Un estudio de la Universidad de Tokio descubre que las ratas distinguen el ritmo y que les gusta la música de Lady Gaga

Lady Gaga en el preestreno de 'House of Gucci' en Londres.
La cantante y actriz Lady Gaga.
VICKIE FLORES/EFE
Lady Gaga en el preestreno de 'House of Gucci' en Londres.

Cualquiera puede disfrutar de la música de Lady Gaga. Precisamente una de las claves de su éxito eran sus Little Monsters [Monstruitos], como ella llamaba a sus seguidores, que al principio se consideraban a sí mismos diferentes, algo que la propia artista promovía. Quienes quizá no entraban dentro de esa categoría eran las ratas. Literalmente las ratas, no niños-rata ni nada parecido. Pero vaya por dónde que a los animalillos les gusta la Poker Face.

Un estudio de la Universidad de Tokio ha desechado la idea de que la habilidad de moverse al ritmo de la música siempre ha sido algo que se asociaba única y principalmente con los humanos, pues también a los animalillos, y ya es irónico, les ha gustado la canción Born this way [Nacido así].

Ha sido precisamente este famosísimo tema de la autora neoyorquina, junto con uno de los himnos míticos de Queen, Another One Bites The Dust, las canciones que mejores resultados han dado para con el estudio científico, dado que las ratas estaban equipadas con un acelerómetro inalámbrico en miniatura que podía detectar el más mínimo movimiento de la cabeza.

Los científicos han decubierto que todas las ratas de su estidio lograron llevar el ritmo adecuado cuando las canciones mencionadas se reproducían entre 120 y 140 pulsaciones por minuto, y, especialmente, a 132 ppm, el más común de los ritmos musicales también entre los humanos y muy utilizado en la música occidentalizada y, en particular, en la música pop.

De hecho, el estudio también demostraba las ratas disfrutaban menos o directamente despreciaban cuando las canciones se ralentizaban o se aceleraban. Y, de hecho, los científicos han señalado que también se les puso a los animalillos. amén de Michael Jackson y Maroon 5, una sonata para piano de Wolfgang Amadeus Mozart, pero que incluso a 132 ppm solo les gustó a las ratas más exigentes.

Más tarde se comparó el resultado con 20 sujetos humanos adultos, y aunque el ritmo es algo específico de nosotros, también puede ser innato en otras especies. "Hasta donde sabemos, este es el primer informe sobre la sincronización innata del ritmo en animales que no se ha logrado mediante el entrenamiento o la exposición musical", ha declarado el profesor Hirokazu Takahashi, jefe del estudio, quien sostiene que estudios similares o incluso vídeos caseros sugieren que el estudio es ampliable a otras especies.

"La música ejerce un enorme atractivo para el cerebro porque tiene profundos efectos tanto en la emoción como en la cognición", ha declarado, así como que para cualquier especie, el "tempo óptimo para la sincronización de los latidos depende de a su vez de la constante de tiempo en el cerebro".

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