Helena Resano Periodista
OPINIÓN

El fin no justifica tanta exposición

  • "Siempre he intentado que mis hijos vivan su infancia y adolescencia de la forma más anónima posible"
Una de las chef más televisivas, Samantha Vallejo Nagera, no ha querido perderse la inauguración de Lula Club, el nuevo negocio de Iñigo Onieva, pareja de Tamara Falcó.
Samantha Vallejo Nagera.
GTRES
Una de las chef más televisivas, Samantha Vallejo Nagera, no ha querido perderse la inauguración de Lula Club, el nuevo negocio de Iñigo Onieva, pareja de Tamara Falcó.

Me pasó hace ya unos años en un supermercado. Tenía que hacer tiempo durante un partido de mi hijo y me acerqué a hacer la compra a un establecimiento al que no había ido nunca. No era mi barrio y me pillaba en la otra punta de la ciudad. Cerca debía de vivir la familia, es obvio, porque al entrar, vi a un niño “negociando” con un hombre, para que le comprara un huevo kínder. El niño me llamó la atención, me sonaba taaaanto su cara…Así que me quedé mirando y efectivamente, era el hijo de un conocido deportista que estaba con el conductor/chófer de la familia. Iba con el uniforme del colegio y me asustó poder identificarlo de una forma tan clara. Sus padres lo exponían y lo siguen exponiendo habitualmente en sus redes: su cara la había visto mil veces y, efectivamente, aquel día pude identificarlo perfectamente. Pensé el peligro que eso suponía. El supermercado era pequeño, no había demasiado gente y aquel señor que ejercía de conductor/cuidador/chófer/asistente tampoco le estaba prestando demasiada atención al pequeño.

Que yo salga en televisión no debe condicionarlos. No fue su elección, fue la mía

Siempre he intentado que mis hijos vivan su infancia y adolescencia de la forma más anónima posible. Que yo salga en televisión no debe condicionarlos. No fue su elección, fue la mía. Ellos tienen derecho a salir y a entrar como quieran, cuando quieran, ir a donde les dé la gana sin que nadie les identifique. Vivir su adolescencia como la viví yo y como la viven sus amigos. Ya sufren habitualmente cuando estamos juntos en algún sitio público el peaje de que su madre salga en televisión, con eso es suficiente. Me he sentido orgullosísima de ellos, pero todo lo que han hecho, dicho, las monerías que hacían de pequeños (que eran divertidísimas) me las he quedado para mí. Fue algo consciente, pensado y pactado por su padre y por mí: queríamos protegerlos al máximo, no exponerlos. A día de hoy, mi hija es ya mayor de edad y sigo evitando mostrar su cara en redes.

Respeto que otros lo hagan, que cuelguen miles de fotos, pero quizás todo esto se nos fue hace mucho de las manos. Hay niños que no han elegido ser públicos, que nadie les ha preguntado si, cuando tengan 30 años, les gustará que exista esa huella digital tan amplia de ellos, prácticamente desde que nacieron. Quizás hay episodios que no les gustaría que se hicieran públicos, quizás hay fotos que en alguna etapa de su vida les parecerá una barbaridad que hayan sido publicadas. Pregúntale a un adolescente si le gusta la ropa o peinado con la que le llevamos a la comunión de su primo. Pues eso.

Respeto que otros lo hagan, que cuelguen miles de fotos, pero quizás todo esto se nos fue hace mucho de las manos

Así que toda la polémica que hemos vivido estos días por el vídeo que Samantha Vallejo Nájera colgó en redes de su hijo surge en parte por esto. Ella explicó que quería hacer visible la realidad de hijos con síndrome de Down. El problema es que muchas veces, el fin no justifica los medios.

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