Madrid

La engorrosa tarea de limpiar La Quimera de Lavapiés: colchones sucios, ropa harapienta...

El edificio okupa La Quimera de Lavapiés en rehabilitación para transformarse en vivienda social.

Tras el desalojo en septiembre del edificio La Quimera, situado en el número 24 de la calle Amparo en Lavapiés, han dado comienzo los trabajos de limpieza para la futura rehabilitación del edificio y transformación en vivienda social. Los operarios que se encargan del saneamiento del bloque de viviendas se enfrentan cada día a malos olores, suelos enlodados, grandes cantidades de basura, colchones apilados llenos de suciedad, montones de ropa harapienta, mobiliario destrozado y tiene que hacer frente a la oscuridad que cubre el interior edificio cuando cae la tarde.

Al bajar por la calle del Amparo asoma el gran edificio frente a la plaza Nelson Mandela. Las puertas están tapiadas y solo tienen acceso al interior los operarios. Si nos fijamos detalladamente las ventanas de los locales bajos también están selladas y grandes tablones bloquean los balcones. Aunque la fachada se encuentra en buen estado se pueden observar numerosos dibujos en color rojo a diferentes alturas en cada una de las viviendas. En el interior del edificio se encuentran montones de escombros, bañeras llenas de suciedad, lavabos rotos, muros de ladrillo destruidos e incontables pintadas en las paredes.

El interior de una vivienda del edificio okupa La Quimera de Lavapiés.
Ayuntamiento de Madrid

Solo con la limpieza de las dos plantas superiores los operarios han necesitado más de once contenedores para la retirada de los residuos que han ido encontrando a medida que abrían las viviendas. Ropa visiblemente deteriorada, colchones llenos de manchas y suciedad, utensilios de cocina oxidados y otros elementos en mal estado han retirado los trabajadores del interior del edificio. Aún quedan varias plantas bajas y locales que a pesar de la poca luz se pueden observar cómo numerosos colchones enlodados y ropas destrozadas cubren los suelos del edificio.

El propietario del edificio se ha reunido con el Ayuntamiento de Madrid para llegar a un acuerdo cuando finalicen los trabajos de limpieza y den comienzo las mediciones y la rehabilitación de la estructura del edificio. "Las conversaciones con el propietario están muy avanzadas y está colaborando. El interés del Ayuntamiento es darle el mejor uso, tiene que tener trabajos de adecuación y remodelación de su interior para destinarlo a vivienda social", ha explicado el delegado del Área de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, durante su visita al inmueble. 

Montones de ropa y colchones en el interior del edificio okupa La Quimera de Lavapiés.
Ayuntamiento de Madrid

Los vecinos del barrio preocupados por la situación 

Chema lleva viviendo diez años en el barrio y a pesar del desalojo del edificio siguen encontrándose con el problema en sus calles. "Veo que están lavando el edificio, pero alrededor el problema lo seguimos teniendo. El barrio está exactamente igual. No es una cuestión de odio, si no de empatía y de humanidad, mucha gente del barrio siente ese desprecio. Es necesario que las instituciones se impliquen y sean consciente del problema que tenemos y que tienen ellos", comenta Chema.

Para Chema un día en el barrio transcurre con normalidad como en cualquier otro barrio de la ciudad hasta que llega la noche y comienza el mercadeo, los conflictos y el ruido. "Es nuestro pan de cada día de lunes a domingo ininterrumpido. Una de las soluciones más efectivas sería instalar una estación policial permanente en el barrio para a que el barrio mejore", explica.

Paula vive en el número 25 de la calle Amparo, justo al lado del edificio de La Quimera y ha podido ver el gran cambio en su zona tras el desalojo del edificio. "El problema sigue en la calle, pero hemos notado diferencia. Lo que hace falta es que no sea algo temporal y den solución a todas esas personas que todavía siguen en la calle", comenta Paula.

Otros vecinos que acaban de llegar al barrio se han sorprendido al presenciar frente sus casas actividades ilegales como consumo de drogas y trapicheos. Este es el caso de Carmen, una joven estudiante que se instaló hace seis meses en el barrio, que llegó a plantearse mudarse a otra zona. "Por las noches no se puede dormir. Pago un alquiler bastante alto viviendo en un bajo y me han aporreado la puerta muchas veces e incluso me he encontrado a gente fumando crack. A pesar del desalojo y la presencia policial no hay mucha diferencia, el problema sigue existiendo en la calle", relata Carmen.

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