Querido activista: vales más durante la próxima semana. Hay una cumbre del clima en Egipto y tus compañeros han estado haciendo el idiota en diversas pinacotecas con un resultado de repercusión pública aceptable. Así funciona esto, el siglo XXI es una pelea por la atención y los medios de comunicación han puesto su foco en ti. Escucha mis consejos.
En primer lugar, deberías mirar a los países más contaminantes del mundo. El más influyente entre los tres que más dióxido de carbono emiten es Estados Unidos. Veo claras dos acciones: tú y tus compañeros, si tenéis valor, podéis lanzar fabadas en bote en la puerta de la embajada en calle Serrano 75 de Madrid o también podéis pegaros a la pantalla de pedidos de autoservicio de los McDonald´s más céntricos de todas las capitales de provincia a la misma hora. Eso sería divertido. Los Estados Unidos emiten 4,4 mil millones de toneladas de CO2 al año.
China es el país que más contamina. Roza los diez mil millones de toneladas de CO2. Los activistas tenéis que lograr, en segundo lugar, que el resto del mundo sea consciente de esto y que actúe en consecuencia. ¿Qué se os ocurre? ¿Pegamento en restaurantes? Quizá podríais profundizar un poco más y ver cuántas empresas españolas fabrican en China o, mejor aún, cuántas empresas del mundo lo hacen. Denunciar esta incoherencia es clave, querido activista.
Los ciudadanos recibimos la repercusión económica de todos estos problemas, cargamos con el peso y con la culpa y nos quejamos poco.
El tercer consejo sería dar importancia a los habitantes de la India. Es el tercer país más contaminante con 2,3 mil millones de toneladas de emisiones de CO2 anuales. Además, se prevé que pronto supere en población a China. Por ejemplo, en algunas ocasiones, en Nueva Delhi se ha superado en veintidós veces el nivel de partículas contaminantes nocivas en el aire que la Organización Mundial de la Salud considera aceptable. Pensad también en ellos.
Que no pague el pato el ciudadano. Ese sería el cuarto consejo y es bastante importante porque nos afecta directamente a nosotros. Los ciudadanos recibimos la repercusión económica de todos estos problemas, cargamos con el peso y con la culpa y nos quejamos poco. Mirad a los gobiernos y mirad a las grandes empresas. La legislación es cada vez más favorable para ellas y más perjudicial para el ciudadano.
El quinto consejo es este: dejad el arte en paz. Decía Oscar Wilde que todo arte es por definición inútil. Vosotros queréis convertir el arte en algo útil, queréis colocaros junto a la belleza para llamar la atención. Puede que eso os dé algo de protagonismo, pero os quita toda la legitimidad. Por ahora, no sois artistas y parece que sí sois, por definición, inútiles.
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