Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

Aquellos maravillosos años

Felipe González y Narcís Serra, poco después de las elecciones generales de 1982.
Felipe González y Narcís Serra, poco después de las elecciones generales de 1982.
Archivo
Felipe González y Narcís Serra, poco después de las elecciones generales de 1982.

Hace 40 años yo vivía en León y me gustaba la fotografía: revelaba mis carretes y ampliaba las imágenes con alto contraste y cierta habilidad. Me propuse hacer un reportaje sobre la campaña electoral para las elecciones del 28 de octubre de aquel año. Y me colé entre los fotógrafos ‘de verdad’, los de prensa.

Todos los mítines a los que fui –que fueron todos, salvo el de Fuerza Nueva– se celebraron en el Palacio de los Deportes. Fraga era un trueno que sale movido en casi todas las imágenes y que forzó un baño de masas: se hizo acompañar por los suyos, que eran muchos, en un viaje de ida y vuelta por el pasillo. Santiago Carrillo sacó pecho y habló muy bien, pero allí había una niebla de tristeza: las sillas vacías eran muchísimas más que las ocupadas, los carteles estaban medio caídos y las sonrisas, en la mesa presidencial, eran como las de los tanatorios.

El mitin de UCD fue otra agonía. No por la gente, que había mucha, sino porque nadie parecía creer lo que estaba oyendo. El candidato, el serio Landelino Lavilla, tenía un rostro de abatimiento –sabía que iba a perder– que contagiaba a todos los demás. El acto del PSOE, sin embargo, fue una pura fiesta. Allí no cabía un alma. Felipe González empezó con un sarcasmo: "Dicen las malas lenguas que vamos a ganar…". Y luego ya casi no se le oyó nada más porque aquello era un puro delirio de vítores, aplausos y cánticos.

El día de las elecciones arrasó el PSOE y por las calles de mi ciudad se veía correr un viento gozoso de ilusión. Era un tiempo nuevo. Ahora miro aquellas fotos y me pregunto: ¿Qué ha sido de nosotros? ¿Cómo hemos podido llegar a esto? 

Éramos jóvenes. Quizá ese fue el error.

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