Terapia acuática para empoderar a las personas con discapacidad: "Sienten que pueden, se integran y socializan"

  • Javier Güeita, Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, nos habla de sus bondades. 
Sesión de terapia acuática
Sesión de terapia acuática
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Sesión de terapia acuática

El deporte, en general, es muy beneficioso para las personas con discapacidad, y uno de los deportes estrella en este ámbito es la natación adaptada, una actividad muy accesible con grandes beneficios para quienes la practican. Sin embargo, más allá del deporte en sí, existe también lo que se conoce como terapia acuática, un procedimiento impartido por profesionales sanitarios que ayuda a mejorar tanto a las personas con discapacidad física como intelectual. Javier Güeita Rodríguez, Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, nos da algunas claves de en qué consiste esta terapia y dónde buscarla con garantías.

Javier Güeita describe la terapia acuática como "un procedimiento terapéutico en el cual se utilizan, de forma combinada, las propiedades mecánicas del agua junto con técnicas e intervenciones específicas de tratamiento, con el fin de facilitar la función y la consecución de los objetivos terapéuticos propuestos. Este procedimiento lo realizan profesionales sanitarios y se desarrolla, a poder ser, en instalaciones específicamente diseñadas al efecto".

Sin embargo, más allá de definiciones científicas, la realidad es que todo -o a casi todo- el mundo el gusta la sensación de estar sumergido en el agua. Este es, de hecho, una de las claves de que la terapia acuática sea tan beneficiosa para las personas con discapacidad, "el aspecto psicológico tiene una carga enorme en nuestro trabajo acuático, pues el deseo mental existente dentro del agua es muy llamativo desde incluso antes de entrar a la piscina. Comienza con una mayor sensación de alerta, de conexión, con el entorno respecto a fuera. El agua promueve bienestar al hacer sentir el cuerpo de manera más óptima", explica, "el paciente se empodera al sentir que ‘puede hacer’, que ‘se siente igual a los demás’, ‘que tiene éxito’ en las tareas, que se ‘integra y socializa’… puesto que el agua le facilita el desempeño. Participan, que es, en definitiva, el fin de nuestra tarea como terapeutas", señala.

Ese bienestar psicológico se traduce, además, en bienestar emocional, "el agua tiene un poder tremendo, pues mi hipótesis es que, al entrar solamente en bañador, nos descubre tal como somos, sin capas ni barreras protectoras, y eso hace que afloren emociones atrapadas en nuestras corazas cotidianas. El agua nos permite afrontar y gestionar esa parte menos sondeada de cada uno", afirma Javier.

Así ayuda a personas con discapacidad intelectual

El ejercicio y la terapia en el agua tiene grandes beneficios a nivel físico y mecánico, para personas con o sin discapacidad física. Como explica Güeita, por ejemplo, la terapia acuática ayuda a personas de diversos perfiles, pues "puede ayudar a todos aquellos que tengan una necesidad de complementar su proceso recuperador y cada síntoma es susceptible de ser abordado de manera analítica y global dentro del agua, desde pacientes en fases previas de su proceso -que podrán prevenir el deterioro al experimentar sus potenciales y tratar de mantenerlos- hasta los pacientes más avanzados, puesto que podrán beneficiarse del agua como facilitador, mostrando todo lo que aún pueden hacer y dando pinceladas de calidad de vida".

El agua tiene un poder tremendo, nos descubre tal como somos y que afloren emociones atrapadas en nuestras corazas cotidianas

Pero allá de estos beneficios mecánicos y físicos (ganancia de fuerza, mejora de los tejidos, control postural…), este tipo de terapia ayuda también a personas con discapacidad intelectual, autismo, TDAH o epilepsia, que ven mejorar aspectos atencionales, la regulación sensorial, "pasando por las actividades y la participación (aprendizaje, comunicación, interacción, vida comunitaria…) hasta llegar a los factores ambientales (apoyos y relaciones familiares, actitudes de su entorno cercano, etc.) y personales (autoestima, comportamiento, motivaciones, etc.)". Pero todavía mejor que estos aspectos son, según Güeita, los efectos que produce en estos niños, que ven mejorar "la motivación, la conexión, la diversión… y encuentran un entorno enriquecido para experimentar, resolver problemas y aprender, así como las múltiples opciones de diversificar y progresar", asegura.

Qué tiene una buena terapia acuática y dónde buscarla

De lo primero que tenemos que asegurarnos cuando buscamos una terapia acuática es que esté impartida por profesionales sanitarios (principalmente fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y logopedas), que velen por la seguridad de la propuesta, pues, como en muchas terapias relacionadas con la discapacidad, nos pueden dar gato por liebre, "siempre hay gente que puede aprovecharse de la necesidad de la gente que sufre, y es gente no formada, no sanitarios, ofreciendo pseudociencia", advierte. Serán, por tanto, estos profesionales sanitarios los que adapten sus terapias ‘tradicionales’ al medio acuático, pero para eso, tienen que formarse, "con cursos de indicados para profesionales sanitarios que les capaciten para conocer el medio, saber qué ofrece y cómo motivarlo".

Los niños ven mejorar "la motivación, la conexión, la diversión… y encuentran un entorno enriquecido para experimentar, resolver problemas y aprender"

Se trata, así, de terapias muy específicas, donde lo que hacen los terapeutas es completamente diferente a lo que hacen fuera del agua, "lo habitual es que traten de adaptar lo que hacen fuera a dentro. Es un ‘error’ lógico y esperable, pero pronto se dan cuenta de que deben cambiar el chip, que el enfoque es tan diferente, como diferente es el medio de desarrollo. 

Ahí radica el reto terapéutico, en saber ‘exprimir’ el agua para aprovechar todas las propiedades que ofrece. Con los conocimientos técnicos no solo no es difícil, sino que se convierte en una manera de trabajar muy motivante, facilitadora, estimulante y muy retadora para los terapeutas". Y existen muchas formas de conseguirlo, "una variedad enorme de posibilidades y de técnicas en constante desarrollo, tanto en sus marcos teórico-prácticos como investigadores: ejercicio acuático, Halliwick-Terapia Acuática Específica (WST), Método de los Anillos de Bad Ragaz, Ai Chi…", señala.

Lo ideal sería, además, que este tipo de tratamientos no se dieran en piscinas al uso, sino piscinas "con un diseño y características específicas para poder responder a las necesidades de nuestras intervenciones. El mayor conocimiento de nuestra especialidad ha hecho que en los últimos años se incremente la construcción de unidades específicas y también que las que ya existen, sin ser terapéuticas, compatibilicen sus recursos materiales con la terapia acuática", cuenta.

¿Y dónde encontramos estas ‘piscinas terapéuticas’? Según nos explicó, las tenemos solo a un golpe de ‘click’, y hay más profesionales de los que pensamos, "contamos con el directorio de Profesionales y Piscinas de la Red Española de Terapia acuática (RETACUA) que recoge los profesionales sanitarios formados y trabajando en sitios reglados en las diferentes comunidades autónomas", señala.

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