Entrevista

Juan Dávila: "El pecado es la excusa para sacar la esencia"

  • Su espectáculo interactivo "La capital del pecado" es un éxito gracias, en parte, a la repercusión en redes sociales.
  • El éxito de los vídeos, en los que se muestran fragmentos cortos de la obra, contribuye a que acuda al teatro un público joven, heterogéneo, festivo y, a veces, peculiar. 
  • La gira en 2023 y una mudanza a un teatro mayor son consecuencias inevitables de este fenómeno insólito en el teatro español.
Todo empieza con una pregunta. Juan Dávila en "La capital del pecado"
Todo empieza con una pregunta. Juan Dávila en "La capital del pecado"
Romero de Luque..
Todo empieza con una pregunta. Juan Dávila en "La capital del pecado"

Está pasando algo importante en la Gran Vía de Madrid. No es la repetición del enésimo musical que empieza y termina igual. No es otro estreno americano, ni la fanfarria del rodaje de un anuncio carísimo. El teatro Arlequín es el epicentro de un terremoto que se extiende por las redes sociales en formato de vídeos que se ven en vertical y en los que un tipo interpela al público de la sala y construye junto a él una historia magnética y divertida con los límites del humor y del atrevimiento muy difuminados. El espectáculo se llama “La capital del pecado” y, como todas las revoluciones, rompe normas, quema ídolos y, si es necesario, sacrifica a sus militantes. La explosión de las redes sociales aporta un público insólito, variopinto y geográficamente inexplicable a un espectáculo en el que puede pasar cualquier cosa. Juan Dávila es el principal sospechoso. Estudió fisioterapia, hizo algo de teatro, sacó la oposición de policía y volvió al arte dramático. Paramount Comedy, Comedy Central, la Chocita del Loro, Acacias 38 y ahora, Monos con pistola son parte de su recorrido. Durante la actuación, a veces, mira a alguna persona del público, la señala y le pregunta esto:

¡Tú! ¿Qué coche tienes? 
Ja, ja, ja, pues ahora mismo está inservible. Tenía un BMW 118 del 2008, pero me pegó un golpe un camión de la basura y, cómo lo tengo a terceros, está reventando en la calle. 

Parece que no hay nada en tu vida a todo riesgo...
Ja, ja, ja. Sí, el show es a todo riesgo porque arriesgo hasta límites que es difícil llegar en una comedia tan directa. El público, al ver y sentir ese riesgo, entra en el juego y arriesga más. Hay gente que no se reconoce en lo que ha hecho o ha dicho después de venir al show.

Y antes del BMW tuviste un coche patrulla. ¿Se echa de menos?
Cuando era policía ayudaba más que reprimía y ahora sigo haciendo lo mismo, pero con muchas más personas a la vez.  

¿Eres policía local o de los de Ávila?
Era… Local.

Juan Dávila lo pone todo del revés.
Juan Dávila lo pone todo del revés.
Romero de Luque. 

Pensaba que el apellido tenía un guiño. Además de riesgo, tu espectáculo tiene algo de catarsis. ¿Cómo se te ocurrió hacerlo? 
El público dice que es como una terapia y creo que es cierto. Después de la pandemia, quería crear un espectáculo donde la gente se desinhibiese y liberase sus impulsos sin pensar en el juicio y que recuperase al niño interior. Esto es algo bastante complicado en una sociedad donde la apariencia y la represión están muy presentes.  Todo ha evolucionado hacia algo especial. Hay personas del público que ya han venido siete veces y que me traen a toda su familia.

¿Por qué empezaste a subir fragmentos a TikTok?
Empecé a subir vídeos gracias a Estefanía de @elladigital.  Me dijo que lo que pasaba dentro del teatro tenía que verlo el mundo, porque era pura verdad y comedia. No me esperaba lo que ha pasado en absoluto, sobre todo porque está viniendo público de dieciséis a treinta años que, de primeras, no entraría en un teatro. 

El dueño de la Tómbola Antojitos me dijo que ya podría haberle venido el éxito antes. ¿Sientes lo mismo?Ja, ja, ja. ¡Exacto! Lo mismo, pero los vídeos los hago yo.

Soy como un predicador de la libertad. Todo el mundo tiene algo que le hace especial y único. Yo me encargo de que salga a la luz.

Parece que el humor te da una impunidad total. Puedes meterte con el público como quieras. El espectáculo parece estar fuera del espacio y el tiempo y de lo políticamente correcto. ¿Te autocensuras algo?En el show no me censuro nada, ni la gente tampoco. Es un lugar de libertad, para soltar la represión y eso sirve tanto para mí como para cada uno de los espectadores. 

¿No te preocupa que se cuele en la función algún censor o un ofendido profesional y te busque un problema?Ya han venido alguna vez y el resto del público se ha encargado de hacerles ver que estaban en el lugar equivocado.

¿El pecado es la excusa o la esencia?El pecado es la excusa para sacar la esencia.

Hablemos del vestuario. Esas americanas inclasificables, los zapatos del Papa, la camiseta por dentro ¿Eres algún tipo de oficiante? 
Soy como un predicador de la libertad. Todo el mundo tiene algo que le hace especial y único. Yo me encargo de que salga a la luz.  

¿Qué futuro inmediato tiene “La capital del pecado”?En Valencia y Alicante se agotaron las entradas en tres minutos. En Barcelona estaremos en marzo. Se vendieron tres mil entradas en diez minutos. En Madrid está todo agotado hasta enero y lleva así desde finales de septiembre. Se han vendido unas diecisiete mil entradas. En enero empezamos la gira y tendremos que mudarnos a un teatro más grande. 

Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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