durmiendo. A las diez de la mañana vio mis mensajes y llamadas. "Qué te pasa, estás bien?".  Rápidamente fue a la estación de autobuses y consiguió comprarme un billete. Llegué a mi ciudad a las once de la noche. Llamé a mi otro primo, que me estaba esperando en el cruce cerca de la estación con un kebap. Me lo comí sentada en el suelo de la misma plaza. Cansada, hambrienta, diciendo "ya no puedo más". La experiencia fue muy dolorosa, pero a la vez un valioso aprendizaje. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento