Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Activistas

Activistas ecológicas se pegan al marco de los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado
Activistas ecológicas se pegan al marco de los cuadros de Las majas de Goya en el Museo del Prado
Europa Press
Activistas ecológicas se pegan al marco de los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado

Entre ustedes y yo, el antónimo de activistas debería ser ‘pasivistas’, que, a la vista de cómo se las gastan, serían los millones de españoles que deciden trabajar o buscar trabajo sin adosarse a un cuadro en un museo estatal. Yo, como tantos otros, soy pasivista, de los que estudiamos mucho siendo jóvenes, de los que nos procuramos un trabajo estable a través de muchos años de esfuerzo, de los que contribuimos también a cambiar el mundo, no a través del pegamento en nuestras manos, sino a través del voto en nuestras palmas. Tengo carnet de pasivista. Como hay también pasivistas que, queriendo trabajar, no encuentran empleo, y se dedican denodadamente a buscarlo y a llegar a final de mes como pueden. Debemos ser clases pasivas del Estado.

Hace tiempo que me provoca urticaria otoñal la lectura de algunos perfiles de Wikipedia cuando a determinados seres tangibles se les define como "activistas". De profesión, activista. Basta con abrazarse a un árbol, quemar una bandera o destrozar una obra de arte, por una causa más o menos ambiental o animal, para pasar a ser clase activista del Estado. Porque lo del otro día con Las majas de Goya no fue ‘Futuro vegetal’ sino ‘Presente animal’. Ya sabíamos que Halloween se estaba celebrando en los baños del Congreso de los Diputados cuando se descubrió el paper art con el que algún émulo de Hannibal Lecter se dedicaba a pasar su tiempo, mientras otros reivindicaban en tribuna el Hollywins. Lo que no sabíamos es que los activistas estaban a punto de darse un garbeo por los muros del Museo del Prado. Es más, cuando leí lo del 1,5 en la pared, no sabía si era la dosis de un comprimido de un medicamento, la reivindicación del incremento salarial de los empleados públicos o el porcentaje que se dedica en España de la licitación pública a la conservación del patrimonio histórico. Metonimia de activistas.

Eran activistas de verdad, pero nadie verá en sus perfiles biográficos que aparezcan como tal

Pues bien, varios cuadros de Goya de ese mismo museo fueron salvados valerosamente de los complejos puritanos de un Carlos III que en el siglo XVIII quiso quemarlos, ocultándolos otros activistas durante años para evitar su furor exterminador. Pero también de los avatares de la Guerra Civil, cuando, entre otros, María Teresa León y Rafael Alberti, milicianos republicanos en activo, urdieron un plan para salvar las grandes pinturas del Prado de los bombardeos. Fue así como la comitiva más deslumbrante del mundo con cuadros de Goya, Tiziano, Murillo, Velázquez, Rembrandt y Rubens avanzaba por tierra española alejándose del horror más lancinante. Eran activistas de verdad, pero nadie verá en sus perfiles biográficos que aparezcan como tal. Activistas de la historia. 

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