OPINIÓN

Caídas

Logo de WhatsApp en un móvil
WhatsApp sufrió ayer una caída en el servicio.
EP
Logo de WhatsApp en un móvil

Cuando tenía ocho años descubrí que una persona de mi entorno era rica. Llegaría a serlo mucho más, y murió con una fortuna que había iniciado con la venta de vacas y que, según parece, obtuvo de forma bastante más ética de lo que otras similares. No hay buen negocio que no pueda esperar 24 horas, le oí decir en una ocasión. La frase no estaba dirigida a mí, y dudo de que fuera de su autoría, porque la he escuchado después en innumerables ocasiones, pero a mí me sirvió para darle otra oportunidad a una amiga con la que me había enfadado (esos eran entonces mis negocios: los afectos y las notas), y lo he cumplido a rajatabla desde entonces.

En eso pensé ayer cuando los usuarios de WhatsApp reiniciaban frenéticamente su móvil, en las estafas que se habrán interrumpido porque durante dos horas no hubo respuesta, en los mensajes que se borraron, congelados en el tiempo, porque quien los escribió los había pensado mejor, en los malentendidos arreglados por una llamada y por el tono de voz que oculta un mensaje, en las discusiones que no prosperaron y las compras que no se harán porque realmente no necesitábamos esa oferta.

Fueron apenas dos horas de silencio, no veinticuatro, en los grupos de los que muchos, sigilosamente, se habrán marchado con la excusa del fallo electrónico. De las ventajas de la mensajería instantánea no merece la pena hablar: no habría arrasado como lo ha hecho de no tenerlas. Pero no vendrían mal, un par de veces por semana, unas horas de caída forzosa, ya que somos incapaces de generarlas de manera voluntaria. Un par de horas para meditar en aquello que con tanta facilidad se dice (WhatsApp y piedra suelta no tienen vuelta) y realizar así los mejores negocios de nuestra vida.

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