Reportaje

El 'Tren hacia la victoria': las historias, dramas y alegrías en los vagones de quienes regresan a Jersón tras la desocupación rusa

Tren de regreso a Jersón
Anna, recibida por su abuela Lyudmyla en el andén de Jersón.
Olha Kosova
Tren de regreso a Jersón

La noche en el tren deja paso al día y la gente sale a los pasillos. Las enormes llanuras revelan que el tren ya ha llegado a la región de Jersón. También se ven trincheras y objetos de la vida cotidiana de los soldados, que les saludan desde edificios bombardeados. Las familias y los niños salen corriendo de sus casas para saludar a los pasajeros desde lejos. Agricultores y electricistas dejan de trabajar para presenciar el momento. Los ferroviarios sonríen dentro de los vagones y se secan las lágrimas.

En pocos instantes, los pasajeros salen al andén para ver los nuevos paisajes de su ciudad: gente cargando sus móviles en la estación, colas enormes de familias peleando por la ayuda humanitaria y los niños cocinando la sopa tradicional a fuego abierto. Su ciudad congelada del frío y cansada de la guerra pero, por fin, ucraniana. 

Anna tiene 24 años y está plantada con un gran ramo de flores en el andén de la estación de Jersón sonriendo, llorando y abrazando a su abuela. Su figura resaltó este sábado entre una multitud que quería encontrarse con sus seres queridos o, simplemente, celebrar un acontecimiento histórico: el primer tren desde Kiev hacia tierra liberada. En el primer convoy llegaron 200 pasajeros: algunos volvían a casa, otros se reencontraban con sus familias por primera vez desde que empezó la guerra.

Un niño cocina sopa junto a su madre en la estación de Jersón
Un niño cocina sopa junto a su madre en la estación de Jersón
Olha Kosova

Un soldado ucraniano interpreta al violín una famosa canción de rock y la gente aplaude emocionada con lágrimas en los ojos. El ambiente es festivo, pero las expresiones en las caras de la gente reflejan los horrores de la guerra y las luchas en Jersón. Es la misma gente que salía a protestar contra los tanques, la que escondía banderas para que no les encontraran los rusos, la que pintaba el lazo amarillo en público cómo símbolo de la resistencia y la que revelaba la ubicación de las armas rusas.

"No nos vamos a perder ningún evento y ningún concierto desde que la ciudad es libre. Lo seguiremos celebrando", comenta Tetiana mientras se fuma un cigarro y masculla que se enteró de la liberación de su ciudad "por radio patio" al no tener acceso a internet ni electricidad. "Estamos felices, pero la guerra no ha acabado para nosotros. Jersón es pequeña. En una hora caminando ya está el río Dnipro. Desde allí hasta los rusos queda apenas un kilómetro de agua", apunta. Y como confirmación, cada cinco minutos suena de fondo una explosión de las defensas aéreas ucranianas.

Anna, ajena al ruido festivo, ve a su abuela y su madre por primera vez en nueve meses tras una noche de viaje. Lyudmyla, su abuela, dice que ha pasado miedo bajo la ocupación rusa y que no abandonó antes la ciudad por su hermano enfermo y porque esperaba que les liberaran rápido. También le daba miedo huir por la región de Zaporiyia "porque los rusos disparaban contra los coches". Cuando las tropas ucranianas entraron a Jersón lloró todo el día y sintió alivio. "Ya no tenía miedo", dice. Su nieta fue de las primeras personas en comprar un billete del tren hacia la victoria, el convoy que la iba a llevar desde Kiev hacia su familia.

Tren de regreso a Jersón
Tren de regreso a Jersón
Olha Kosova

A lo largo de la guerra, los ferrocarriles de Ucrania han sido un símbolo de resiliencia. Han transportado cientos de miles de desplazados a lugares seguros pese a que sus estaciones han sido a veces bombardeadas. Sus trabajadores han pasado días y noches evacuando a gente en la oscuridad absoluta y bajo el silbido de los cohetes. Dos días después de la liberación de Jersón, la Ukrzaliznytsia, la compañía ferroviaria pública, lanzó una campaña de la venta de billetes a esa ciudad y otras cuatro aún ocupadas. Una campaña que deja un mensaje claro: algún día la guerra se acabará y los ucranianos regresarán a su casa. "Después de que pasen los tanques, llegan los trenes", dice.

La pregunta "¿por qué usted está en este tren?" se convierte en una charla íntima sobre la esperanza, el amor y el dolor

El tren hacia la victoria no es un tren cualquiera, y no es algo que tenga que ver con la prensa internacional y con los ministros que llenaron el primer convoy del sábado. Bajo la luz fría de las lámparas de la estación hay siete vagones pintados por artistas ucranianos con escenas de guerra y paisajes de las regiones ocupadas parcialmente por Rusia. "Es una obra de arte", suspira una mujer a mi lado. "Bienvenido a bordo del primer tren de la victoria'', se lee en las mesas de pasajeros junto a la imagen de un vagón que transporta una sandía, el cultivo más famoso de Jersón.

Zinaida y Vadym, matrimonio de 60 años, están de regreso a casa
Zinaida y Vadym, matrimonio de 60 años, están de regreso a casa
Olha Kosova

Mientras los pilotos ofrecen tés calientes, los pasajeros te cuentan sus historias, sus alegrías y sus penas. La pregunta "¿por qué usted está en este tren?" se convierte en una charla íntima sobre la esperanza, el amor y el dolor. Gromovytsia Berdnyk viaja en el vagón diez: es escritora en Kiev y experiodista que cubrió la guerra de Chechenia. Nunca estuvo en Jersón y no conoce allí a nadie, pero quiere pasear unas horas por la ciudad y “abrazarla con su corazón". Rezó durante meses por sus habitantes, unos meses que se le hicieron eternos, y ahora quiere mostrarles su apoyo.

Zinaida y Vadym, matrimonio de 60 años, están de regreso a casa tras apresurarse en comprar los billetes para reunirse con el padre de él. Zinaida admite que no quería irse de la ciudad, pero tampoco podía soportar las lágrimas de su hija. Su mayor miedo es que “los rusos no están tan lejos y podrían regresar a la ciudad” y esboza una sonrisa al preguntarle si a su hija le gustó la idea de volver a una Jersón que todavía está siendo bombardeada

Igor, antes de dirigirse a la casa de su familia en Jersón
Igor, antes de dirigirse a la casa de su familia en Jersón
Olha Kosova

A la familia y amigos de Igor, un pasajero del vagón once, tampoco les gustó la idea de que regresara a Jersón. Lo consideran peligroso. Pero está muy feliz y sonríe todo el rato porque se encuentra con su familia. En los últimos meses habló con sus padres durante un minuto; y en ese minuto le contaron que estaban sin agua, sin luz y sin calefacción. Todavía no saben que su hijo llegará. Igor ya está imaginando cómo tocará la puerta.

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