Capaces

Adoptar a cinco niños con necesidades especiales en China: "La orfandad, y no la enfermedad, es la mayor de las miserias"

La familia Gómez Samblas en Menorca este verano.
CEDIDA

Los Gómez Samblas son una familia muy especial por varias razones. La primera, por ser muy numerosa, ya que son un total de ocho hijos. La segunda, porque cinco de ellos son niños adoptados, nacidos en China. Y la tercera y quizás más extraordinaria de todas, que todos ellos tienen necesidades especiales: cardiopatías, discapacidades motoras o intelectuales.

Pero a Coro, madre de esta gran familia, no le gusta que se le ponga la etiqueta de "valiente". "Yo no me siento así, en los procesos de adopción son los niños mucho más valientes que las familias. Es más una opción de esperanza que de valentía, confiar en que va a salir bien". El amor por la maternidad y la paternidad mueven a esta familia -o equipazo, como define Coro-, que entiende la adopción no como "una obra de caridad", sino como "un acompañamiento vital a una persona que lo necesita". Un proceso que, en el caso de niños con discapacidad, se vuelve "mucho más apasionante", señala.

Coro, de 47 años, y su marido Alejandro, de 48, son controladores aéreos. Ambos se casaron muy jóvenes y, con 30 años, ya tenían tres hijos biológicos: Coro, Asís y Bosco. La pareja siempre soñó con ampliar la familia y barajó la adopción como una forma de hacerlo, incluso antes de la llegada del tercer niño. "En un momento dado dejó de ser un plan B para ser un plan A", cuenta la madre.

Adopción internacional

La familia comenzó el proceso de adopción por la vía nacional, pero debido a su edad -tenían 30 años- y que su hijo más pequeño no llegaba al año, solo podían optar a una lista interminable de espera de bebés para adoptar. Por ello, decidieron probar con la vía internacional y eligieron China por dos razones: "La seguridad que nos daba el proceso de adopción allí, muy transparente y, por otro lado, porque nos enamora el país. Queríamos que nuestros hijos estuvieran orgullosos de donde vienen y para eso lo mejor es que nosotros estemos enamorados también de él", comenta.

En una primera reunión, se dieron cuenta de la larga lista de espera que también existía en el país asiático, de siete años en ese momento. "Preguntamos si no había niños que estuvieran esperando una familia y nos dijeron que los había, pero no los que nosotros queríamos. Nos quedamos de piedra porque en ningún momento habíamos puesto requisitos. Solo queríamos ser padres de un niño que en ese momento necesitara una familia", explica la madre.

En ese momento, Coro y Alejandro descubrieron el denominado 'Pasaje verde' en China o adopción de niños con necesidades especiales en España. En el caso del país asiático, una lista formada por más de 4.000 niños mayores de 7 años con algún tipo de discapacidad. "Cuando lo supimos nos cambiamos automáticamente porque nos dimos cuenta de que ese era nuestro camino, ser padres de un niño que necesitará unos padres. Es lo que daba sentido a todo", cuenta la madre.

Nos llamaron locos, irresponsables y a nosotros nos parecía todo lo contrario

Coro y Alejandro no dudaron en embarcarse en la aventura y lo hicieron sin poner límites: "Teníamos una checklist en la que debíamos señalar para qué tipo de patologías nos sentíamos preparados. Nosotros directamente hicimos una raya. No les gustó mucho al principio, pero les logramos convencer". Abrirse a adoptar a cualquier tipo de niño estuvo motivado, en gran medida, cuenta, por contar con un seguro médico que cubría las necesidades que estos niños pudieran tener, además de un deseo personal motivado por una gran fe religiosa.

"Nos llamaron locos, irresponsables y a nosotros nos parecía todo lo contrario", cuenta. Debido a su gran flexibilidad, en tan solo un año llegó Bruno, un niño con Tetralogía de Fallot, una cardiopatía compleja de la que fue operado por primera vez en China, antes de ser adoptado, y después en España. "Cuando tenga 30 años habrá que hacer algún retoque en la válvula, pero ahora no tiene ninguna complicación en su vida, está perfecto", explica Coro.

Bruno, de tres años, fue su primera experiencia con la adopción y, como sucedería con el resto, toda la familia se trasladó a China para visitar el orfanato dónde vivía: "Te das cuenta de que la orfandad, y no la enfermedad, es la mayor de las miserias". Los padres consideraron importante que todos sus hijos viajaran al país asiático con cada adopción para que "vivieran de primera mano la incorporación a la familia de cada hermano". De esta forma, vivían todo el proceso con mucha naturalidad: "Para ellos nuestra familia es lo normal, los raros son el resto".

Olaya y la llegada de la discapacidad intelectual

La adopción "engancha", admite Coro, y, por eso, continuaron con el proceso de adopción. Con Olaya, de tres años, se acercaron por primera vez a la discapacidad intelectual. La niña padece síndrome de Noonan, una enfermedad rara que provoca cardiopatía congénita, talla baja y un fenotipo facial característico. Cuando la adoptaron, sus padres tan solo conocían su cardiopatía y fue con el paso del tiempo cuando confirmaron que tenían cierto retraso en el lenguaje y el aprendizaje. 

"Es un regalo, nuestro mayor tesoro. Es una niña que donde va alucinan porque es pura emoción, cariño y desborda comunicación. Ella no habló hasta los 6 años, pero se comunicaba estupendamente con gestos, besos, abrazos… siempre ha sido muy extrovertida y comunicativa", cuenta Coro.

Asís jugando con Olaya
CEDIDA

Olaya fue primero a un colegio ordinario porque, tal y como explica Coro, en niños adoptados "nunca sabes hasta qué punto eso que percibes como discapacidad es fruto de una falta de estimulación o del entorno", pero cuando en tercero de infantil se dieron cuenta de que la niña no tenía la felicidad que tanto le caracteriza decidieron cambiarla a un centro de educación especial: "Algunos padres lo ven como un fracaso, pero descubrir lo que necesita tu hijo es un éxito". Desde entonces, cuenta la madre, la niña recuperó su autoestima y mejoró su comunicación. "Yo estoy muy a favor de la inclusión social, pero no de la académica porque incide en la autoestima de estos niños de una manera muchas veces muy dolorosa y a veces provocando un mal mayor".

Su experiencia con Olaya le ha hecho entender "el tremendo efecto que tienen estos niños en la salud mental de la gente que les rodea". "Yo recomiendo que todas las familias tengan en su familia o cerca de ellos a alguna persona con discapacidad intelectual porque te ponen en tu sitio, te ayudan a vivir en lo esencial. El perdón en ellos es automático, y tienen una humildad para reconocer sus errores y una capacidad de esfuerzo…", asegura.

Borja y la lucha sin condiciones

No obstante, esta familia aún iba a crecer más. Y lo haría superando una pérdida. Borja, de seis años, tenía una cardiopatía muy grave -le faltaba medio corazón- y necesitaba urgentemente una familia porque su condición médica estaba a punto de considerarse terminal y, si eso sucedía, no podría ser adoptado. "Que viviese seis años ya era un milagro. Nosotros teníamos claro que le adoptábamos para vivir con él, pero sobre todo para luchar por su vida. Fue todo muy complicado porque había que viajar con el oxígeno, pero lo vivimos con mucha intensidad y aprovechamos cada minuto con él".

"Era como un sabio, porque era como si supiera que le quedaba poco tiempo y que tenía que aprovecharlo a tope y no estaba dispuesto a parar ni un segundo ni de privarse de nada", cuenta con una sonrisa Coro. Borja fue sometido a dos operaciones, pero no logró superar su patología y, dos meses después, falleció. "Intentamos preparar muy bien al resto de nuestros hijos y explicarles su situación, pero luego nadie entiende que un niño se vaya. Aun así, lo vivimos con mucha verdad", añade. Para la familia, Borja es un hijo más: "Por eso yo siempre digo que tengo 8 hijos, en cada momento está súper presente".

La discapacidad motora sin ser un obstáculo

Lejos de cejar en su empeño, la familia decidió continuar con la adopción. Para ello, tuvieron que someterse a una serie de entrevistas obligadas para demostrar que, en el proceso de duelo, no decidían adoptar para sustituir al hijo que habían perdido. Una vez superadas, llegó la discapacidad motora a la vida de la familia. Primero con Benjamín, al que ya conocían por ser el mejor amigo de Borja en el orfanato y, un años después, con Samuel.

Los tres hermanos pequeños: Olaya, Benjamín y Samuel, por orden
CEDIDA

En el caso de Benjamín, padece una parálisis arrefléxica de origen desconocido que le provoca flacidez en sus piernas, mientras que Samuel tiene una discapacidad motora causada por una espina bífida y tiene los pies equinovaros (torcidos). Ambos de 11 años, van en silla de ruedas, pero sus padres mantienen la esperanza de que consigan, al menos, la bipedestación, ya que eso les facilitaría mucho el día a día.

Un día a día que afrontan sin ayuda externa -ni personal ni económica- y sin privarse de viajar o de realizar cualquier actividad: "Hemos estado en París hace poco con las dos sillas de ruedas y no nos hemos privado de nada, subimos escaleras, bajamos...". "Tenemos una furgoneta grande para que no tengamos que estar plegando o desmontando las sillas, y nuestros tres hijos mayores son muy colaboradores, aunque procuramos estar siempre yo o Alejandro, tenemos un trabajo a turnos que nos permite organizarnos siempre para que uno de los dos, o incluso los dos, estemos siempre", añade.

La familia en París
CEDIDA

Además, asegura, "la clave es confiar en que los niños son capaces de hacer las cosas ellos solos y, en el caso de los niños con discapacidad, les viene fenomenal. Yo me ocupo mucho menos desde el punto de vista físico de mis hijos que muchas madres que tienen uno o dos hijos y no tienen silla de ruedas". Esta autonomía, admite, en el caso de los más mayores venía de serie porque "lo que se valora de un niño en un orfanato es que sea independiente", pero para la familia fue muy importante que aprendieran el apego. "A ese proceso lo llamamos el camino de vuelta, cuesta al principio, pero se disfruta mucho", señala Coro.

En cuanto al plano económico, Coro reconoce tener la suerte de poder afrontar los innumerables gastos que supone tener varios hijos con discapacidad. "Los gastos de silla de ruedas, de órtesis, de sondas, etc. son una locura y tienes que poder. Ahora mismo en España han ampliado las ayudas, pero siguen siendo insuficientes. Yo me imagino cualquier otra familia que no tenga el seguro médico privado y es muy difícil".

Una maternidad "mucho más real"

Aunque por ahora no se plantean ampliar más la familia, reconocen que no lo descartan por completo. "La maternidad es apasionante y, en el caso de la adopción, es mucho más real, por eso engancha, porque tienes sorpresas maravillosas. Aprendes a ser padre de verdad", comenta.

Frente al lamento o la resignación, Coro apuesta por luchar, con esperanza y positividad. "En las familias de hijos con discapacidad a veces hay mucho sufrimiento. La gente piensa que solo hay dos salidas, lamentarse toda la vida de la discapacidad de tu hijo o resignarse. Yo no he hecho ninguna de esas dos cosas, sino que he encontrado el sentido a todo, pensando en qué vas a aprender y cómo te va a transformar la vida", admite.

Es curioso como hay niños que no han tenido contacto nunca con niños con discapacidad

La familia entiende la adopción también como un acto vital y de justicia hacia ese niño: "Yo creo que todo niño tiene que crecer en el seno de una familia. A mí me gusta ser generosa, pero creo que ser madre no es ser generosa, en el fondo para mí es cumplir el sentido de mi vida".

Ambos padres están muy implicados con la concienciación social de la discapacidad y colaboran en campamentos organizados por su parroquia. "Es curioso como hay niños que no han tenido contacto nunca con niños con discapacidad. Yo les invito a que hagan preguntas, porque los grandes problemas surgen del desconocimiento. Es fundamental que las familias de niños y de personas mayores con discapacidad luchemos porque se visibilice y que estas personas formen parte de la cotidianidad porque hacen una misión social bestial", añade.

loading...