OPINIÓN

Sé natural

Adolescentes haciéndose un 'selfi'.
Adolescentes en pleno selfi.
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Adolescentes haciéndose un 'selfi'.

El lunes conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental, el martes, el de la Niña. En mi cabeza, la continuidad resulta lógica: de los grupos vulnerables a la enfermedad mental o los trastornos de conducta el de las niñas y el de las adolescentes me inspira una mayor preocupación, aumentada cuando hablamos de menores en situaciones de necesidad o pobreza. Las niñas continuarán lidiando por una generación más con presiones mayores que sus compañeros varones respecto a su aspecto físico, su comportamiento, la conciliación o el machismo, el acoso o las agresiones sexuales. El esfuerzo realizado durante los últimos años ha dado frutos, pero insuficientes. Las niñas padecen más ansiedad, más trastornos de la alimentación o autolesiones y menor autoestima.

Muchos de estos aspectos pasan inadvertidos para los adultos porque la diferencia generacional se ha agravado con los nuevos códigos de comunicación y las redes sociales: la imagen que las niñas muestran en ellas resulta desconcertante. Proyectan una seguridad y una sexualización precoz calcada de modelos adultos, y de cuyo alcance no son del todo conscientes.

La paradoja aumenta con la última red social de moda, que vende naturalidad y espontaneidad: el juego consiste en recibir, en cualquier momento, una notificación que brinda dos minutos para tomar una foto con las cámaras frontal y trasera, sin previo aviso y sin capacidad de reacción. La que presume de ser una vacuna para la elaboración y el postureo de otras redes más elaboradas refuerza la absoluta disponibilidad en cualquier momento, la falta total de intimidad y el control y seguimiento que se ejerce sobre el usuario. La exigencia de tomar y subir una foto puede pillarles ante el ordenador abierto, con otros menores o en situaciones privadas. Sí, claro que me preocupan. Sería de ciegos no hacerlo.

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