La cumbre de los dos más grandes

A lo largo de esta mañana en Bali (Indonesia) -que no es mal sitio hasta para amenazarse-, Joe Biden y Xi Jinping, los mandamases de los Estados Unidos y China, es decir, los más grandes entre los políticos más poderosos, van a sentarse a debatir mano a mano los temas más espinosos que enfrentan a las dos superpotencias y tratar de calmar en lo que quepa la tensión que se ha creado en el mundo a raíz de la agresión de Rusia a Ucrania.

Biden y Xi se conocen desde hace varios años y han tenido reuniones en múltiples ocasiones, pero ninguna desde que ambos son presidentes. Causalmente también, ambos han salido reforzados en las últimas semanas. Uno por el resultado de las elecciones intermedias del martes pasado, y el chino por su triunfo en el pleno del Congreso del Partido Comunista que monopoliza la política de la friolera de los 1.300 millones de personas que gobierna.

La circunstancia que propicia este encuentro es la reunión de los 20, pero el interés que despierta la conversación privada entre ellos dos eclipsa lo que debatan los otros miembros participantes, a pesar de la importancia que concede al cónclave económico la difícil situación que se está viviendo en los cinco continentes.

Las relaciones entre Washington y Pekín siempre son complejas, pero estos días, más que de complejas, pueden calificarse de graves. Los chinos no han asumido el detalle, a primera vista intrascendente, de la visita que hizo recientemente a la isla de Taiwán, cuya integración reivindican, de Nancy Pelosi, la portavoz demócrata en la Cámara de Representantes y, como suele decirse, la mujer fuerte de la situación.

La reacción china no se hizo esperar y en los días siguientes de la visita sus fuerzas armadas hicieron variadas demostraciones de amenaza de sus fuerzas navales y aéreas a la que los norteamericanos respondieron reiterando que defenderán militarmente, si llega el caso, la independencia de la Isla. Xi, mientras tanto, anunció en el discuto de cierre del Congreso que la integración de todo el territorio chino –o lo que es lo mismo, la recuperación de Taiwán – es la prioridad de su nueva etapa en el poder.