Xavier Purroy comenzó a los 18 años a trabajar en la explotación frutícola de sus padres. "Lo hice ya de manera formal porque desde muy pequeño ya me incluían en algunas de las tareas", explica. No fue una decisión fácil, pero está contento con el resultado que le está dando. Este empleo lo combinó con sus estudios en una escuela de agrónomos. "Estuve cuatro años formándome", aclara el joven de Lleida.

Eva Lizama es la tercera generación de ganaderos de porcino de su familia. Aunque en un primer momento estudió Administración y dirección de empresas, vio la oportunidad perfecta en la empresa de sus padres y abuelos. "Pensé que era una tontería trabajar en una empresa ajena teniendo en mi propia casa una que podía gestionar", explica la joven de Zaragoza.

Ambos han apostado por el campo para ganarse la vida, al igual que están haciendo muchos jóvenes. Y, a pesar de las complicaciones con las que se han encontrado, ven en este sector su medio de trabajo.

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'Agro-millennials' por vocación

Lo que más llama la atención de las vidas de Xavier y Eva es que se hayan decidido por el sector agrícola para trabajar. Ambos son jóvenes y cuentan con un alto nivel de formación, por lo que podrían dedicarse a cualquier otra cosa. "Pero lo hacemos por vocación", explica Purroy.

La mayoría de 'agro-millennials' son hijos o familiares directos de agricultores, según recoge un estudio llevado a cabo por Juventudes Agrarias de COAG y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba. Esto les facilita el acceso a este tipo de empleos. "Un joven que acaba de salir de la universidad y que solamente tiene como herramientas sus manos lo va a tener mucho más complicado que los que tenemos padres que tienen una empresa en el sector", explica la ganadera.

A pesar de esta facilidad, se encuentran con otros muchos problemas. El principal es la falta de formación en torno al sector primario. "Los agricultores necesitan saber de administración, de finanzas, de derecho, de economía... Y nadie ofrece todos esos aspectos", explica Eva. 

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Sus estudios de administración le han permitido adquirir estos conocimientos, pero sus padres y abuelos no tuvieron la misma suerte. "Había que buscarse la vida para declarar correctamente todo el trabajo a final de año o para saber qué impuestos había que pagar, por ejemplo", añade. Un 65% de los jóvenes agricultores tiene como mínimo bachillerato o un FP superior, mientras que la media nacional es del 40%, según los datos recogidos en el estudio.

Algunas escuelas y universidades ofrecen estudios que intentan abarcar todos estos puntos, pero no siempre se cumplen. "La universidad está haciendo una apuesta importante porque se necesita dar respuesta a las necesidades de la sociedad, que está demandando cada vez más", ha aclarado Pedro Sánchez Zamora, profesor de la ETSIAM.

Aun así, los jóvenes siguen encontrándose con muchos huecos que rellenar en su formación y tienen que buscar otras opciones. "En este mundo te tienes que estar formando continuamente, por lo que siempre estamos realizando cursos", explica Purroy. Y a veces esa formación la encuentran en otros expertos del sector. "Quizás puedes aprender mucho de tu vecino, que lleva muchos años en la agricultura y le ha ido bastante bien en los últimos años", añade el productor.

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Las tecnologías, sus grandes aliadas

En los últimos años, el mercado agrícola se ha tenido que enfrentar a diferentes desajustes: los precios, los costes de producción y la garantía de los suministros. Esto ha provocado que el sector se vea en la necesidad de innovar en sostenibilidad, eficiencia y rentabilidad.

Para solucionar estos problemas, la digitalización y las tecnologías se han convertido en sus grandes aliados. Los jóvenes son los que mejor se han adaptado al ritmo de la transformación digital y se están viendo atraídos por este sector, que está muy retrasado en este tema, según recoge el estudio.

Esto es lo que diferencia a Xavier y a Eva del resto de agrícolas. Ellos ya han incorporado las nuevas tecnologías en el campo. A diferencia de sus antecesores, han oído hablar de drones o tractores autónomos para facilitar sus labores. De ahí a que se les considere 'agro-millennials'.

COAG

Luis Pérez también se dedica a la ganadería. En su caso, trabaja con vacas y terneros. Esto le ha permitido convertirse en maestro quesero. Sin embargo, nada habría sido posible sin el apoyo de su familia. "Si mis padres no estuvieran a mis espaldas, no podría adquirir todos los aparatos que necesito para hacer mi trabajo porque son bastante caros", explica. Tampoco podría haber llevado la tecnología hasta la granja. "Es una inversión importante", aclara.

Internet forma parte de la vida de muchos agrícolas. En sus granjas cuentan con conexión que les permite estar al día de las noticias y los nuevos descubrimientos que se hacen en el sector. También utilizan las redes sociales como una herramienta para dar a conocer su negocio y sus trabajos al resto de la sociedad. 

Algunos agrícolas incluso suman miles de seguidores en sus cuentas de TikTok o Instagram, donde muestran su día a día, que nada tiene que ver con los tradicionales influencers.

Escasez de jóvenes en el campo

Eva y Xavier consideran la agricultura y la ganadería como un trabajo a largo plazo. Sin embargo, muchos jóvenes no lo ven como una opción de futuro. En España, hay en torno a 27.000 titulares de explotaciones agrarias menores de 35 años. Esto sería un 3% del total. Los mayores de 64 años son más de 355.000 titulares, lo que supone un 40% del total. En los próximos años, 6 de cada 10 agricultores entrarán en edad de jubilación.

Es necesario un relevo generacional sostenible para mantener una sociedad que no deja de aumentar. "En los últimos años la población ha crecido 2,5 puntos, mientras que la agricultura solo lo ha hecho un 0,5", ha explicado Pedro Sánchez Zamora.

La falta de nuevos agrícolas puede dificultar que, en un futuro, no se pueda abastecer las necesidades de la población. "El sector agrario tiene futuro y la sociedad necesita que lo tenga. Los jóvenes son la clave", ha aclarado Rosa Gallardo, directora de la ETSIAM de la Universidad de Córdoba.

Además, hay una brecha generacional en el campo. Las tecnologías se han convertido en un punto importante para mantener el futuro del sector. Es necesario atraer a los jóvenes "para que el ritmo de la innovación avance al ritmo de la sociedad", según Gallardo.

El sector agrario requiere altas dosis de innovación y una apuesta decidida por la transformación digital. "La presencia de jóvenes en el sector es clave para imprimir a estos procesos de transformación el ritmo necesario", añade Gallardo.

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Falta de ayudas para empezar

Ante la falta de oportunidades para emprender en el mundo del campo, la solución parece ser clara. "Menos burocracia, más apoyo real a los jóvenes que quieren dedicarse a la actividad agraria y al modelo social y profesional de agricultura, y una cadena alimentaria que reparta de forma justa y equitativa el valor de los alimentos del campo a la mesa, es la mejor garantía para consolidar un sector agrario rentable y, por ende, un relevo generacional sostenible", subraya Andrés Góngora, miembro de la Comisión Ejecutiva de COAG.

Incluso algunos abogan por recuperar un sistema que funcionaba hace años en el que los jóvenes podían hacerse cargo de una explotación que perteneciese a un agricultor al que le quedaban pocos años para jubilarse. Ambos se beneficiaban, sobre todo las nuevas generaciones que no cuentan con alguna empresa familiar. Sería una forma de mantener en el tiempo muchas empresas del sector. "Una vez que se cierra una explotación, no se vuelve a abrir", aclara Luís Pérez, ganadero y maestro quesero.